Por: Rery Maldonado G. y Carlos Moreira F.-
Como si se tratara de un presagio, Humberto Quino Márquez nació en La Paz un Día del Maestro boliviano, el 6 de junio de 1950. Para quién no lo conozca, debo decir que es uno de mis poetas nacionales favoritos y que hace muchos años que el día de su cumpleaños se ha convertido en una romería de escritores, intelectuales y artistas. En una visitita obligatoria al popular barrio de Llojeta, donde vive hace ya algún tiempo.
Es justamente en fechas como esta que se hace todavía más evidente la fuerte impresión que va dejando su trabajo y su figura en quienes hemos tenido el privilegio de leerlo y más de conocerlo, a medida que crecíamos. Yo me lo encontré por primera vez a los 16 años y recuerdo que pensé literalmente: Esto es un poeta, ahora no tengo más remedio que reconocer que fue una certeza que me marcó para siempre y como a mí, a decenas de escritores jóvenes, amigos y fans, que cada 6 de junio llegamos desde los cuatro puntos cardinales de la ciudad a festejar con él el privilegio de su compañía.
Gran conversador y con un humor subversivo, siempre es un placer ser admitida en su impresionante biblioteca, donde con frecuencia una se lo encuentra en buena compañía. Entre los recuerdos más apreciados que tengo está el de haber sido testigo mudo de una conversación entre él y Julio Barriga, es decir: dos de los poetas bolivianos que más respeto, porque todavía al recordarla me muero de risa.
Para mí es difícil tener una distancia crítica con la obra de Humberto, pues la considero esencial en mis gustos y afectos desde una edad muy temprana, por esta razón invité a Carlos Moreira, abogado y estudioso de la obra de Quino Márquez, (Actualmente escribe su tesis en la Maestría de Literatura Boliviana y Latinoamericana de la UMSA sobre el poeta), a escribir un texto, que el lector encontrará más abajo.
El gran poeta paceño cumplió 70 años en plena pandemia y por mi parte, sólo quería rendirle un pequeño homenaje con la entrevista que viene a continuación, en nombre de todos los que no pudimos ir a darle un abrazo.
“Alguien piensa en mí
Cada vez que despierto
Como un mamífero huraño”
“Escribo, fornico, luego existo”
Breve entrevista personal con el gran poeta paceño Humberto Quino Márquez, en festejo virtual por su cumpleaños número 70. Mordaz e irreverente como siempre.
Humberto, ¿eres más de gatos o perros?
Nuestra autosuficiencia nos impide identificarnos con animales tan nobles como son los gatos y los perros. Y brota el escándalo en las nobles almas cuando sienten que la domesticación nos hermana a los gatos y los perros. Lastrados y confusos, la normalidad burguesa nos corroe.
Siempre me han fascinado los filósofos de la secta del perro (precursores de los estoicos y los epicúreos), esos griegos mordaces, irónicos y cínicos, que denunciaban la falta de libertad auténtica y reivindicaban la autonomía del individuo frente a la moral y la sociedad establecida.
En mi funambulesca juventud, Diógenes de Sinope era mi dios. En homenaje a él, creamos el sello editorial PERRO CELESTIAL.
¿Qué cosas te gusta hacer que al parecer no le gustan a nadie más?
Este rosario de manías que me poseen, son comunes, a mi pesar: leer, escribir de vez en cuando, fornicar y tomar helados con sabores etílicos.
¿Cuándo y cómo te diste cuenta de que eras poeta? ¿Es algo que se sabe? ¿Cómo empezaste a escribir?
Cuando tenía 6 o 7 años, sentí la escuela como un latigazo, salir de un útero confortable, donde era mimado y era un pequeño reyezuelo, era el único varón, produjo la primera fractura en mi ser, mi impotencia me llevo a la rebeldía. A declararle la guerra al mundo externo, porque encontraba la hipocresía, la mentira, el abuso, como normas que regían esta sociedad. Entonces empecé a escribir diatribas, insultos, como algunos niños suelen hacer oralmente, yo los escribía porque me parecían más contundentes.
Cuando era adolescente y sentía mi inutilidad, empecé a leer poesía y me fascino ese mundo de palabras, así como los diccionarios. Así comenzó este largo extravío.
¿Tienes una palabra favorita o alguna manía a la hora de escribir?
Mi palabra favorita es clítoris, esa varita mágica que me lleva al orgasmo cerebral.
¿Para qué/ por qué la poesía? Cumples 70 años, ¿qué ha significado/ significa en tu vida?
Siete décadas de baldíos intentos por elaborar una poesía que sea mínimamente rescatable. Alguna pequeña alegría se filtra en mi oscuro cerebro, cuando algún verso me satisface. Sin la poesía mi vida sería un vía crucis de académico.
Si tuvieras que circunscribir tu poética a cinco líneas: ¿Cómo la describirías? ¿Cuál es tu “Suma Poética”?
Escribo, fornico, luego existo.
Has escrito muchos epitafios, ¿Qué tendría que decir el tuyo?
Dos epitafios:
A) Leí en un cementerio catalán: Aquí descansa Humberto Quino, nunca hizo en su vida otra cosa.
B) ¡Aguarden muchachos, lo peor está por venir, mientras yo me diluyo con alegría!
¿El poeta es un ser político?
Es un lugar común, decir que el hombre como ser social, también es un ser político. Siento mucha repugnancia por esa fauna de politiqueros, que nos gobernaron y nos gobiernan. Empezando por el “jefazo” ignaro e imbécil, que nos llevó a este calamitoso estado.
¿Cómo ves el futuro de Bolivia después de la pandemia? ¿Lo que estamos viviendo va a ser un cismo cultural?
Después de esta pandemia china que nos mantuvo enjaulados durante semanas, habrá menos seres humanos (dicen que los mejores se van) y el comportamiento gregario seguirá por su cauce normal. Los pobres se multiplicarán y los ricos se refocilarán en su hartazgo.
Un poema de otro autor que te guste mucho (sería…)
Yo que todo lo prostituí/ Aún puedo prostituir mi muerte / y hacer de mi cadáver mi último poema. Leopoldo María Panero.
*por Carlos Moreira Fuentes
Un encuentro fortuito al que sin justa razón llamaré destino, me acercó por primera vez a Humberto Quino Márquez. Fruto de una amena conversación, fue natural sucumbir ante el carisma del poeta; por lo demás, atribuyo a un impulso inevitable, el trabajo que vengo desarrollando para optar al título de magister en literatura.
Situar la obra de Humberto Quino en la literatura boliviana es el objetivo central de la investigación. Como apunta Virginia Ayllón, son escasos los estudios críticos sobre la obra poética de Quino, no obstante, existen dos elementos coincidentes en el análisis de renombrados autores: el anarquismo como energía desacralizadora y creadora expresada desde el lenguaje y las corrientes filosóficas reflejadas en la escritura a lo largo de la obra.
El origen del pensamiento anarquista podría situarse en los cínicos presocráticos. El cinismo filosófico propone un saber insolente que opone la hipocresía a las costumbres del perro, por otro lado, parafraseando a Capelleti, uno de los principios fundamentales de la estética anarquista es la concepción del arte como libertad creadora.
Si bien los poemas de Quino reflejan ciertos rasgos violentos, aquello puede ser atribuible a un nihilismo guerrillero que inicia la denuncia ante la ausencia de insurrección, el poeta anarquista se revuelca en su impotencia y su fracaso, pero posee conciencia absoluta de que solo le queda el lenguaje:
Nos arrebataron nuestro cansancio
Nuestra miseria
Se regocijaron con nuestra lepra
Todos nos han puesto zancadillas
El letrado
Y el funcionario
El gentilhombre
Y el comisario
Para Humberto Quino, la poesía es un espacio abierto a las posibilidades. A lo largo de 46 años, el artista esculpió minuciosamente la imagen de un poeta que despliega una furia verbal en los primeros poemarios:
¡Ah sucios maniquíes!
Plato de pescados con boinas
Amantes del raquítico miedo
Sin los tanques
Jamás silbarían jamás
¡Ah plácida bestia!
¡Coronel Chatarra!
Y que proyecta una imagen ambigua y desesperanzada en los libros finales. Como en Heráclito, el poeta sufre el devenir del tiempo, la transformación del ser en movimiento, la inevitable muerte, lo cual lo llena de una profunda angustia:
Cuando hayas abandonado tu cuerpo
Viejo poeta
Y seas una estatua de arena
Las renacidas ramas cubrirán tu canto
Tu marchita corona.
Viejo poeta
Cuando seas un desvarío sobre un peldaño
Cuando hayas abandonado tu cuerpo y tu rocín.
Quino ejerce la desesperanza hasta las últimas consecuencias: Y nada hay / Que pueda consolarnos / De andar sin alas / Criaturas de la huida. Paradójicamente, es el fuego auténtico de una poética que nace de la intemperie, de la ciudad en decadencia, de una escritura que estalla por la necesidad creadora, que arrasa con todo para dejar de existir.
*Carlos Alberto Jesús Moreira Fuentes
Abogado y defensor de defensores de mujeres perdidas.
DE CÓMO UN DINOSAURIO CAMBIA DE NOMBRE Y ESTADO Y SE REENCARNA EN UN MONJE BUDISTA O NOTICIA DE UN ENCIERRO
Las constelaciones son capillas ardientes / Las ciudades vacías meteoritos de silencio / Y nosotros
una sinfonía de bocas entreabiertas.
Y tu desastrado cuerpo brota de una camisa de fuerza / y tu voz es oscura en estas calles desiertas.
Son demasiados muertos en esta ubre del desamparo.
Gracias por los santos días de alegría ¡llenos!
Lloremos por la vida derramada / Por los libros no leídos/ Por el alcohol derramado en las madrugadas / Por la mujer que nos amó y no supimos amar.
¡Qué fuego nos quemará!
¡Qué peste nos purificará!
¡Qué viento nos arrojará a la fosa común!
Santo Humberto de Aquino, Marquéz de Tambillo.
Lhasa-Llojeta - Mayo-2020