CASSANDRA WILSON Y SU LUGAR EN EL MUNDO DEL JAZZ
Tal como sucede con otros músicos de jazz, ella habla del sonido. De su sonido. Esa es una palabra que, en ese género, tiene un sentido mucho más amplio que el de “timbre”. Es, más bien, el estilo. Y es razonable que sea una de sus preocupaciones, como lo fue para Jelly Roll Morton, para Dizzy Gillespie, John Coltrane o Miles Davis. Pero hay dos detalles que la diferencian. Por un lado es cantante, una clase de intérprete a la que no se le suele conceder el mismo rango que a los otros. Y, por otro, algunos le niegan la pertenencia al género. “Cassandra Wilson no canta jazz”, dicen. Hace canciones de Sting, Bob Dylan o Joni Mitchell, aseguran, con velada crítica. Y el reclamo es curioso porque eso, apropiarse de piezas y canciones de procedencias diversas para transformarlas, es lo que el jazz hizo siempre. Desde los rags y blues del comienzo, hasta el “Die Moritat von Mackie Messer” de la Opera de tres centavos de Kurt Weill y Bertolt Brecht convertido en “Moritat” por Louis Armstrong... y, por supuesto, también hasta ese extraordinario “Harvest Moon” de Neil Young o el “Black Crow” de Joni Mitchell que Cassandra incorporó a su universo. Es decir, al universo del jazz.
Versión íntegra Página/12