Desde muy joven Humberto Damonte siempre ha dado la batalla por las ideas. Hombre de izquierda, librero, dueño de la editorial que publicó la obra literaria completa de José María Arguedas, ahora le dice adiós al local que su librería El Sótano ocupó desde los años 70 en una esquina de la Plaza San Martín. No obstante, anuncia la publicación de los ensayos sociales –siete tomos– del autor de Todas las sangres en el año de su centenario.
Por Raúl Mendoza
Cerca de cumplir los 80 años, Humberto Damonte conserva la memoria fresca y la mirada transparente de quienes no han vivido en vano. Convoca los recuerdos con fluidez de contador de historias, rememora con nostalgia a los amigos que no están y habla con sabiduría sobre la vida y el país en que vivimos. Ha sido el editor de la obra de José María Arguedas desde los 80 en adelante y ha dado a conocer, a través de su editorial Horizonte, a un gran número de autores peruanos. Conoció al autor de Todas las sangres en los años 60 y desde entonces los unió una amistad intelectual que se ha prolongado publicando sus libros.
Pero ahora hemos llegado hasta el local de su librería El Sótano, en una esquina de la Plaza San Martín, porque el local cerrará en una o dos semanas. El negocio ya no es el mismo de antes. “La gente ya no lee. Antes los tirajes eran de 3 mil, 5 mil ejemplares. Ahora muchas editoriales lanzan tirajes de 500 libros porque la demanda ha disminuido”, cuenta. También dice que las librerías que había en el centro limeño han ido cerrando poco a poco y lo peor es que nadie las ha extrañado, casi ni se dieron cuenta de que se iban. Él cierra su librería y se va del local, pero la editorial continuará sus labores en San Miguel.
–Este año es el centenario de Arguedas. ¿Usted fue su amigo y editor?
–Cuando nos conocimos, yo era dirigente sindical de la Federación de Empleados Bancarios y militante de izquierda. Nos vimos en el local del Movimiento Social Progresista, a donde él llegó invitado por otros amigos. Después nos volvimos a encontrar esporádicamente. Recién en 1964 nos hacemos más amigos porque ese año Francisco Moncloa fundó conmigo Moncloa Editores y ahí trabajó Sybila Arredondo, la segunda esposa de Arguedas, y él iba a recogerla.
–¿Y cómo empieza a editar la obra de Arguedas?
–A fines de los 60 empiezo con la editorial propia y le planteo editar El Sexto, la única obra suya que no tenía los derechos vendidos. Toda la obra de Arguedas la publicaba por entonces editorial Lozada de Argentina. Con el tiempo, ya fallecido Arguedas, también fallece el propietario de Losada y empiezan las desavenencias entre la editorial y Sybila Arredondo, su viuda. Y ella rescinde los derechos y ahí yo empiezo a publicar sus obras con editorial Horizonte.
–Hizo una edición muy recordada de sus obras completas.
–Al tener los derechos le pedí a Sybila editar las obras completas y ella reunió toda la obra literaria. Pero las dificultades financieras eran grandes. Ninguna entidad quiso apoyar el proyecto. Busqué editarla en España pero no se pudo. Hasta que un amigo me dijo que en Praga había mejores condiciones y se hizo ahí. Llevé las películas y se editaron cinco mil colecciones de cinco tomos, es decir 25 mil libros. Una edición de tapa dura, con fotos, cosida, bien hecha. Se editó en 1983.
–Dicen que Arguedas era una persona callada, de grandes silencios.
–Era una persona que en una tertulia no era un hablador. Pero exponía sus temas de interés con convicción y claridad. Se volvía más expresivo cuando estaba en una reunión musical. Le gustaba cantar, la música andina, asistir a los coliseos. Ahí se sentía feliz.
Ahora, a propósito de los cien años del nacimiento del escritor, Humberto Damonte se ha impuesto una misión: publicar este año la obra sociológica completa de Arguedas en siete tomos. Cuenta que ya todos están trabajados, solo falta una revisión final. El Ministerio de Cultura participará del proyecto. Y no solo eso: el librero y editor también ha cedido a la Derrama Magisterial los derechos para publicar Nosotros los maestros, que recoge los escritos pedagógicos del escritor andahuaylino. Será su homenaje personal al viejo amigo.
Adiós librería
La librería que Humberto Damonte ha tenido en la Plaza San Martín desde 1972 le fue traspasada por Francisco Moncloa. Le puso El Sótano por el amplio espacio que tenía en el subsuelo y para invitar a la gente a bajar. A partir de los años 80 también mudó la editorial a este lugar. Con el tiempo Horizonte funcionó en el sótano y la librería se quedó en el primer piso. Solo podían bajar los amigos para compartir largas conversas. “Aquel sótano del Portal de Zela fue por más de veinte años centro de reunión de prácticamente todos los escritores limeños, ya sea políticos, académicos, artísticos. A todos nos recibía con paciencia infinita pese a que le robábamos tiempo precioso. A café por autor debe haber consumido piscinas de expressos”, ha recordado Juan Gargurevich, periodista y catedrático.
Ahora se queja de que la gente compra pocos libros y muestra un catálogo en el que además de Arguedas hay nombres cuya obra ayudó a difundir: Carlos Malpica, Eduardo Anaya, Roger Rumrrill, en temas de realidad peruana. Antonio Cornejo Polar, Juan Rivera Saavedra, Reynaldo Naranjo, Francisco Carrillo, en literatura. Incluso publicó hace años una recopilación de caricatura de Carlos Tovar ‘Carlín’, hoy ilustrador de esta casa. Publicó a autores peruanos, pero también a extranjeros que hablaban del Perú. Ahora quien se dé una vuelta por su local en Nicolás de Piérola 995 –en la esquina más cercana a Carabaya– podrá encontrar que todo está a precios de despedida.
–La suya es otra librería más que desaparece del centro de Lima.
–Así es. Ya sobreviven pocas, apenas tres o cuatro. Cerró por ejemplo Studium, la más grande librería del centro, que funcionaba en el local que ahora ocupa el Fondo Editorial de la Universidad Católica en la Plaza Francia. Era tan famosa que en un viaje a Argentina varios amigos me hablaron de ella. Tenía sucursales en varios departamentos del país y realizaba grandes campañas escolares. Otras librerías que recuerdo y ya no existen son la librería La Universidad, en La Colmena, cerca de la Plaza Dos de Mayo; la librería Internacional en Jirón de la Unión; y la de Blancas, un librero español en la misma calle. También estaban El Caballo Rojo en La Colmena y la de Juan Mejía Baca en Azángaro. De las sobrevivientes queda Época en la calle Belén, a media cuadra del Club Nacional.
–¿Ahora a dónde se va?
–La librería cierra, pero la editorial la mudamos a San Miguel. Seguiremos trabajando. Está pendiente la obra sociológica de Arguedas.
–Además de editor y librero, usted fue periodista y hasta sufrió deportación por sus ideas.
–En los años 70, cuando el gobierno militar estaba en el poder, nos llaman para trabajar en el Expreso expropiado. Trabajamos ahí, pero nos vamos cuando empiezan las diferencias internas dentro del propio régimen. En 1975 fundamos la revista Marka. Ahí estaban Carlos Malpica, Juan Gargurevich y otros periodistas. Pero Velasco cerró la revista por criticar el mensaje presidencial y nos deportan a Argentina. Volvimos a la caída de Velasco, pero Morales Bermúdez nos volvió a deportar por opositores.
Con el tiempo, tras un breve paso por México, volvió y se sumergió en el mundo editorial. Pero nunca dejó de lado sus inquietudes políticas. “Soy un hombre de izquierda”, nos dijo hace unos días. Juan Gargurevich lo recuerda: “Humberto Damonte fue militante activo del Movimiento Social Progresista que en los cincuentas reunió a los más importantes intelectuales progresistas. Estuvo con los Salazar Bondy, Efraín Ruiz Caro, Ruiz Eldredge, Moncloa, Santiago Agurto, planteando una alternativa de izquierda democrática novedosa para su tiempo”. Todo un personaje Humberto Damonte, señor de los libros. Este es nuestro homenaje.
Por Raúl Mendoza
Cerca de cumplir los 80 años, Humberto Damonte conserva la memoria fresca y la mirada transparente de quienes no han vivido en vano. Convoca los recuerdos con fluidez de contador de historias, rememora con nostalgia a los amigos que no están y habla con sabiduría sobre la vida y el país en que vivimos. Ha sido el editor de la obra de José María Arguedas desde los 80 en adelante y ha dado a conocer, a través de su editorial Horizonte, a un gran número de autores peruanos. Conoció al autor de Todas las sangres en los años 60 y desde entonces los unió una amistad intelectual que se ha prolongado publicando sus libros.
Pero ahora hemos llegado hasta el local de su librería El Sótano, en una esquina de la Plaza San Martín, porque el local cerrará en una o dos semanas. El negocio ya no es el mismo de antes. “La gente ya no lee. Antes los tirajes eran de 3 mil, 5 mil ejemplares. Ahora muchas editoriales lanzan tirajes de 500 libros porque la demanda ha disminuido”, cuenta. También dice que las librerías que había en el centro limeño han ido cerrando poco a poco y lo peor es que nadie las ha extrañado, casi ni se dieron cuenta de que se iban. Él cierra su librería y se va del local, pero la editorial continuará sus labores en San Miguel.
–Este año es el centenario de Arguedas. ¿Usted fue su amigo y editor?
–Cuando nos conocimos, yo era dirigente sindical de la Federación de Empleados Bancarios y militante de izquierda. Nos vimos en el local del Movimiento Social Progresista, a donde él llegó invitado por otros amigos. Después nos volvimos a encontrar esporádicamente. Recién en 1964 nos hacemos más amigos porque ese año Francisco Moncloa fundó conmigo Moncloa Editores y ahí trabajó Sybila Arredondo, la segunda esposa de Arguedas, y él iba a recogerla.
–¿Y cómo empieza a editar la obra de Arguedas?
–A fines de los 60 empiezo con la editorial propia y le planteo editar El Sexto, la única obra suya que no tenía los derechos vendidos. Toda la obra de Arguedas la publicaba por entonces editorial Lozada de Argentina. Con el tiempo, ya fallecido Arguedas, también fallece el propietario de Losada y empiezan las desavenencias entre la editorial y Sybila Arredondo, su viuda. Y ella rescinde los derechos y ahí yo empiezo a publicar sus obras con editorial Horizonte.
–Hizo una edición muy recordada de sus obras completas.
–Al tener los derechos le pedí a Sybila editar las obras completas y ella reunió toda la obra literaria. Pero las dificultades financieras eran grandes. Ninguna entidad quiso apoyar el proyecto. Busqué editarla en España pero no se pudo. Hasta que un amigo me dijo que en Praga había mejores condiciones y se hizo ahí. Llevé las películas y se editaron cinco mil colecciones de cinco tomos, es decir 25 mil libros. Una edición de tapa dura, con fotos, cosida, bien hecha. Se editó en 1983.
–Dicen que Arguedas era una persona callada, de grandes silencios.
–Era una persona que en una tertulia no era un hablador. Pero exponía sus temas de interés con convicción y claridad. Se volvía más expresivo cuando estaba en una reunión musical. Le gustaba cantar, la música andina, asistir a los coliseos. Ahí se sentía feliz.
Ahora, a propósito de los cien años del nacimiento del escritor, Humberto Damonte se ha impuesto una misión: publicar este año la obra sociológica completa de Arguedas en siete tomos. Cuenta que ya todos están trabajados, solo falta una revisión final. El Ministerio de Cultura participará del proyecto. Y no solo eso: el librero y editor también ha cedido a la Derrama Magisterial los derechos para publicar Nosotros los maestros, que recoge los escritos pedagógicos del escritor andahuaylino. Será su homenaje personal al viejo amigo.
Adiós librería
La librería que Humberto Damonte ha tenido en la Plaza San Martín desde 1972 le fue traspasada por Francisco Moncloa. Le puso El Sótano por el amplio espacio que tenía en el subsuelo y para invitar a la gente a bajar. A partir de los años 80 también mudó la editorial a este lugar. Con el tiempo Horizonte funcionó en el sótano y la librería se quedó en el primer piso. Solo podían bajar los amigos para compartir largas conversas. “Aquel sótano del Portal de Zela fue por más de veinte años centro de reunión de prácticamente todos los escritores limeños, ya sea políticos, académicos, artísticos. A todos nos recibía con paciencia infinita pese a que le robábamos tiempo precioso. A café por autor debe haber consumido piscinas de expressos”, ha recordado Juan Gargurevich, periodista y catedrático.
Ahora se queja de que la gente compra pocos libros y muestra un catálogo en el que además de Arguedas hay nombres cuya obra ayudó a difundir: Carlos Malpica, Eduardo Anaya, Roger Rumrrill, en temas de realidad peruana. Antonio Cornejo Polar, Juan Rivera Saavedra, Reynaldo Naranjo, Francisco Carrillo, en literatura. Incluso publicó hace años una recopilación de caricatura de Carlos Tovar ‘Carlín’, hoy ilustrador de esta casa. Publicó a autores peruanos, pero también a extranjeros que hablaban del Perú. Ahora quien se dé una vuelta por su local en Nicolás de Piérola 995 –en la esquina más cercana a Carabaya– podrá encontrar que todo está a precios de despedida.
–La suya es otra librería más que desaparece del centro de Lima.
–Así es. Ya sobreviven pocas, apenas tres o cuatro. Cerró por ejemplo Studium, la más grande librería del centro, que funcionaba en el local que ahora ocupa el Fondo Editorial de la Universidad Católica en la Plaza Francia. Era tan famosa que en un viaje a Argentina varios amigos me hablaron de ella. Tenía sucursales en varios departamentos del país y realizaba grandes campañas escolares. Otras librerías que recuerdo y ya no existen son la librería La Universidad, en La Colmena, cerca de la Plaza Dos de Mayo; la librería Internacional en Jirón de la Unión; y la de Blancas, un librero español en la misma calle. También estaban El Caballo Rojo en La Colmena y la de Juan Mejía Baca en Azángaro. De las sobrevivientes queda Época en la calle Belén, a media cuadra del Club Nacional.
–¿Ahora a dónde se va?
–La librería cierra, pero la editorial la mudamos a San Miguel. Seguiremos trabajando. Está pendiente la obra sociológica de Arguedas.
–Además de editor y librero, usted fue periodista y hasta sufrió deportación por sus ideas.
–En los años 70, cuando el gobierno militar estaba en el poder, nos llaman para trabajar en el Expreso expropiado. Trabajamos ahí, pero nos vamos cuando empiezan las diferencias internas dentro del propio régimen. En 1975 fundamos la revista Marka. Ahí estaban Carlos Malpica, Juan Gargurevich y otros periodistas. Pero Velasco cerró la revista por criticar el mensaje presidencial y nos deportan a Argentina. Volvimos a la caída de Velasco, pero Morales Bermúdez nos volvió a deportar por opositores.
Con el tiempo, tras un breve paso por México, volvió y se sumergió en el mundo editorial. Pero nunca dejó de lado sus inquietudes políticas. “Soy un hombre de izquierda”, nos dijo hace unos días. Juan Gargurevich lo recuerda: “Humberto Damonte fue militante activo del Movimiento Social Progresista que en los cincuentas reunió a los más importantes intelectuales progresistas. Estuvo con los Salazar Bondy, Efraín Ruiz Caro, Ruiz Eldredge, Moncloa, Santiago Agurto, planteando una alternativa de izquierda democrática novedosa para su tiempo”. Todo un personaje Humberto Damonte, señor de los libros. Este es nuestro homenaje.