lunes, 11 de marzo de 2013

La Iglesia de Cristo: entre la Cosa Nostra y la reflexión


“BERTONIANOS”, “DIPLOMATICOS” Y “PASTORALISTAS” PUJAN EN EL VATICANO

La interna de los cardenales

(Página/12 11.3.2013 http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-215542-2013-03-11.html)


Uno de los sectores es liderado por el secretario de Estado Tarcisio Bertone, mientras su antecesor, Angelo Sodano, intentará dirigir los hilos desde afuera. Pero frente a estos líderes surgió la rebelión del bloque “pastoralista”.

En el cónclave que comienza mañana, competirán por imponer un nuevo papa dos sectores de la curia enfrentados en una lucha por poder que quedó revelada con el famoso escándalo de filtración de documentos llamado Vatileaks. Uno de los sectores será liderado desde dentro del cónclave por el secretario de Estado y camarlengo, Tarcisio Bertone, de 78 años, mientras su antecesor en el primero de esos cargos, Angelo Sodano, con 85 años, intentará dirigir los hilos desde afuera. Pero frente a estos dos líderes surgió a su vez una rebelión: el llamado bloque “pastoralista”, que se resiste a las imposiciones de la curia y reclama un papa ajeno a los escándalos y capaz de dar un nuevo impulso a la Iglesia católica en crisis.

Para los fieles de la Iglesia católica, la elección del Sumo Pontífice es un momento de espiritualidad, de comunión y oración, en la esperanza de que Dios, a través del Espíritu Santo, sea el guía en una decisión tan trascendental. Por eso, los portavoces de la Iglesia rechazan que el cónclave sea interpretado bajo el prisma de la puja por el poder, de camarillas con intereses más terrenales.

En 2009, dos años antes de la filtración, cansado de las disputas entre las facciones de la Santa Sede, Benedicto XVI escribió a sus obispos: “Si os mordéis y devoráis unos a otros, terminaréis por destruiros mutuamente”. Ya sin fuerzas para afrontar las luchas intestinas, la falta de transparencia del Banco Vaticano y los graves casos de abusos sexuales, el Papa anunció su renuncia el pasado 11 de febrero, decisión considerada un hito histórico, la primera en 600 años, que se hizo efectiva el día 28 a las ocho de la noche.

Tras cinco días de reuniones, el colegio cardenalicio –formado por los 115 cardenales electores y los 90 purpurados mayores de 80 años– decidió el pasado viernes la fecha del cónclave. Antes de elegir al próximo pontífice, para saber la envergadura de los males que aquejan a la Iglesia, varios cardenales reclamaron en la primera congregación conocer el informe que encargó Benedicto XVI sobre el Vatileaks, y que pidió que sea entregado sólo a su sucesor.

El anuncio de la fecha del cónclave enterró esa posibilidad, aunque también aportó pistas acerca de lo que está ocurriendo en el seno de la Iglesia católica, explicó a Télam Eric Frattini, autor de libro Los cuervos del Vaticano, que contextualiza y reproduce 47 de los más de 60 documentos del Vatileaks. “Los italianos, que tradicionalmente manejaron el aparato del Vaticano, chocaron con la realidad de que no controlan la curia porque los escándalos fueron demasiado lejos”, dijo Frattini.

En la era contemporánea siempre hubo como mucho dos congregaciones para fijar la fecha del cónclave, por lo que las cosas esta vez no han ido tan rápido, ya que fueron necesarias ocho de esas reuniones para acordar el comienzo de la elección, remarcó este conocedor de las intrigas vaticanas. Según Frattini, las negociaciones por la fecha y el futuro papa se desarrollaron entre “bertonianos”, los fieles al actual secretario de Estado Bertone, que controla la maquinaria vaticana, y los “diplomáticos”, seguidores de Sodano, su antecesor en el cargo, y decano del Colegio Cardenalicio.


Estos dos grupos están enfrentados desde el final del papado de Juan Pablo II, como quedó reflejado en los documentos secretos filtrados a la prensa italiana. Pero tras la filtración, Bertone se convirtió en el centro de las críticas, puesto que aparece como el responsable del “mal gobierno” de la Santa Sede, enemigo de la transparencia, ambicioso y como un verdadero manipulador. Por su parte, Sodano representa a la “vieja guardia” de Juan Pablo II, más eficaces en el manejo de los asuntos vaticanos, pero no menos salpicados en lo que respecta a los escándalos de corrupción y abusos sexuales. “Sodano es considerado uno de los grandes encubridores de Marcial Maciel y los Legionarios de Cristo”, recuerda Frattini en su libro.

“Bertone y Sodano pensaron que en cuanto entraran en la congregación iban a poder decidir ellos, pero un grupo compuesto por seis cardenales norteamericanos presentó un combate puro y duro”, aseguró Frattini. Este grupo, junto con los alemanes y brasileños, capitanea el llamado bloque “pastoralista”, que critica la gestión de los italianos y quieren una Iglesia Católica más transparente de cara a los 1100 millones de fieles repartidos en todo el mundo.
Entre los candidatos de la curia, o los “italianos”, aparecían con fuerza los nombres de Gianfranco Ravasi, presidente del Pontificio Consejo de Cultura y de las comisiones de Arqueología Sacra y de la Herencia Cultura de la Iglesia –candidato de Bertone–; el italiano Angelo Scola, arzobispo de Milán, a quien Benedicto XVI preparó para sucederlo, y el cardenal argentino Leonardo Sandri, ex sustituto de Sodano en la Secretaría de Estado y su candidato.

Como papables apoyados por los “pastoralistas”, en su mayoría “extranjeros” (no italianos), destacan el cardenal canadiense Marc Ouellet; el arzobispo de Budapest, Peter Erdo, y el arzobispo de Viena, Christoph Schönborn. No obstante, la batalla entre “bertonianos” y “diplomáticos” y el frente abierto por “pastoralistas” podría derivar en un consenso en torno del brasileño Odilio Scherer, arzobispo de San Pablo, para convertirlo en el 266º Sumo Pontífice.
“En las congregaciones se debatió la posibilidad de apoyar a Scherer, lo que sería una derrota de los italianos, pero con Sandri como secretario de Estado”, sostuvo Frattini. Algunos analistas coinciden en que la elección del nuevo pontífice será crucial para el futuro de la Iglesia Católica, bajo la amenaza de resquebrajarse. “Los 115 cardenales electores no pueden fallar, una segunda renuncia sería demoledora”, advierte Frattini.

viernes, 1 de marzo de 2013

El Vaticano y parte de su historia en el siglo XX

HABLA JASON BERRY, AUTOR DEL LIBRO LAS FINANZAS SECRETAS DE LA IGLESIA


“La Iglesia Católica es inmanejable”

El vaticanista califica a la estructura financiera de la Iglesia Católica de “caótica” y “opaca”. Dijo que las dificultades económicas del Vaticano remiten a la Guerra Fría y el dinero que le puso la CIA para frenar al PC italiano.

Por Marcelo Justo
La nave que deja el papa Benedicto XVI tiene serios problemas financieros. La investigación por lavado de dinero del Banco del Vaticano, las indemnizaciones por los escándalos sexuales y el número decreciente de donaciones son algunas de las dificultades que heredará el próximo pontífice. Nadie sabe a ciencia cierta cuánto gasta la Iglesia Católica, pero según publicó la revista inglesa The Economist el año pasado la cifra rondaría los 170 mil millones de dólares. El periodista católico estadounidense Jason Berry, autor de Las finanzas secretas de la Iglesia, califica a la estructura financiera de la Iglesia Católica de “caótica” y “opaca”. En diálogo con Página/12 Berry habló de las dificultades económicas del Vaticano que, a su juicio, remiten a la Guerra Fría y la masiva inyección de dinero con que la CIA financió al Vaticano para neutralizar la amenaza del Partido Comunista Italiano.



–¿Cómo es la estructura financiera de la Iglesia Católica a nivel mundial?



–La Iglesia Católica es muy jerárquica, monárquica diría, con el Papa a la cabeza y diócesis regenteadas por arzobispos y obispos en todo el globo. Pero por su mismo tamaño es internamente caótica, inmanejable. Cada obispo trabaja en su diócesis como si estuviera a cargo de un principado.



–¿Qué sabemos en concreto de la riqueza del Vaticano mismo?



–Hay una absoluta opacidad en las cuentas. Cuando el Vaticano declara sus ingresos y egresos anuales no incluye al Instituto para las Obras de Religión, el IOR, más popularmente conocido como Banco del Vaticano, cuyos fondos se estiman en unos dos mil millones de dólares. El IOR se ha manejado en un clima de absoluta opacidad que lo ha convertido en un vehículo perfecto para el tránsito de todo tipo de fondos. Pero ahora con la investigación del Banco Central de Italia sobre lavado de dinero esto está cambiando.



–Según ciertas informaciones, el Vaticano tiene intereses en una compañía de spaghetti, el sector financiero, aerolíneas, propiedades, una compañía cinematográfica. Hasta se dice que controla entre un 7 y un 10 por ciento de la economía italiana. Pero dada la opacidad de sus cuentas, ¿hasta dónde es posible confirmar esta información?



–Hay información que está a la vista de instituciones que nos permite saber dónde está el dinero del Vaticano. En Italia el Vaticano ha invertido mucho en el Banco de Roma, que fue fundamental en la reconstrucción de Italia después del Risorgimento en el siglo XIX. También tiene intereses en el transporte público. A esto hay que sumar propiedades en la misma Italia, en Europa y Estados Unidos. Hasta fue uno de los propietarios del edificio Watergate del famoso escándalo que le costó la presidencia a Richard Nixon. El gran tema hoy en día es averiguar hasta dónde ha suministrado servicios a clientes que lo usan como un banco off shore.



–¿Qué impacto económico han tenido los escándalos sexuales en las finanzas de la Iglesia?



–En Estados Unidos muy fuerte. Las diócesis y órdenes religiosas han pagado más de dos mil millones de dólares. En muchas ciudades han tenido que cerrar iglesias. Los Angeles, Chicago y Boston, tres de las más importantes archidiócesis, tienen un agujero promedio de unos 90 millones de dólares en sus Fondos de Pensiones.



–En su libro Vows of Silence usted habla del fundador de los legionarios de Cristo, el mexicano Marcial Maciel, quien llegó a manejar un imperio de unos 650 millones de dólares y contó con la protección del papa Juan Pablo II a pesar de las denuncias de abusos sexuales. Maciel tuvo fuertes vínculos con el gobierno de Pinochet en Chile y con los gobiernos de América Central. ¿Hay alguna figura equivalente en la Iglesia de hoy?



–Maciel fue el más exitoso recolector de fondos que tuvo la Iglesia. Comenzó a fines de los ’40 buscando apoyo de millonarios católicos en México, Venezuela y España durante la persecución de los curas en México y poco después de la Guerra Civil española. Con este dinero Maciel formó su propia base de poder en Roma y se convirtió en el abanderado del sector más conservador y militante de la Iglesia. Así como se vinculó mucho a Franco, hizo lo mismo con Pinochet en Chile. En Estados Unidos el mismo director de la CIA durante la época de Reagan, William Casey, hizo una donación de cientos de miles de dólares a los legionarios. Y es que Maciel se comportaba como un político que iba por el mundo recolectando fondos para avanzar la causa del catolicismo conservador y la agenda política conservadora. Pero la verdad era que toda su ideología encubría a un delincuente sexual con poderosos contactos. A pesar de que fue acusado de abusar seminaristas, el Vaticano no lo investigó hasta 2004, a instancias del cardenal Ratzinger, cuando Juan Pablo II se estaba muriendo. Gracias a esto sabemos que tuvo hijos de dos mujeres en México y que mantuvo ambos hogares con dinero de la legión de Cristo. El escándalo es que el Vaticano tardó tanto en investigarlo y dejó que se convirtiera en un Frankenstein. No hay hoy una figura equivalente a Maciel.



–Hay una larga historia de escándalos en las finanzas del Vaticano. En los ’80 estuvo el del Banco Ambrosiano y su presidente, Roberto Calvi, que apareció colgado debajo del puente de Blackfriars en Londres. Calvi tenía fuertes vínculos con el entonces presidente del Banco del Vaticano, el arzobispo estadounidense Paul Marcinkus. ¿Hay una continuidad entre estos escándalos y los actuales problemas del Banco?



–Creo que en realidad hay que retrotraerse a la Segunda Guerra Mundial, cuando la CIA comenzó a transferir grandes sumas al Banco del Vaticano. En 1948 fue la primera elección en la que el Partido Comunista, convertido en el más importante de Europa, buscaba el poder. En ese momento hubo una gran campaña en Estados Unidos, patrocinada por el gobierno, de la que participó Frank Sinatra para financiar a la democracia cristiana. Este fue el comienzo de la historia del dinero que circuló de los servicios de inteligencia estadounidenses al Vaticano. Una generación más tarde, con Roberto Calvi y Marcinkus, el banco se había convertido en una muy lucrativa vía para el pasaje de dinero. A fines de los ’80 el banco tuvo que pagar una multa de 250 millones de dólares. Ya allí funcionaba como un off shore para sus clientes privilegiados. Pero todavía queda mucho por documentar.

http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-214830-2013-03-01.html