sábado, 30 de enero de 2010

El legado de Howard Zinn


El autor de La otra historia de EU era articulista de La Jornada
Fallece el académico y dramaturgo Howard Zinn a los 87 años de un infarto

David Brooks
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 28 de enero de 2010, p. 21
Nueva York, 27 de enero. Howard Zinn, el historiador que narró la otra historia de Estados Unidos, desde el punto de vista de los de abajo, a lo largo de su carrera, falleció este miércoles a los 87 años de edad.
Autor de varios libros, entre ellos el texto de historia más vendido, La otra historia de Estados Unidos (A People’s History of the United States), ponente, articulista, dramaturgo (Marx en Soho y una obra sobre Emma Goldman) y colaborador de La Jornada, era profesor emérito de historia en la Universidad de Boston.
Una de las voces independientes de izquierda, fue uno de los intelectuales más admirados por veteranos de las luchas sociales de la posguerra como por jóvenes, por su vida de praxis: era pensamiento y acción. El problema no es la desobediencia civil, sino la obediencia civil, afirmó en un discurso en Baltimore en los años 60, durante un acto al cual acudió en lugar de presentarse ante un juez para ser sentenciado por sus acciones contra la guerra en Vietnam; después, cuando regresó a la Universidad de Boston, un par de policías lo esperaban para arrestarlo.
Veterano de la Segunda Guerra Mundial, donde participó en los bombardeos aéreos contra Alemania, Zinn regresó después del conflicto para ver la destrucción que se cometió desde 30 mil pies de altura. Al ver Dresden y otras ciudades, decidió que para siempre, sin excepción, tenía que oponerse a la guerra. Colocó sus medallas y documentos que recibió por su servicio militar en un sobre, lo cerró y lo rotuló nunca más, refirió Ap.
Nació en Nueva York en 1922, hijo de inmigrantes judíos que vivieron en una colonia de clase trabajadora en Brooklyn. Se educó en la Universidad de Nueva York y en la Universidad de Columbia, donde recibió su doctorado en historia. En 1956 se le ofreció una plaza en Spelman College, una universidad para mujeres afroestadunidenses, en lo que era entonces la ciudad racialmente segregada de Atlanta.
Ahí participó en los inicios del movimiento de derechos civiles, alentado a sus estudiantes a participar en él. Una de ellas era Alice Walker, autora de El color púrpura, quien se hizo amiga de toda la vida de Zinn. Despedido de Spelman por insubordinación, Zinn fue contratado como profesor por la Universidad de Boston, donde continuó su activismo, tanto en el movimiento de derechos civiles como contra la guerra en Vietnam (uno de los primeros intelectuales estadunidenses en hacerlo).
Se jubiló en 1988 y pasó su último día apoyando una huelga de enfermeras, pero nunca dejó de trabajar, y gozar, en la desobediencia al poder, a la imposición, a la guerra y al imperialismo. En numerosas entrevistas con La Jornada, donde también contribuyó con decenas de artículos a lo largo de los últimos años, este ser digno, humano y modesto nunca perdió el optimismo sobre la capacidad del ser humano para rescatar a la humanidad con la rebelión ante la opresión de todo tipo.
Preguntado porqué en Estados Unidos había tan pocas señales de un movimiento masivo progresista en la era de George W. Bush, respondió que había más vitalidad y expresión progresista que en los años 60, pero estaba fragmentada y más aislada de sí misma, aunque presente en casi todas las esquinas.
Recordó que los intelectuales izquierdistas lamentaban lo mismo en los 50 del macartismo, pero que en esos mismo momentos jóvenes en varios pueblos del sur del país realizaban los primeros actos de desobediencia civil contra la segregación racial, la que estallaría poco después en el gran movimiento de derechos civiles. Eso, seguramente, está ocurriendo ahora. Eso es lo que uno aprende de la historia, esas sorpresas que solamente se perciben después.
En lo que tal vez fue su última aportación a un medio, Zinn escribió unos párrafos para The Nation sobre el primer año de Barack Obama. No me ha decepcionado terriblemente porque no esperaba mucho de él. Esperaba que fuera un presidente demócrata tradicional. En política exterior, eso es poco diferente a un republicano: nacionalista, expansionista, imperial y bélico. La gente está apantallada por la retórica de Obama, y creo que ya debería empezar a entender que será un presidente mediocre, lo cual significa, en estos tiempos, un mandatario peligroso, a menos que se presente un movimiento nacional para empujarlo en una dirección mejor, escribió Zinn.
Entre sus admiradores estadunidenses están Bruce Springsteen (el historiador influyó, se dice, en algunas de sus canciones) y fue amigo de Matt Damon, quien incluyó una famosa referencia a su texto de historia en el guión de la película Good Will Hunting, donde su personaje le recomienda el libro a su sicólogo (Robin Williams). Pero desde los jóvenes de las batallas por la justicia global en Seattle hasta los veteranos activistas, Zinn siempre fue referencia.
Recientemente había realizado un teatro de lecturas en voz alta con diversos actores y músicos reconocidos (Tim Robbins, Damon, Springsteen), y otros de discursos, canciones, versos, cartas y más sobre figuras históricas, algunas famosas otras no, que reflejan la historia desde debajo de este país. Un documental sobre lo anterior fue grabado y trasmitido por el History Channel el mes pasado, y el video estará pronto a la venta. Los textos forman parte de Voices of a People’s History of the United States, un volumen de los materiales primarios que utilizó para su famoso texto de historia.
Zinn murió de un infarto mientras estaba de viaje en California. Su esposa falleció en 2008, con la cual tuvo dos hijos. El historiador seguirá vivo a través de los desobedientes que siempre celebró.


La obra del recién fallecido intelectual de EU, para invitar al pueblo a hacer historia
Rescatar las incontables pequeñas acciones de gente desconocida, la labor de Howard Zinn
Activista por la paz y la justicia social, escribió al menos 20 libros e incontables artículos y ensayos

Imagen de archivo del historiador desobediente durante una entrevista con La Jornada Foto David Brooks

David Brooks
Corresponsal/II y última
Periódico La Jornada

Sábado 30 de enero de 2010, p. 17
Nueva York, 29 de enero. Howard Zinn, historiador desobediente, obrero, veterano de guerra, intelectual disidente y participante en las luchas sociales estadunidenses e internacionales por la paz y la justicia social, además de colaborador de La Jornada, escribió al menos 20 libros y también incontables artículos, panfletos, ensayos y hasta obras de teatro, en donde abordó la historia desde abajo sobre los temas contemporáneos, pasando por asuntos como los artistas en tiempos de guerra hasta el anarquismo.
El intelectual, quien falleció esta semana a los 87 años, creó esta vasta obra con el propósito de invitar a sus alumnos y lectores a hacer historia, de participar en los cambios tan urgentes y necesarios para liberar al ser humano.
“Yo le decía a mis estudiantes, al inicio de mis clases: no puedes ser neutral en un tren en movimiento. Eso es el mundo y ya se está moviendo en ciertas direcciones, muchas de ellas aterradoras. Los niños están hambrientos, la gente se está muriendo en las guerras. Ser neutral ante tal situación es colaborar con todo este drama. La palabra ‘colaborador’ tenía un sentido mortal en la era nazi. Debería todavía tener ese significado”, escribió Zinn.
Aunque algunas de las luchas sociales se registran en la historia estadunidense aceptada con solamente los grandes eventos y líderes, Zinn decía que su objetivo como historiador era rescatar las incontables pequeñas acciones de gente desconocida que llevan a esos grandes momentos. Cuando entendemos esto, podemos ver que hasta las más pequeñas acciones de protesta en que participamos podrían convertirse en las raíces invisibles del cambio social.
Selección de su vasta obra
“Parto de la suposición de que el mundo está patas arriba, que las cosas están completamente mal, que las personas erróneas están en la cárcel y las personas erróneas están fuera de la cárcel, que las personas erróneas están en el poder y que las personas erróneas esta fuera del poder, de que la riqueza está distribuida en este país y en el mundo de tal manera que no se requiere alguna pequeña reforma sino una drástica redistribución de la riqueza… Y nuestro tema está patas arriba: la desobediencia civil. Tan pronto uno dice que el tema es la desobediencia civil, están diciendo que nuestro problema es la desobediencia civil. Ése no es nuestro problema… Nuestro problema es la obediencia civil… Nuestro problema es que la gente es obediente en todo el mundo ante la pobreza, la hambruna y la estupidez, y la guerra y la crueldad. Nuestro problema es que la gente es obediente cuando las cárceles están llenas de rateros pequeños mientras que los grandes rateros están a cargo del país. Ése es nuestro problema. (Discurso en un foro en Baltimore en 1970, al cual fue en lugar de presentarse ante un juez para ser sentenciado por un acto de desobediencia civil contra la guerra, y fue arrestado al regresar a Boston a dar su clase en la universidad)
Tener esperanza en tiempos difíciles no es sólo tontamente romántico. Está basado sobre el hecho de que la historia humana es una historia no sólo de crueldad, sino también de compasión, sacrificio, valentía, bondad. Lo que optemos por enfatizar en esta compleja historia determinará nuestras vidas. Si vemos sólo lo peor, eso destruye nuestra capacidad para actuar. Si recordamos esos tiempos y lugares, y hay muchos, donde la gente se ha comportado de manera magnífica, eso nos da la energía para actuar, y por lo menos la posibilidad de enviar este trompo de mundo a que gire en otra dirección. Y si actuamos, por más pequeña que sea la acción, no tenemos que esperar un gran futuro utópico. El futuro es una sucesión infinita de presentes, y vivir ahora tal como pensamos que deberían de vivir los seres humanos, en desafío de todo lo malo que nos rodea, es en sí un triunfo maravilloso. (You Can’t Be Neutral on a Moving Train, autobiografía del historiador y dramaturgo estadunidense)
El cambio revolucionario no llega como un momento cataclísmico (¡cuidado con tales momentos!), sino como una sucesión interminable de sorpresas, caminando de manera zigzagueante hacia una sociedad mas decente. No tenemos que participar en grandes acciones heroicas para participar en el proceso del cambio. Acciones pequeñas, multiplicadas por millones de personas, pueden transformar el mundo. (Autobiografía)
“La verdad es que el establishment depende mucho de la amnesia histórica, del hecho de que en este país la gente generalmente no conoce esta historia. No sólo no conoce lo que ocurrió a finales del siglo XIX o principios del XX; desconoce la historia de los últimos 15 o 20 años. Eso facilita que el gobierno diga al pueblo cosas que son inmediatamente aceptadas… Creo que es cierto que en América Latina y Europa los pueblos son más conscientes de la historia que el estadunidense.” (Entrevista con La Jornada).
“La palabra ‘anarquía’ perturba a la mayoría de la gente en el mundo occidental; sugiere desorden, violencia, incertidumbre. Tenemos buenas razones para tenerle miedo a estas condiciones, porque hemos estado viviendo en ellas por largo rato, no en sociedades anarquistas (nunca han existido), pero precisamente en esas sociedades más temerosas de la anarquía, los poderosos estados-nación de los tiempos modernos. En ningún momento en la historia humana ha existido tal caos social… Son estas condiciones las que los anarquistas desean anular, para traer un tipo de orden al mundo por primera vez.” (El arte de revolución, 1971, introducción al libro de Herbert Read Anarchy and Order)
El anarquista ve el cambio revolucionario como algo inmediato, algo que tenemos que hacer ahora mismo, donde estamos, donde vivimos, donde trabajamos. Implica empezar desde ahora mismo a deshacerse de las relaciones autoritarias y crueles, entre hombres y mujeres, entre padre e hijos, entre un tipo de trabajador y otro tipo. Tal acción revolucionaria no puede ser aplastada como una insurgencia armada. Ocurre en la vida cotidiana, en las esquinitas donde las manos poderosas pero torpes del poder estatal no pueden fácilmente alcanzar. No está centralizada o aislada, y por lo tanto no puede ser destruida por los ricos, la policía, los militares. Ocurre en 100 mil lugares al mismo tiempo, en familias, en las calles, en los barrios, en los lugares de trabajo. Suprimida en un lugar, reaparece en otro hasta que está en todas partes. Tal revolución es un arte. Eso es, requiere la valentía no sólo de la resistencia, sino de la imaginación. (El arte de revolución)
Hay un poder que se puede crear de la indignación acumulada, de la valentía, y la inspiración de una causa común, y si suficientes personas ponen sus mentes y sus cuerpos con esa causa, pueden ganar. Es un fenómeno registrado una y otra vez en la historia de los movimientos populares contra la injusticia por todo el mundo. (Autobiografía)
Si la izquierda va a tener fuerza, no creo que se dé en el campo electoral, sino que surgirá en las calles, básicamente como siempre ha sucedido en Estados Unidos. La izquierda estadunidense nunca ha logrado hacer mucho en la arena electoral, solamente ha logrado algo cuando genera conmoción nacional que ejerce presión contra quien esté en el poder, demócrata o republicano. (Entrevista con La Jornada)
Pero no creer en la posibilidad del cambio dramático es olvidar que las cosas han cambiado, no lo suficiente por supuesto, pero lo suficiente para demostrar lo que es posible. Nos hemos sorprendido antes en la historia. Podemos ser sorprendidos de nuevo. De hecho, podemos hacer la sorpresa. (Autobiografía).

AL, historia de la filosofía

El investigador y varios expertos documentan en un libro siete siglos de esa disciplina en AL
Por primera vez, la historia de la filosofía será mundial, afirma Enrique Dussel
A quienes aseveran que la región carece de pensamiento, que me refuten, pide el estudioso
En 20 o 30 años empezará un diálogo multicultural, no sólo con Kant, Hegel y Heidegger

Arturo García Hernández
Periódico La Jornada
Sábado 30 de enero de 2010, p. 5

El filósofo Enrique Dussel y un equipo internacional de especialistas acaban de publicar un libro que se espera que sea un parteaguas en la historia de las ideas en América Latina y que tendrá repercusión en todo el mundo. Se trata de El pensamiento filosófico latinoamericano, del Caribe y latino, que documenta siete siglos de filosofía en la región, del año 1300 al 2000.
“Muchos han dicho –habla Dussel en entrevista– que no hay filosofía en América Latina. Ahora con este libro yo les digo: refútenme esto, aquí hay tesis duras y probadas, escriban otro librito así (más de mil 100 páginas) para decirme que no la hay.”
El volumen, publicado por Siglo XXI, está dividido en cuatro partes: Historia, Corrientes, Temas y Filósofos. En la edición del proyecto Dussel contó con la colaboración de Eduardo Mendieta y Carmen Bohórquez; asimismo participaron los comités de Honor y Editor, integrados por especialistas de distintos países.
La primera parte empieza con “el pensamiento amerindio de los pueblos originarios, que es una de las novedades, porque cuando unos dicen que no hay filosofía, lo cual es un problema a debatir, yo les digo que hay grandes pensadores, hombres que aman la sabiduría, cumplen con la etimología en un sentido amplio.
Después tenemos grandes periodos en la época colonial, como la reacción ante la conquista, que es muy poco estudiada.
Un ejemplo que entusiasma al autor de Método para una filosofía de la liberación es el jesuita Antonio Rubio, un gran comentarista de Aristóteles, autor del libro Lógica mexicana, quien entre los siglos XVI y XVII tuvo gran reconocimiento en Europa: hizo escolástica moderna de muy alto nivel, fue profesor de la Universidad de México allá por 1590. Cuando Descartes entró al colegio jesuita Le Fleche, estudió su curso de lógica en Rubio, un filósofo mexicano.
Otro periodo registrado en la primera parte es la filosofía ante la edad madura, que comprende los siglos XVIII y XIX.
La segunda parte del volumen está dedicada a las corrientes filosóficas del siglo XX, 16 en total, entre los que Dussel destaca a los antipositivistas, los fenomenológicos, la filosofía cristiana, filosofía de la ciencia, filosofía analítica, filosofía de la revolución y marxista: “parto desde Martí, incluyo a los grandes marxistas, desde Mariátegui hasta Sánchez Vázquez.
Y no faltan el Che Guevara, el subcomandante Marcos y Evo Morales: Les va a dar el patatús a algunos, pero ellos también son grandes pensadores políticos y han hecho algún aporte.
Dussel alude así a los filósofos abstractos, quienes “dicen que la filosofía es lógica y no tiene nada que ver con la política; estudian a Hegel, Kant, Marx y los comentan, pero yo pienso que puedo estudiar a Hegel, Kant y Marx como un instrumento para pensar la realidad estética, política, antropológica, la que sea.
Yo tenía un maestro que decía: la filosofía no estudia a la filosofía, estudia la realidad, estudia la filosofía como instrumento pero no se queda en el método. Si yo tengo un cuchillo para cortar carne tengo que afilarlo, ese es el método, pero algunos se pasan afilando el cuchillo hasta que se lo terminan y nunca cortan carne.
Y entre las corrientes filosóficas latinoamericanas del siglo XX, se incluye otra novedad: los filósofos latinos en Estados Unidos.
La tercera parte de El pensamiento filosófico latinoamericano… se refiere a los grandes temas abordados por los pensadores de la región: la ética, la estética, la ontología, la religión, la economía, la pedagogía, filosofía para niños, filosofía intercultural, entre otros.

Enrique Dussel, colaborador de La Jornada y editor del libro El pensamiento filosófico latinoamericano, del Caribe y latino (1300-2000), ayer, antes de la presentación del volumen en la UNAMFoto Roberto García Ortiz

La cuarta parte está integrada por fichas de 200 filósofos latinoamericanos de todas las corrientes, elaboradas por especialistas, sintéticas, con una breve bibliografía de cada autor. Es una información que no existe en otra parte.
Fue una tarea complicada escoger sólo 200, cuando en Brasil, por ejemplo, se puede hablar de 300 filósofos; en México y Argentina, de 200 en cada uno: Grandes filósofos, que tienen obra, no son improvisados.
Una de las primeras consecuencias de tan ambicioso proyecto de Dussel, será precisamente propiciar el conocimiento mutuo entre filósofos de la región, porque actualmente sucede que aquí no se conoce nada de Brasil, ni allá de México o Argentina, Uruguay, Chile, Paraguay, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Centroamérica y el Caribe.

Por una visión de conjunto
Hace 40 años surgió en Enrique Dussel la idea de contar esta historia: No teníamos una visión de conjunto de nuestro pensamiento filosófico, de lo que se ha pensado en el continente; los estudiantes piensan que la filosofía es europea o estadunidense, ahora se van a dar cuenta de que siempre ha habido autores que desconocen y de los que hay que hacerse cargo.
El entrevistado sostiene: Estamos en una nueva edad de la historia de la filosofía. Por primera vez esa historia va a ser mundial, y en 20 o 30 años vamos a empezar a conocer a todos los grandes filósofos de todas las culturas, va a empezar un diálogo multicultural en el que no van a estar sólo Kant, Hegel y Heidegger, sino que vamos a empezar a conocer a los grandes filósofos japoneses, chinos, africanos, y vamos a darles igual dignidad a todos.
En ese sentido, El pensamiento filosófico latinoamericano… es para decirles a los latinoamericanos: nosotros también tenemos que entrarle a ese diálogo y esta es nuestra biografía.
Según el profesor del Departamento de Filosofía de la Universidad Autónoma Metropolitana, el impacto a escala mundial será mayor cuando aparezca la edición en inglés –actualmente en preparación– entonces, los africanos, los asiáticos, los europeos, van a poder leerlo y dirán: así que los latinoamericanos tenían una filosofía; va a ser un cañonazo.
Esto respaldará a los filósofos latinoamericanos como interlocutores de los estadunidenses y los europeos. Ilustra la afirmación con una anécdota: en octubre pasado fue invitado, junto con Eduardo Hurtado, a un diálogo con filósofos estadunidenses. Dussel les dijo: “Para dialogar entre nosotros, tenemos que conocernos; nosotros los conocemos a ustedes, pero ustedes no nos conocen a nosotros.
Me dediqué hora y media a hablar de la filosofía en Latinoamérica antes y después de la llegada de los Pilgrims (primeros colonizadores ingleses en llegar a lo que hoy es Estados Unidos).
Ignoraban eso, subraya el entrevistado, como ignoran que la primera universidad construida en el continente no es la de Harvard, sino la de Santo Domingo.
Al final del diálogo, un filósofo, profesor universitario, viejo como yo, se acercó y me dijo: hoy he aprendido muchísimo. Yo sabía que le había hecho un hueco. Entonces hay que decirles, sí, de acuerdo, somos pobres, pero en cuestión de cultura vamos a ver.

Presentaron en la UNAM el volumen con las tesis de pensadores del subcontinente
Deplora el académico el desdén en Estados Unidos por el pensamiento latinoamericano

Arturo García Hernández
Periódico La Jornada
Sábado 30 de enero de 2010, p. 5
Nezahualcóyotl, el rey poeta de Texcoco, escribió textos tan hermosos y profundos como lo hicieron Parménides o Heráclito. Si a éstos se les da el estatuto de filósofos, Nezahualcóyotl ciertamente fue un filósofo. Si etimológicamente la filosofía es amor a la sabiduría, Nezahualcóyotl amaba la sabiduría. Decir que filosofía sólo es la que se hizo en Grecia, e ignorar a la china, indostánica o latinoamericana es de un eurocentrismo inaceptable.
El filósofo Enrique Dussel sostuvo lo anterior durante la presentación del libro El pensamiento filosófico latinoamericano, del Caribe y latino (1300-2000), la tarde la jueves, como parte las actividades estelares del 15 Congreso Internacional de Filosofía que efectuó en la Coordinación de Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Luego de hacer una descripción del contenido de la obra, que contó con la participación de cien autores, Dussel habló de la importancia de elaborar una historia de la filosofía en Latinoamérica para contrarrestar la ignorancia que de ella se tiene en las metrópolis.
Contó el caso de Randal Collins, autor estadunidense de una obra muy hermosa que habla de la filosofía china, indostana, árabe, pero no dedica ni una línea a la de América Latina; Cuando presentó el libro en Chicago, un alumno nuestro que estaba ahí le preguntó por qué no había puesto nada de América Latina, aquel hombre que tiene miles de fichas dijo: ¿hay filosofía en América Latina?
Ahora que se publicó El pensamiento filosófico latinoamericano, del Caribe y latino (1300-200), Dussel le escribió: Le dije, hemos escrito un libro para llenar el vacío de su libro y me contestó: enviémelo.
También expuso que el índice de la obra le fue presentado para a una editorial estadunidense para su publicación en inglés, pero ésta lo rechazó. No obstante, aseguró, acaba de publicar un libro con el mismo índice que le entregamos, pero con autores diferentes.
En la presentación también participó Eduardo Mendieta, filósofo estadunidense, colaborador de Dussel, junto a Carmen Bohórquez, en la edición del volumen.
En respaldo de los testimonios de Dussel sobre la ignorancia y menosprecio que hay en Estados Unidos hacia el pensamiento latinoamericano, Mendieta relató las dificultades que enfrentó para abordar la filosofía latinoamericana en ámbitos académicos estadunidenses, donde no le fue permitido hacer su tesis sobre el tema.
No obstante, reconoció que eso ha empezado a cambiar y hay un interés creciente sobre el particular.

Autor de La visión de los vencidos, doctor honoris causa en la Complutense

El historiador fue investido con el doctorado honoris causa de la Universidad Complutense
Reclama León-Portilla en España respeto a los pueblos autóctonos
Esas comunidades “participaron en la Independencia y la Revolución mexicanas”
Sin la obra de este universitario ejemplar, Mesoamérica no se entendería, dice el rector de la UNAM


Armando G. Tejeda

Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 30 de enero de 2010, p. 3
Madrid, 29 de enero. Miguel León-Portilla, hombre clave en la academia mexicana e investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) que ha cosechado elogios por su trabajo, el antropólogo que se sabe heredero de la tradición de De las Casas, fue investido hoy con el doctorado honoris causa de la Universidad Complutense, de Madrid.
El autor de Visión de los vencidos no sólo habló de cuestiones académicas, como la vitalidad de la literatura indígena, la riqueza del náhuatl y la aportación filosófica de la civilización precolombina, también insistió en que, a casi 200 años de la creación del Estado mexicano, todavía queda pendiente “atender los requerimientos de los pueblos indígenas”.
En el paraninfo de la casa de estudios, León-Portilla fue situado como uno de los grandes pensadores del siglo XX y relevante estudioso de los pueblos indígenas de México y América Latina.
En la sesión solemne se dijo que León-Portilla “ha sido un visionario” y un “hombre entregado a su labor” de desenterrar el pasado olvidado de los pueblos indios, pero también a descifrar algunos de los muchos enigmas que todavía guardan esas civilizaciones.
A sus casi 84 años, mantiene intacto su interés por todo lo que se refiere al origen de México, desde la cadencia y los sonidos de las lenguas de los pueblos originarios hasta los recuerdos más atroces del “descubrimiento” y que él se empeña en que se defina con mayor rigor y se le llame “encuentro de dos culturas”.
Requerimientos de 200 años
León-Portilla recibió un honoris causa que lo emociona, ya que sus estudios tienen relación indirecta con la Complutense, pues su compañera es egresada de esa universidad.
El también filósofo y filólogo tuvo palabras para su alma mater, la UNAM, a la que tanto ha dado –53 años, asistiendo a diario a sus clases y a su cubículo desde el que investiga, traduce y escribe– y la que tanto prestigio y reconocimientos le ha conferido.
Expresó palabras emocionadas para todos aquellos “maestros del exilio español”, que llegaron a México huyendo de la dictadura y dejaron “un legado” que todavía persiste.
Miguel León-Portilla hizo una encendida defensa de la academia española, de tantos historiadores, lingüistas, antropólogos y “humanistas en definitiva” que le han enseñado con su cátedra, sus textos y sus hallazgos intelectuales. Pero también a todos aquellos españoles que lucharon y luchan por la defensa de los pueblos indios de México y de América, como fray Bartolomé de las Casas, Francisco de Vitoria, Vasco de Quiroga y fray Bernardino de Sahagún, cuya obra significó tanto para su evolución intelectual.
León-Portilla ofreció un hallazgo intelectual reciente: la participación y aportación de los pueblos indígenas en los movimientos emancipadores de hace 200 años –el que dio origen a la Independencia– y de hace cien –que dio paso a la Revolución.
“Los pueblos indios tuvieron una participación muy importante en la Independencia y la Revolución; hubo caudillos y centenares de miles ofrecieron sus vidas. Pero, ¿qué sacaron de esto? Poco. Incluso digo más. Quizá fue cuando empezó a empeorar su situación, porque su presencia jurídica que existía en aquel momento se borró. Se decretó que los indios no existían más en México”, señaló el académico, e insistió en que, en medio de tanta efeméride, lo que en realidad “hay que hacer es atender los requerimientos de los pueblos indígenas, que 200 años después siguen intactos”.
En la ceremonia participó el rector de la UNAM, José Narro, quien resaltó que León-Portilla es un “universitario ejemplar, un intelectual de altos vuelos y un investigador mexicano destacado en el mundo sin cuya obra sería imposible entender la civilización que representa Mesoamérica”.

Humanismo: paz y verdad

Larga vida a Kenzaburo

Por Juan Forn
El artículo noveno de la Constitución japonesa es único en el mundo: estipula que Japón no puede tener fuerzas armadas. Como bien se sabe, esa Constitución fue redactada después de la rendición de Hirohito en 1945, momento en el que “era un imperativo moral para el Japón demostrar que renunciaba para siempre a la guerra”, según las famosas palabras que pronunció Kenzaburo Oé cuando recibió el Premio Nobel de Literatura en 1994. Por eso cada vez que la comunidad internacional “sugirió” en los últimos tiempos a Japón que debía ofrecer efectivos militares a las brigadas internacionales cuya presunta función es “preservar” o “restaurar” la paz en el mundo, Oé alzó su voz en contra. Y cuando la derecha japonesa intentó ampararse en esas presiones de Occidente para derogar el Artículo 9, Oé creó una asociación en defensa de ese artículo de la Constitución. Aunque sólo logró siete mil firmas de apoyo, cifra más que exigua en Japón (baste mencionar que cada libro de Oé que se publica allí tiene una tirada inicial cinco veces superior, y eso que Oé no es precisamente un autor de éxito en su país), eso no ha impedido que la derecha japonesa pusiera en marcha una sonada causa judicial contra él, en la que según ellos está en juego el honor militar de la nación, mancillado por Oé en su libro Notas de Okinawa, de 1970.
Oé ha declarado famosa y repetidamente (la última vez ante al tribunal de Osaka que lleva la causa contra él): “Mi vida está marcada por tres eventos: el nacimiento de mi hijo con daños mentales permanentes en 1963, el viaje que hice a Hiroshima al año siguiente y el que hice a Okinawa dos años después. Todo mi trabajo intelectual se sostiene en esos tres pilares. Y me enorgullece que el resultado literario de esas tres experiencias, la novela Una cuestión personal y los ensayos Notas de Hiro-shima y Notas de Okinawa, pudieran publicarse y puedan leerse hasta hoy en mi país tal como los escribí”. Ríos de tinta han corrido en el mundo sobre el modo en que Oé escribió sobre su hijo en Una cuestión personal. Mucho menos se sabe sobre los dos ensayos (de hecho, ni siquiera están traducidos a nuestro idioma). En el libro sobre Hiroshima, Oé hacía foco en la traumática manera en que Japón lidiaba con los sobrevivientes de la bomba atómica. En el de Okinawa, trataba una materia aun más volátil: la manera en que su país recordaba los “suicidios en masa” de civiles en las islas okinawenses, ante la llegada de las tropas norteamericanas, cerca del fin de la guerra.
Oé había descubierto con horror, al visitar en 1965 el templo en honor a las víctimas en Yasukuni, que se las honraba como combatientes de guerra (aunque la mayoría de las setecientas víctimas eran no sólo civiles sino mujeres, ancianos y niños). Lo ocurrido en aquellas abominables jornadas de 1945 fue que las tropas imperiales, en su repliegue, ordenaban a los civiles de cada aldea que se suicidaran antes de caer en manos del invasor, en algunos casos entregándoles granadas de mano, en otros obligando a los jefes de aldea a arrear a la población hasta los acantilados para que se arrojaran todos al vacío. Oé sostenía en su libro que era una falacia moral llamar “suicidios en masa” a aquellas muertes inducidas y que era indispensable para la memoria colectiva japonesa que no se callara lo que había ocurrido realmente. Siguiendo al libro de Oé y al monumental trabajo del historiador Saburo Ienaga (La Guerra del Pacífico), los manuales de historia que utilizan los estudiantes japoneses desde 1970 se refieren al episodio como “los suicidios en masa inducidos por el ejército imperial”. Así se mantuvieron las cosas hasta que en el año 2004, los descendientes de uno de los comandantes militares de Okinawa durante la guerra se presentaron en los tribunales japoneses y, amparándose en un libro de 1973 de la historiadora revisionista Ayako Sono (La historia detrás de un mito), exigieron que se retiraran inmediatamente de circulación en todo Japón esos manuales de historia y que Oé les pagara 200 mil dólares en resarcimiento por las calumnias que contenía su libro sobre Okinawa.
Asombrosamente, el poderoso equipo legal armado para sustentar el reclamo, compuesto por conspicuos personajes de la derecha y del lobby promilitar japoneses, fundamentó la causa en un párrafo del libro de Sono en el que, malinterpretando arteramente palabras de Oé, sostenía que éste acusaba de genocidio al comandante Akamatsu. En realidad, Oé se había cuidado bien de dar nombres en su libro: según él, no se trataba (en 1970, veinticinco años después de los hechos) de hacer condenas individuales sino de lograr que el pueblo japonés entendiera cabalmente que el espíritu militarista que había regido al país era una aberración que no debía repetirse jamás. Dos episodios inquietantes parecieron anticipar una derrota judicial de Oé: el diario conservador Yomiuri Shinbun reprodujo en primera plana unas declaraciones hechas en el estrado por la historiadora Sono (en realidad se había limitado a leer un párrafo de su libro de 1973, donde decía: “Lo que encuentro incomprensible es por qué, tanto tiempo después de la guerra, el señor Oé insiste en cuestionar la pureza del gesto de todas esas personas que eligieron morir por la patria y pretende hacernos creer que fue un acto realizado a la fuerza”); acto seguido, el Ministerio de Educación decidió de motu proprio retirar de currícula aquellos manuales de historia que mencionaban “los suicidios en masa inducidos por el ejército imperial”.
Para sorpresa y alivio de muchos, cuando finalmente se conoció el fallo del tribunal de Osaka fue favorable a Oé: se desestimó la demanda y se ordenó que aquellos manuales volvieran a integrar la currícula de las escuelas japonesas (lo que generó que más de cien mil personas salieran a festejar por las calles de Okinawa, la mayor manifestación de su historia). Los litigantes, sin embargo, han logrado que se les conceda una apelación y el proceso, que ya lleva seis años, se prolongará cuanto menos por tres años más. Oé, quien cumplirá los setenta y cinco este domingo 31 de enero, declaró que sólo le importa tener tiempo en este mundo para poder hacer dos cosas: una de ellas es llegar vivo al momento en que la Corte Suprema japonesa se expida sobre el caso; la otra es escribir una novela que cuente la historia del Japón moderno (desde que comenzó a manifestar sus primeros signos imperialistas de conquista hasta el derrumbe de la burbuja de bienestar económico en 1990). Con la siguiente salvedad: el narrador, el punto de vista de esa historia, será el de su hijo Hikari, el disminuido mental que logró aprender música gracias a su asombrosa capacidad para imitar el canto de los pájaros y cuyas piezas han sido ejecutadas por Rostropovich y Martha Argerich. Difícil imaginar un libro más valioso, y más difícil de tragar, para el Japón de hoy.

viernes, 29 de enero de 2010

Premio Casa de las Américas

Casa de las Américas cierra con galardones para Argentina, El Salvador y Cuba
Hoy, 03.16
La Habana, 28 ene (EFE).- El premio literario Casa de las Américas 2010 cerró hoy su edición 51 reconociendo a autores de Argentina, El Salvador y Cuba en sus principales categorías, tras una semana de trabajo en la que el jurado valoró 436 obras de 22 países. Seguir leyendo el arículo
El galardón, que cada año alterna su convocatoria en distintas categorías, recibió en esta ocasión obras en los apartados de Teatro, Poesía, Literatura Brasileña y Literatura caribeña en inglés o creol.
El argentino Bruno Di Benedetto ganó en Poesía por su libro "Crónicas de muertes dudosas", mientras que el chileno Guillermo Rivera, el panameño Javier Alvarado, y el cubano Manuel García Verdecia recibieron menciones.
Sobre "Crónicas de muertes dudosas" el jurado resaltó que se trata de "una obra de actualidad digna de la mejor poesía latinoamericana", al combinar "lirismo, investigación y un llamativo sentido del humor".
En Teatro, el premio fue para la pieza "Al otro lado del mar", de la salvadoreña Jorgelina Cerritos, a quien el jurado felicitó por la poesía y sencillez de su propuesta, y su "inteligente reflexión sobre la condición humana".
En esta categoría las menciones fueron para Uruguay, con la pieza "Barbarie", de Sergio Blanco, y para Cuba, por "Las dos caras de la moneda", de Cheddy Mendizábal Álvarez.
El poemario "Approaching Sabbaths", de la trinitense Jennifer Rahim, obtuvo el galardón a la mejor obra de Literatura caribeña en inglés o creol, un apartado que entregó una mención honorífica a "I name me name", del jamaicano Opal Palmer Adisa.
En cuanto a Literatura brasileña la decisión recayó en "Aprendiz de Homero", de Nélida Piñón, quien reflexiona sobre "su propia condición de aprendiz y revela cómo asimiló, con esfuerzo y persistencia, el arte de narrar".
Además, se entregaron menciones para "Operación Cóndor. El Secuestro de los uruguayos", de Luiz Cláudio Cunha; "Memorias de un intelectual comunista", de Leandro Konder, y "Graciliano Ramos: un escritor personaje", de María Isabel Brunacci.
El premio especial de ensayo dedicado al "Bicentenario de la emancipación Hispanoamericana", convocado este año de manera excepcional, lo obtuvo el cubano Sergio Guerra por "Jugar con fuego. Guerra social y utopía en la independencia de América Latina".
Por su parte, el presidente de Casa de las Américas, Roberto Fernández Retamar, dio a conocer los premios honoríficos "José María Arguedas", de narrativa; "Ezequiel Martínez Estrada", de ensayo, y "José Lezama Lima", de poesía, a libros publicados en 2007 y 2008.
Esos reconocimientos recayeron en el narrador ecuatoriano Francisco Proaño, por "Tratado del amor clandestino"; la argentina Adriana Rodríguez, por el ensayo "Relatos de época: una cartografía de América Latina (1880-1920)", y el poeta panameño Manuel Orestes Nieto, por "El cristal entre la luz".
El jurado, que durante una semana deliberó en la ciudad central de Cienfuegos, estuvo integrado por intelectuales de Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Cuba, Ecuador, Perú, Venezuela y Reino Unido.
Como parte del Premio, Casa de las Américas también organizó exposiciones, conferencias sobre teatro latinoamericano actual y literatura caribeña y lecturas de poesías.
En 2009 esa institución cultural cubana celebró sus cinco décadas, y este año festeja el medio siglo de su Fondo Editorial, que surgió con el objetivo de publicar las obras premiadas en el concurso literario.
El Fondo, que tiene casi un millar de títulos, de ellos unos 400 galardonados con el premio, editará durante 2010 un catálogo histórico con los textos de sus diferentes colecciones.
Desde su creación en 1959, tras el triunfo de la revolución liderada por el ahora ex presidente cubano Fidel Castro, el Premio Casa de las Américas ha estimulado y difundido la actividad literaria de Latinoamérica, y es considerado uno de los galardones con mayor historia y prestigio en la región.
A lo largo de estos 50 años el reconocimiento ha recaído en figuras como el ecuatoriano Jorge Enrique Adoum, el argentino Ricardo Piglia, el salvadoreño Roque Dalton, el chileno Antonio Skármeta, el uruguayo Eduardo Galeano y la guatemalteca Rigoberta Menchú.

"En Estados Unidos, la corrupción es legal y esto es terrorífico",

PARK CITY, EEUU (AFP) - El documentalista estadounidense Alex Gibney retrata, en el Festival de cine de Sundance, la caída a los infiernos del ex 'lobbysta' cercano al Partido Republicano Jack Abramoff, con un filme que ataca la corrupción que gangrena el financiamiento político en Estados Unidos.
Gibney, asiduo de Sundance, ganó en 2008 un premio Oscar por 'Taxi to The Dark Side', un documental sobre los las torturas practicadas por los militares estadounidenses en Afganistán, Irak y la prisión de Guantánamo.
Su último filme, 'Casino Jack and the United States of Money', se presenta en competición en el festival de cine independiente que se celebra hasta el domingo en Park City (Utah, noroeste de Estados Unidos).
El cineasta retrata allí, de un modo profundamente irónico, el auge y caída de Jack Abramoff, quien purga actualmente una pena de seis años de cárcel por corrupción e implicó en su proceso a varios miembros del Partido Republicano que se habían beneficiado con su generosidad.
"En muchos sentidos, Abramoff era a la vez extremadamente serio y profundamente ridículo", declaró Gibney a AFP. "Y ciertas cosas eran demasiado extravagantes y divertidas para poder tratarlas seriamente. Era necesario reír y llorar. Es una comedia, pero el tema de chanza somos nosotros".
Jack Abramoff, un republicano convencido "que veía su vida como una película de acción" -también fue productor de cine- encarnó todos los excesos del 'lobby' estadounidense, que gastó millones de dólares en ganarse las atenciones de los legisladores.
Gibney espera que su filme abra los ojos de los ciudadanos: "Mostrarle a la gente cómo funciona esto. Cuando vas al fondo de la cocina de una fábrica de salchichas, te puede dar miedo. Bien, esta película los lleva a la cocina (del financiamiento político) y eso no es lindo de ver".
"¿En qué otro país del mundo, aparte de los más profundamente corruptos como Indonesia o Nigeria, el dinero se distribuye abiertamente para comprar y vender a responsables políticas? Es profundamente chocante", se indigna Gibney.
Para él, es con la llegada de Ronald Reagan a la presidencia en 1981 cuando Estados Unidos "sufrió un cambio en sus principios fundamentales".
"Hicimos del dinero el príncipe rey, a través del cual todo debe ser medido: el éxito, el fracaso y, ahora, el sistema político", dijo.
"En Estados Unidos, la corrupción es legal y esto es terrorífico", afirma el cineasta. El financiamiento de campañas electorales, muy poco regulado en Estados Unidos, "es un sistema que legaliza la corrupción".

domingo, 24 de enero de 2010

Frutillas estrujadas

AMOR DE CIUDAD GRANDE

De gorja son y rapidez los tiempos.
Corre cual luz la voz; en alta aguja,
Cual nave despeñada en sirte horrenda,
Húndese el rayo, y en ligera barca
El hombre, como alado, el aire hiende.
¡Así el amor, sin pompa ni misterio
Muere, apenas nacido, de saciado!
Jaula es la villa de palomas muertas
Y ávidos cazadores!
Si los pechos
Se rompen de los hombres, y las carnes
Rotas por tierra ruedan, no han de verse
Dentro más que frutillas estrujadas!
Se ama de pie, en las calles, entre el polvo
De los salones y las plazas; muere
La flor el día en que nace. Aquella virgen
Trémula que antes a la muerte daba
La mano pura que a ignorado mozo;
El goce de temer; aquel salirse
Del pecho el corazón; el inefable
Placer de merecer; el grato susto
De caminar de prisa en derechura
Del hogar de la amada, y a sus puertas
Como un niño feliz romper en llanto;
Y aquel mirar, de nuestro amor al fuego,
Irse tiñendo de color las rosas,
Ea, que son patrañas! Pues ¿quién tiene
Tiempo de ser hidalgo? ¡Bien que sienta,
Cual áureo vaso o lienzo suntuoso,
Dama gentil en casa de magnate!
O si se tiene sed, se alarga el brazo
Y a la copa que pasa se la apura!
Luego, la copa turbia al polvo rueda,
Y el hábil catador-manchado el pecho
De una sangre invisible-sigue alegre
Coronado de mirtos, su camino!
No son los cuerpos ya sino desechos,
Y fosas, y jirones! Y las almas
No son como en el árbol fruta rica
En cuya blanda piel la almíbar dulce
En su sazón de madurez rebosa,
Sino fruta de plaza que a brutales
Golpes el rudo labrador madura!
¡La edad es ésta de los labios secos!
De las noches sin sueño! ¡De la vida
Estrujada en agraz! ¿Qué es lo que falta
Que la ventura falta? Como liebre
Azorada, el espíritu se esconde,
Trémulo huyendo al cazador que ríe,
Cual en soto selvoso, en nuestro pecho;
Y el deseo, de brazo de la fiebre,
Cual rico cazador recorre el soto.
¡Me espanta la ciudad! Toda está llena
De copas por vaciar, o huecas copas!
¡Tengo miedo ¡ay de mi! de que este vino
Tósigo sea, y en mis venas luego
Cual duende vengador los dientes clave!
¡Tengo sed; mas de un vino que en la tierra
No se sabe beber! ¡No he padecido
Bastante aún, para romper el muro
Que me aparta ¡oh dolor! de mi viñedo!
¡Tomad vosotros, catadores ruines
De vinillos humanos, esos vasos
Donde el jugo de lirio a grandes sorbos
Sin compasión y sin temor se bebe
!Tomad! Yo soy honrado, y tengo miedo!
(José Martí, a 157 años de su natalicio)

Lo nuevo de Sting

SI UNA NOCHE DE INVIERNO: STING VISITA EL FRIO
Para pasar el invierno
La nieve y la Navidad son fértiles para la música, y Sting encontró una manera de hacer su disco invernal de un modo original (y arriesgado): rescatando canciones tradicionales, musicalizando poemas, revisitando a Schubert y tocando con músicos alejados del rock y el pop un puñado de canciones que aluden al frío.
Por Diego Fischerman

"No controles mi forma de pensar"


Añejo W
La compulsión de la conexión y la ansiedad de la inmediatez. La información disuelta en un océano de fragmentos. El pensamiento epigramático y veloz. El ocaso de la contemplación. La obsolescencia de la memoria individual. La nueva conciencia colectiva. Las comunidades que florecen. El saber al alcance de la mano. La Verdad astillada en verdades. La difusa frontera entre trabajar y pavear. Como todos los años, el sitio Edge.org –que reúne a los intelectuales, científicos y artistas más brillantes del presente preocupados por el modo en que la ciencia está cambiando nuestras vidas– organizó su pregunta anual entre sus miembros. Esta vez: ¿Cómo está cambiando Internet tu forma de pensar? Y como todos los años, Radar reproduce algunas de las mejores respuestas.

Escritores convertidos en personajes

Escritor alemán espió a la Nobel Herta Müller

Afp
Periódico La Jornada
Martes 12 de enero de 2010, p. 4
Berlín, 11 de enero. La escritora Herta Müller, premio Nobel de Literatura 2009, fue espiada por otro escritor por cuenta de la policía secreta rumana, la Securitate, en la década de 1980, afirmó el lunes el canal de televisión estatal alemán ARD.
El escritor Franz Thomas Schleich, quien como Müller es alemán de origen rumano y reside actualmente en Ludwigshafen (Alemania), colaboró con la Securitate con el seudónimo de Voicu, según el canal, que citó testigos de la época y documentos de los archivos de la antigua policía secreta rumana.
Schleich, quien inmigró a Alemania, donde se presentó como víctima del régimen comunista y donde trabaja hoy como portavoz de una fábrica de linóleo, denunció primeramente a Müller y después la espió por cuenta de la Securitate antes y después de haberse refugiado en Alemania.
Era su amigo
Contactado por ARD, Schleich respondió por email, negándose a comentar directamente las acusaciones, y afirmó que la Securitate tenía la costumbre de falsificar documentos.
Herta Müller, entrevistada por el canal, estimó que Voicu y Schleich, quien era uno de sus amigos, son, en efecto, la misma persona. La escritora pidió que se realizaran investigaciones sobre los antiguos informantes de la Securitate que residen hoy en Alemania.
Herta Müller, de 56 años de edad, rumana perteneciente a la minoría germanohablante, se exilió en Alemania en 1987.

Representación: El Tercer Reich, novela inédita


Obra inédita de Roberto Bolaño, próxima a publicarse en España
La novela pertenece a la primera etapa del autor, y aborda su última afición: los wargames
Es la historia del descenso de un hombre a una pesadilla, describieron sus representantes


Fabiola Palapa Quijas
Periódico La Jornada

Martes 12 de enero de 2010, p. 4
La editorial Anagrama publicará en días próximos la novela inédita de Roberto Bolaño (1953-2003) El Tercer Reich, que hace referencia a una época, mediados de los años 80, en la que el autor se sintió muy atraído por los juegos de mesa de estrategia, que practicaba asidua y apasionadamente con algunos compañeros de Blanes, en la provincia de Girona, Cataluña, donde vivía retirado, mientras iniciaba la cristalización de una vocación de años.
Andrew Wylie, uno de los agentes literarios más importantes del mundo, anunció el año pasado en la Feria del Libro de Francfort la existencia de una novela inédita de Bolaño: El Tercer Reich.
En 2009, medios españoles informaron que había otras dos novelas del chileno sin publicar, Diorama y Los sinsabores del verdadero policía o Asesinos de Sonora, luego de que se estudió su archivo; sin embargo, hasta el momento el único texto que será publicado es El Tercer Reich.
El archivo, de gran valor literario, incluye diarios que abarcan hasta 1980, momento en que Bolaño se trasladó de Barcelona a Girona y después a Blanes.
La obra, que saldrá en España en los próximos días, aborda el tema de los juegos de mesa de tópico bélico o wargames; en la obra, de clima ominoso –el cual solía plasmar muy bien el autor de 2666–, Udo Berger, experto jugador de esa modalidad, se enfrenta en un torneo con el campeón estadunidense, al tiempo que otro de los participantes desaparece.
Se trata de una novela completa, mecanografiada y meticulosamente corregida a mano, que Carolina López, viuda de Bolaño, envió a Andrew Wylie. Anteriormente los contratos relacionados con la obra del escritor chileno eran con la agencia de Carmen Balcells.

Los nuevos representantes de Bolaño describieron el libro como la historia del descenso de un hombre a una pesadilla, situado en las playas encantadas de la Costa Brava.
Según el extracto que facilitaron a los editores, el protagonista, el alemán Udo Berger, campeón de wargames, viaja con Ingeborg, su novia, a un hotel de la Costa Brava para preparar un torneo del juego El Tercer Reich.
De acuerdo con la prensa española, en sus últimos momentos el autor de Los detectives salvajes comenzó a transcribir en su computadora El Tercer Reich, escrita en 1990, por lo que el original que sirve de base a la edición de Anagrama es el mecanoscrito.
El Tercer Reich pertenece a la primera etapa de Bolaño y es considerada un hallazgo de ejercicio narrativo, donde el autor despliega algunos de sus grandes temas, como las extrañas formas del nazismo, o que la cultura –los juegos o la literatura– es la realidad.
Roberto Bolaño se ha convertido en un fenómeno de la literatura hispanoamericana de finales del siglo XX; sus libros han causado furor en Estados Unidos, Alemania, Gran Bretaña, Francia e Italia. Nació en Chile, creció en México y escribió la mayor parte de sus libros en España.
Además de Los detectives salvajes, entre su obra se encuentran los títulos Literatura nazi en América, Nocturno de Chile, Estrella distante, Los perros románticos, Putas asesinas y Amberes.

domingo, 10 de enero de 2010

Proyecto académico

Académicos tratan de explicar la intolerancia y el odio étnico
40 minutos
SPOKANE, Washington, EE.UU. (AP) - Nunca se ha estudiado a fondo el origen del odio entre personas, según Jim Mohr, de la Gonzaga University, que está desarrollando una nueva carrera académica enfocada en ese tema.
El objetivo es explicar una condición que afecta a la humanidad desde que en la época de las cavernas un individuo miró con recelo a otro.
"¿Qué genera ese sentimiento de odio?", pregunta Mohr, director del Institute for Action Against Hate (Instituto por una Acción Contra el Odio) de Gonzaga. "¿Y cómo se puede combatir eso?".
Gonzaga fundó el instituto hace una década, luego que algunos estudiantes negros recibieron cartas con amenazas. También comenzó a publicar un periódico de estudios sobre la intolerancia y el odio (Journal of Hate Studies), organizó una conferencia sobre el tema y ofreció este año su primer curso sobre el odio.
La esperanza es que otras universidades la imiten, dijo Ken Stern, del American Jewish Committee (Comité Judío Estadounidense) en Nueva York, que ha participado en esta iniciativa. "Queremos abordar el tema del odio desde una perspectiva más inteligente", manifestó.
Stern, quien lleva 20 años luchando contra el antisemitismo, dijo que la necesidad de estudiar el tema se hizo más acuciante con la aparición de organizaciones como Naciones Arias (Aryan Nations), que florecieron en esta región hace algunos años. De inmediato surgió un movimiento de resistencia, pero que no supo cuál era la mejor forma de combatirlo, afirmó Stern.
El experto dice que ni siquiera hay una buena definición de lo que es el odio.
Los filósofos ofrecen varias: René Descartes dijo que el odio era el impulso de rechazar algo que es malo. Aristóteles sostuvo que consistía en un deseo incurable de aniquilar un objeto.
En psicología, Sigmund Freud describió el odio como un estado del ego en que se quiere destruir la fuente de la infelicidad de uno.
Gonzaga, una universidad jesuita, tiene cinco profesores de distintas disciplinas que ofrecen clases sobre el tema.
Kayla de los Reyes asistió a una de esas clases y dijo que la información que recibió la horrorizó y al mismo tiempo le dio esperanza.
"El odio es una de las emociones humanas", manifestó. "Todo el mundo odia en un momento u otro. Hay que aprender a controlar ese sentimiento".
La idea es crear un centro académico donde se puede emplear una cantidad de disciplinas, incluidas historia, psicología, estudios religiosos, antropología y ciencias políticas, para analizar el odio.
Iniciativas de este tipo a menudo generan polémicas. Hay quienes dicen que se trata de formas de atacar las estructuras de poder dominantes.
"Se tiende a dar por sentado que el culpable es un típico hombre blanco", declaró Glenn Ricketts, de la Asociación Nacional de Académicos.
De hecho, de los Reyes dijo que uno de los tópicos más interesantes en las clases giraban en torno a los privilegios de los blancos.
El número más reciente del Journal of Hate Studies contiene artículos sobre la opresión de los gays, los experimentos de los nazis con los judíos, la guerra contra Aryan Nations, que postula la supremacía de los blancos, y el apoyo de los milicianos musulmanes a los atacantes suicidas.
Heather Veeder, quien trabaja en el instituto, dijo que la organización tiene una misión importante: "El odio florece en sectores que no han sido iluminados por la educación", declaró.
Stern opinó que resulta demasiado fácil atribuir el odio a la ignorancia. La gente puede tener muchos conocimientos sobre algo y odiarlo, destacó. El problema es cuando una persona o un grupo pueden privar de su humanidad a otra persona o grupo, catalogándolos de "distintos", dijo Stern.
"Los deshumanizamos y justificamos la violencia en su contra", afirmó.
No hay una respuesta sencilla que explique por qué la gente odia, declaró Mohr. El odio puede ser desatado por la codicia o el temor, o por una tribu que se une para pelear con otra. La gente que trata de ser admitida en un grupo odiará a los integrantes de otro grupo, expresó.
Mohr piensa que estos estudios pueden tener resultados positivos.
"Podemos cambiar", sostuvo. "Hay que tener esperanza".

Gelman, sobre el exilio

Bajo la lluvia ajena, de Juan Gelman y Carlos Alonso
Para investigar las valijas del alma
“Lo leo como si fuera de otro. Me reconozco en ellos, sin duda, pero tomé distancia”, señala hoy el poeta. Más allá de la inevitable distancia que impone el tiempo, el libro propone una sumatoria de letra y dibujo de intensidad apabullante.



“No debiera arrancarse a la gente de su tierra o país, no a la fuerza. La gente queda dolorida, la tierra queda dolorida”, escribió Gelman.


Por Silvina Friera
Un hombre cierra los ojos bajo un solcito romano que lastima. Los párpados pesan; el odio, el furor y la pena le taladran el corazón. Ya le informaron que su hijo y su nuera tuvieron una suerte nefasta y que una criatura nació en cautiverio. Ese hombre es Juan Gelman, replegado en Italia, el primer país donde se refugió, doblemente condenado a muerte, por la dictadura militar argentina y por Montoneros, bloqueado creativamente –lleva cuatro años sin escribir una línea–, con los tajos del pasado a flor de piel. Necesita exorcizar los fantasmas. Se pregunta en qué lengua podría hablar la soledad. No sabe, pero se propone averiguar. “No debiera arrancarse a la gente de su tierra o país, no a la fuerza. La gente queda dolorida, la tierra queda dolorida”, escribe conjurando la parálisis. “Nacemos y nos cortan el cordón umbilical. Nos destierran y nadie nos corta la memoria, la lengua, los calores.” Poco a poco fue componiendo un mosaico de lúcidas reflexiones sobre la ausencia, el dolor, el exilio. Bajo la lluvia ajena, publicado originalmente en 1984, se acaba de reeditar por Libros del Zorro Rojo y Fundación Nuevo Mundo, ilustrado con las aguafuertes que Carlos Alonso realizó durante su exilio, también en Roma, que permanecieron inéditas durante treinta y cinco años. La combinación resulta magistral: son veintiséis fragmentos de una intensidad apabullante, a caballo entre la prosa y el poema, con doce maravillas visuales desgarradoras.
Ríos de la congoja
El cerebro detrás de esta cumbre de figuras capitales de la cultura latinoamericana es el escritor y editor argentino Alejandro García Schnetzer, residente en Barcelona. En el prólogo compara las vidas de Alonso y Gelman como “dos ríos que paralelamente discurren; han compartido y comparten verdades, convicciones, voluntades; han conocido persecuciones, tragedias, exilios”. Ciertamente, como añade a continuación, “a su modo, cada cual supo integrar esas experiencias al orbe de sus creaciones”. Paloma y Marcelo, sus hijos, fueron víctimas de la dictadura militar. Los caminos apenas se bifurcan: el poeta pudo recuperar el cadáver de su hijo; el pintor aún no sabe dónde está el cuerpo de Paloma. Ambos desgranaron una y mil veces “la negra pena” en el destierro en Italia. Ni siquiera se cruzaron por esas callecitas romanas que abruman con tanta belleza a cada paso que se da. Sortearon la parálisis, el silencio y volvieron a escribir y a pintar. “Ante cosas como ésas, hay una pérdida de confianza en la humanidad”, afirmó Alonso. “Un poeta decía: ‘El asesino desequilibra la naturaleza’, y es así, desequilibra la propia naturaleza y lo que uno entiende como equilibrio general del comportamiento.” Cuando emprendió el viaje de vuelta a la Argentina, se dedicó a pintar paisajes. “Mi quiebre fue con las personas, hacía árboles porque no quería siquiera bocetar la figura humana. Sentía en verdad que se me había quebrado el mundo.”
A Gelman le tocó también remontar cuatro años en Roma sin poder escribir: “El exilio produce una honda sensación de desamparo, de vivir a la intemperie”. Bajo la lluvia ajena, subtitulado Notas al pie de la derrota, representa el regreso a la palabra. Alonso se negó a ilustrar el texto en tiempo presente con nuevos trabajos. “Muchas cosas deberían cambiar para tratar de nuevo el pasado”, explicó. “Pero al mismo tiempo siento que el texto está ilustrado por mí, especialmente ilustrado por mí, pero ilustrado en el mismo momento en que fue escrito, porque las preocupaciones, el sentimiento, incluso las metáforas que yo trabajaba entonces, eran coincidentes con las de Juan.” El 5 de marzo de 2009 llovía en Buenos Aires. Alonso y Gelman compartieron la tarde, conversaron sobre la obra y las aguafuertes que la integrarían. Cuando Gelman las vio, dijo: “No son ilustraciones, Carlos, son mucho más”.
Las valijas del alma
“Es difícil reconstruir lo que pasó –se lee en el primer texto del libro–, la verdad de la memoria lucha contra la memoria de la verdad. Han pasado años, los muertos y los odios se amontonan, el exilio es una vaca que puede dar leche envenenada, algunos parecen alimentarse así.” En este viaje introspectivo, el poeta bucea en las sensaciones cotidianas, luego de haber sido arrancado de la Argentina, lejos de su propio hijo, su nuera y sus amigos desaparecidos. La ropita de los exiliados está en el ropero, pero no han deshecho las valijas del alma. La primera reacción es negar el país donde se está, negar su gente, su idioma; rechazarlos como testigos concretos de una mutilación. Ni el cielo ni el sol son los mismos. “Las voces del rocío se parecen a las voces del rocío. Una pequeña lengua lame y las diferencia, las distancia. Mi rocío del sur o cabellera o cristalina madrugada sobre los pechos del combate. No rocía lo mismo sobre el Mercado Común Europeo, el más común de los mercados.”
Los pies de Alonso, como los de Gelman, se arrastran “en ríos de sangre seca”, pisan otras tierras; “la cosa es que viva yo en otras tierras sin mentirme, sin mentir”, advierte el poeta. Duele la derrota, pero entre los deberes del exilio está, en primer lugar, no olvidar el exilio, como subraya en uno de los poemas: (...) y vos / corazoncito que mirás / cualquier mañana como olvido / no te olvides de olvidar olvidarte /. Roma recibió a un poeta y un pintor heridos y hambrientos de justicia. ¿Hasta dónde este exilio exterior coincide con otro más profundo, interior, anterior? Las preguntas brotan como si fueran yuyos imposibles de extirpar de la tierra. “Hierven los argenguayos, urulenos, chilentinos, paraguayos, están tirando de la noche sudamericana, rechinan de almas en silencio, su verdadero trabajar”, describe el poeta esa Babel sudaca a la intemperie. A veces el tono se eleva por el fuego de la bronca y despotrica contra los “profesores del exilio, sociólogos, poetas del exilio, llorones del exilio, alumnos del exilio, buenas almas con una balancita en la mano pesando el más el menos, el residuo, la división de las distancias, el 2 x 2 de esta miseria”.
El dolor de la palabra
Hasta cuando recuerda a su padre ucraniano, que huyó a la Argentina para no cumplir con los veinticuatro años de servicio militar que le tocaron por sorteo –y que “por obra y gracia del zar” se convirtieron en veinticinco–, emergen los pies. Como si recién arrancado de cuajo de la tierra, descubriera, repentinamente, esa parte que es una de las más olvidadas del cuerpo. Su padre llegó a América con una mano atrás y otra adelante, para tener bien alto el pantalón. “Yo vine a Europa con una alma atrás y otra adelante, para tener bien alto el pantalón. Hay diferencias, sin embargo: él fue a quedarse, yo vine para volver”, compara Gelman. “Nunca te olvidaré, en la oscuridad del comedor, vuelto hacia la claridad de tus comienzos. Hablabas con tu tierra. En realidad, nunca te sacaste esa tierra de los pies del alma. Pieses lleno de tierra como silencio enorme, plomo o luz.”
En los primeros años de su exilio, Gelman se reunía con los líderes principales de la socialdemocracia europea para conseguir una condena a la dictadura militar argentina. El poeta volvió clandestinamente a Buenos Aires en mayo de 1978, caminó por el centro y por los sitios que solía frecuentar. Leyó los diarios de la época como La Opinión, donde alguna vez trabajó y que alguna vez fundó, y descubrió que un compañero intelectual de la izquierda (ex compañero o ex izquierda) sumaba su vocecita paga a la propaganda de la dictadura militar. “Hago esfuerzos y no alcanzo a recordar su nombre. Era cuentista, o algo así, como su mujer, que se cagaba en Rosa Luxemburgo desde posiciones de izquierda. Tenía un ano de izquierda que no le habrá impedido evacuar la pitanza militar”, ironiza el poeta en el texto XIX. Luego regresaría a Roma y un año después se desataría el vendaval de la Contraofensiva montonera, tragedia que marcó el final de la organización.
Hay un texto dedicado a César Fernández Moreno y una carta para el “querido Paco” (Urondo), en la que recuerda la casita de Ciudad de la Paz, donde comieron y chuparon bien, y la casa clandestina de Constitución, donde Paco le anunció que la organización lo enviaba a Gelman a Europa. “Sigo pensando, hace años que lo pienso –¿cuatro?, ¿cinco?–, que era mejor que te mandaran a Roma a vos. Ahora estarías haciéndote de comer en tu casita, recordándolo al Moro, recordándome, lejos, cerca”, confiesa el poeta en la crónica más extraordinaria del libro. “No me quiero morir en lugar tuyo, aunque a veces quisiera estar en tu lugar. Lo que pasa es que una vez me dijiste que ibas a vivir ochenta años y yo te creí. Y todavía te creo.” La equivalencia visual se potencia. En la ilustración de Alonso que complementa esta carta hay dos manos con dedos gruesos, nudosos, agrietados, sufrientes; en una se apretuja un cigarrillo, en la otra se sostiene una pluma que está a punto de deslizarse sobre un papel. ¿Qué quiere garabatear esa mano? Un dibujo, acaso la fisonomía de la hija desaparecida, o una carta al amigo asesinado, o el inventario de víctimas, consignar sus nombres para no olvidarlas. Al ver esta imagen viene a la mente una frase patentada por Gelman: “La poesía nace del dolor de la palabra”. La poesía de Alonso, amasada en el exilio y la derrota, también surge del dolor.
La reedición de Bajo la lluvia ajena enfrenta a Gelman con ese puñado de textos. “Me he alejado de eso, han transcurrido treinta años y los sentimientos se modifican y se entrelazan con nuevas visiones y circunstancias de la vida. Lo leo como si fuera de otro. Me reconozco en ellos, sin duda, pero tomé distancia”, aclara. “Porque no se puede vivir en el pasado, eso trae mala suerte.” A pesar de la distancia, siempre sana y necesaria, los pormenores de su exilio, la memoria y la sensación de derrota lo visitan de vez en cuando, aunque sean experiencias archivadas en su pasado. Pero algunas “máximas” resuenan como si fueran ecos de los tiempos inmemoriales de la humanidad: “Quien contempla el exilio es absorbido por él”, “Lo que me duele es la derrota” o “Los exiliados son inquilinos de la soledad”. A diferencia de otros “inquilinos” que han abandonado el barco de los ideales por los que supieron luchar, el poeta nunca fue carne de cañón del arrepentimiento. Ha seguido escribiendo y conquistando premios –el Cervantes lo ha coronado como el mejor poeta en lengua española–, encontró a su nieta y ya no le importa que las musas lo abandonen. Nadie –ni esas ingratas muchachas, en caso de dejarlo– podrá amputarle la memoria, ni cortarle la lengua.
Textual
Del espesor de la experiencia. Hay discursos que rozan determinado espesor, parecen expresarlo, pero un despegue, una distancia, una nota no falsa pero distraída los distingue. La amenidad de esos discursos –cualquiera sea su universal aceptación– certifica de nuevo esta perra soledad.
¿Será la soledad, que no tiene discursos? ¿Perra que ladra a al luna, sorda de su derrota, satélite o muertita?
¿En qué lengua podría hablar la soledad? El que perdió sus hijos, sus másvida, ¿qué piedras escupiera por la boca? ¿Y quién las iba a recoger como señal de amor, o a entender, aceptar, recibir, aunque sea sentir en la ventana?
La soledad de la palabra. La lluvia barre los países del alma. Una palabra va por el camino, aterida, temblando, no sabe a dónde. Sólo sabe de dónde: tanta sangre camina ahora bajo la lluvia nueva, limpia, fresca, ignorante.
* En Bajo la lluvia ajena (Libros del zorro rojo).

viernes, 8 de enero de 2010

Películas de Buster Keaton

Jazz For The Eyes And Ears: Bill Frisell And More
by Kevin Whitehead

¿Ciencia o arte?

Finding 'Beautiful' Symmetry Near Absolute Zero
by Joe Palca

De astronautas y "lunáticos"


EN LA MUJER EN LA LUNA (1929) HAY AIRE Y AGUA, PERO ESTAN EN LA CARA OCULTA.
Por Pablo Capanna

Por alguna extraña razón, en estas comarcas rioplatenses se celebra el Día del Amigo junto con la llegada de la nave Apolo XI a la Luna. Aunque cualquiera diría que a los amigos es mejor tenerlos acá, especialmente cuando necesitamos de ellos.Los cuarenta años del alunizaje fueron recordados con especial fervor por los amigos de Baudrillard, que se han cebado con la guerra mediática del Golfo y no dejan de buscar simulacros por todas partes. Digamos que no les cuesta mucho, porque la cultura global ofrece una amplia gama de mentiras, tanto piadosas como impiadosas.Es sintomático que a cuatro décadas del primer alunizaje, justo cuando revivían los proyectos de exploración lunar, fueran tantos los que pusieron en duda que la NASA hubiese llegado a la Luna en 1969. La denuncia de que todo aquello no fue más que una simulación parece haberse inspirado en esas teorías conspirativas que circulan especialmente entre la ultraderecha yanqui y la comunidad de los ufólogos.A los negadores del Holocausto y a aquellos que juran que la Tierra sigue siendo plana a pesar de que el Google Earth nos engañe, se han sumado los que no sólo cuestionan la televisación del alunizaje, sino que también niegan que Armstrong haya estado allá. Pretenden que la mentira fue tan perfecta que ni siquiera los rusos, que algo sabían de espionaje, se dieron cuenta. Sugieren que quien la fraguó fue Stanley Kubrick, pero parecen pensar en Ed Wood, porque habría sido tan torpe de filmar al aire libre, para que la bandera flameara con el viento.Distanciándonos de estas polémicas, estamos en condiciones de ofrecer evidencias de la presencia argentina en el satélite, un año antes que el supuesto viaje de la NASA. Para probarlo está el libro Los argentinos en la Luna, publicado por Ediciones de la Flor en 1968, que reclutó a astronautas como Mujica Lainez, Oesterheld, Vanasco y Bajarlía, otros que pronto serían célebres y algunos que fuimos merecidamente olvidados.Y ya que estamos, nadie sería capaz de poner en duda unos cuantos viajes anteriores, que algunos hicieron con la imaginación para que otros se pusieran a pensar que era posible intentarlo.

CRUZANDO LAS COLUMNAS DE HERCULES

Antes de que alguien se pusiera a soñar con viajar a la Luna, era necesario que hubiese otro que la imaginara como un mundo similar al nuestro, y dejara de verla como una divinidad.El primero parece haber sido el filósofo Anaxágoras, que cinco siglos antes de la era cristiana causó escándalo al decir en público que el Sol y la Luna eran apenas más grandes que el Peloponeso, que la Luna tiene montañas y valles, que recibe su luz del Sol y que está habitada. Se salvó de que lo condenaran por impiedad gracias a su amigo Pericles, pero tuvo que irse de Atenas hasta que se calmaran los ánimos.Anaxágoras hizo posible el paso siguiente. Si la Luna era otra Tierra, sería posible visitarla, quizá con los recursos disponibles y sin apartarse de la cosmología vigente.El primero en pensarlo fue Luciano de Samosata, del cual sabemos muy poco. Pudo haber sido sirio o fenicio, aunque algunos lo dan por ateniense. Al parecer vivió en la segunda mitad del siglo I de nuestra era, un período muy poco apto para cualquier especulación astronómica. Por esos años Claudio Tolomeo consagró la visión geocéntrica del mundo, que dominaría el siguiente milenio.Después del auge de la ciencia griega de Euclides y Arquímedes, en el Imperio se había impuesto una suerte de religión astrológica que vetaba ocuparse de los cuerpos celestes para otra cosa que no fuera escrutar el destino.Sólo a un escéptico reconocido como Luciano se le toleraba que escribiese sobre algo tan disparatado como un viaje a la Luna. El mismo tomaba sus recaudos, porque presentaba a su Historia verdadera como un entretenimiento sin pretensiones. Si había tantos viajeros mentirosos, él también podía merecer la tolerancia del lector.El viaje comenzaba en el mar. Luciano y sus amigos salían de las Columnas de Hércules (Gibraltar) rumbo al Mar de Occidente (el Atlántico). Eran nada menos que los precursores de Colón, y sobre el final hasta hablaban de “llegar al otro Continente”.En lugar de descubrir América, los griegos pronto eran arrebatados por un tornado que los llevaba por los aires y veían acercarse la Luna como una isla resplandeciente.Las distancias de Luciano eran modestas hasta para el sistema geocéntrico. La Luna estaba a 3 mil estadios de altura (570 kilómetros), lo que para nosotros sería la exósfera, una distancia insuficiente para mantenerla en órbita.Recién alunizados, eran llevados ante el rey Endimión, que resultaba ser otro terrestre que había llegado con un tornado anterior. Los selenitas (Luciano fue el primero en llamarlos así) les explicaban que la Tierra es su Luna, y les mostraban en un espejo mágico imágenes “satelitales” de nuestro planeta.Los lunares son hermafroditas, se visten de bronce y cristal, brindan con aire exprimido y al morir se evaporan. Al llegar la comitiva de Luciano, están empeñados en guerra con los habitantes del Sol, con quienes disputan una colonia en Venus. Se lucha con pulgas, hormigas y arañas gigantes, y hasta hay paracaidistas. Por fin, las tropas solares de Faetón levantan un muro de espesas nubes que arroja la sombra sobre los selenitas, forzándolos a rendirse. Era algo que hoy cualquiera llamaría ciencia ficción, aunque entonces era un poco prematuro.EL SUEÑO DE KEPLERQuien retomó la posta de Luciano fue nada menos que Kepler, uno de los fundadores de la ciencia moderna. Curiosamente, su Sueño astronómico (1630), un relato que no llegó a ver publicado, partía de una propuesta política. Kepler lo ofrecía como una guía para aquellos que quisieran marcharse a la Luna, hartos de las guerras de religión. El astrónomo había sufrido la intolerancia en carne propia, y había visto a su madre a punto de ser quemada como bruja.El Sueño es la historia de su alter ego Duracotus, nacido en Islandia. Su madre lo vende a unos marineros, que lo ponen en manos de Tycho Brahe (el maestro de Kepler) y gracias a eso puede tener una formación científica. Cuando Duracotus vuelve a sus pagos descubre que su madre, la bruja Fiolxhilda, sabe más que todos los astrónomos porque tiene tratos con un demonio lunar.La Luna de Kepler se llama Levania y está a una distancia de cincuenta mil leguas alemanas, algo que se acerca bastante a la astronomía moderna.Claro está que el viaje es posible sólo si uno logra hacerse transportar por algún demonio, y siempre que sea durante un eclipse. Con todo, la mente científica de Kepler prevalece cuando recomienda a sus astronautas consumir opio para resistir la aceleración o describe sus cuerpos en caída libre, en cuanto “la atracción magnética (sic) de la Tierra y la Luna se equilibran”.Recordando a Luciano, Kepler llama “endimionidas” a sus lunares, pero los pone en un contexto más realista al distinguir entre los que habitan la cara visible y los de la oculta. Los primeros son los subvolvani (Volva es la Tierra, porque da vueltas). No los vemos desde aquí porque viven en el subsuelo, y apenas alcanzamos a apreciar las murallas que levantan para protegerse del Sol: son los cráteres. Tienen cuerpo de serpiente; los rayos solares los achicharran, pero renacen en la sombra.En cambio, los prevolvani, habitantes de la cara oculta, son nómades, porque deben desplazarse conforme a un clima que alterna noches heladas de nieve y viento con días de calor abrasador.Todo esto resultaba bastante ingenioso para una época en la cual ya existían los telescopios. Kepler no era muy adicto a ellos, pero no dejaba de valorar la obra de Galileo, y las fantasías comenzaban a acotarse.EL SECRETARIO FONTENELLEEn el siglo XVII no había muchos que llegaran a vivir cien años, pero Bernard Bouvier de Fontenelle lo consiguió. Durante la mayor parte de su vida fue el secretario de la Academia de Ciencias francesa, lo cual le permitió convertirse en uno de los primeros divulgadores científicos y un decidido best-seller. Sus Conversaciones sobre la pluralidad de los mundos (1686) tuvieron un número increíble de ediciones y traducciones a todas las lenguas europeas.En uno de sus ficticios diálogos con una marquesa y sus damas, que por lo general se limitan a proferir exclamaciones, asegura que “la Luna es una Tierra habitada”. También da un paso audaz, si pensamos que la única nave aérea de su época era el globo de aire caliente, cuando anuncia que “el arte de volar apenas ha nacido, pronto se perfeccionará, y algún día viajaremos a la Luna”.Fontenelle no se limita a eso; piensa que bien podrían ser los selenitas quienes vinieran a la Tierra. Imagina una suerte de Roswell estilo rococó. Si una nave lunar se estrellara, digamos, en Fontainebleau, nos permitiría “estudiar con toda comodidad las extraordinarias formas” de sus tripulantes, opina la marquesa.El secretario le replica que si los extraterrestres son tan hábiles para navegar por el espacio, también podrían ser ellos quienes “nos pescaran como a peces”. La marquesa se ríe e, imaginándose vaya uno a saber qué, confiesa que “se arrojaría en sus redes sólo para tener el placer de conocerlos”.VERNE Y WELLSEl sueño de Fontenelle comienza a tomar forma cuando Julio Verne planea la expedición de su Viaje a la Luna (1865), que se completa con Alrededor de la Luna (1869). Fiel a los principios positivistas, Verne procura no apartarse demasiado de los conocimientos científicos de su tiempo. Por eso mete a sus pasajeros en una bala y los dispara con un cañón Columbiad, apenas más grande que los que se habían usado en la Guerra de Secesión norteamericana.Claro que no repara en que aun para la ciencia de entonces la aceleración de la bala hubiera hecho puré a sus viajeros. Tampoco se atreve a hacerlos descender en nuestro satélite, para no tener que pronunciarse sobre el tema de los selenitas. Sus viajeros dan la vuelta a la Luna, y descienden en el Pacífico, como los astronautas del siglo XX. Pero no logran traer ni una piedra lunar, lo cual no deja de despertar sospechas.El gran rival de Verne es H. G. Wells. Mucho menos riguroso que Verne, quien jamás se hubiera atrevido a imaginar un hombre invisible o una máquina del tiempo, no usa un cañón ni un cohete, sino algo tan hipotético como la antigravedad.En Los primeros en la Luna (1901), gracias a una sustancia sintética que neutraliza la atracción gravitatoria, el sabio Cavor y su vecino viajan a un mundo bastante similar al de Luciano y Kepler, aderezado con hipótesis más aceptables para la ciencia de fines del siglo XIX.Para entonces, con los telescopios modernos, era evidente que si hubiese vida o artefactos de alguna especie inteligente en la superficie lunar, ya los hubiéramos visto. Wells se mantiene fiel a Kepler y esconde a los selenitas bajo el suelo, permitiéndoles salir sólo en las sombras. Hasta se las ingenia para que el aire, congelado en el área oscura, se evapore al sol y permita respirar sin escafandra.Wells aprovecha para diseñar una suerte de utopía: una sociedad de insectos súper especializados para funciones específicas, que dependen de una suerte de cerebro maestro, el cual no es más que la versión moderna de Endimión.La tradición que viene de Luciano termina en Wells, aunque por un tiempo más la atmósfera lunar se negó a desaparecer. En el clásico La mujer en la Luna (1929), para el cual Fritz Lang se hizo asesorar por Herman Oberth, hay aire y agua, pero están en la cara oculta. En una película soviética de 1935 (El viaje cósmico, de Zhuravlev) los astronautas de la nave José Stalin andan en escafandra, y se llaman a los gritos, a pesar de contar con el asesoramiento de Ziolkovski. Pero todavía son capaces de encontrar aire congelado, que les permite sobrevivir y regresar. El aire nunca apareció, pero el agua acaba de ser encontrada, y todavía nadie ha empezado a dudar de su autenticidad.