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viernes, 29 de enero de 2010

Premio Casa de las Américas

Casa de las Américas cierra con galardones para Argentina, El Salvador y Cuba
Hoy, 03.16
La Habana, 28 ene (EFE).- El premio literario Casa de las Américas 2010 cerró hoy su edición 51 reconociendo a autores de Argentina, El Salvador y Cuba en sus principales categorías, tras una semana de trabajo en la que el jurado valoró 436 obras de 22 países. Seguir leyendo el arículo
El galardón, que cada año alterna su convocatoria en distintas categorías, recibió en esta ocasión obras en los apartados de Teatro, Poesía, Literatura Brasileña y Literatura caribeña en inglés o creol.
El argentino Bruno Di Benedetto ganó en Poesía por su libro "Crónicas de muertes dudosas", mientras que el chileno Guillermo Rivera, el panameño Javier Alvarado, y el cubano Manuel García Verdecia recibieron menciones.
Sobre "Crónicas de muertes dudosas" el jurado resaltó que se trata de "una obra de actualidad digna de la mejor poesía latinoamericana", al combinar "lirismo, investigación y un llamativo sentido del humor".
En Teatro, el premio fue para la pieza "Al otro lado del mar", de la salvadoreña Jorgelina Cerritos, a quien el jurado felicitó por la poesía y sencillez de su propuesta, y su "inteligente reflexión sobre la condición humana".
En esta categoría las menciones fueron para Uruguay, con la pieza "Barbarie", de Sergio Blanco, y para Cuba, por "Las dos caras de la moneda", de Cheddy Mendizábal Álvarez.
El poemario "Approaching Sabbaths", de la trinitense Jennifer Rahim, obtuvo el galardón a la mejor obra de Literatura caribeña en inglés o creol, un apartado que entregó una mención honorífica a "I name me name", del jamaicano Opal Palmer Adisa.
En cuanto a Literatura brasileña la decisión recayó en "Aprendiz de Homero", de Nélida Piñón, quien reflexiona sobre "su propia condición de aprendiz y revela cómo asimiló, con esfuerzo y persistencia, el arte de narrar".
Además, se entregaron menciones para "Operación Cóndor. El Secuestro de los uruguayos", de Luiz Cláudio Cunha; "Memorias de un intelectual comunista", de Leandro Konder, y "Graciliano Ramos: un escritor personaje", de María Isabel Brunacci.
El premio especial de ensayo dedicado al "Bicentenario de la emancipación Hispanoamericana", convocado este año de manera excepcional, lo obtuvo el cubano Sergio Guerra por "Jugar con fuego. Guerra social y utopía en la independencia de América Latina".
Por su parte, el presidente de Casa de las Américas, Roberto Fernández Retamar, dio a conocer los premios honoríficos "José María Arguedas", de narrativa; "Ezequiel Martínez Estrada", de ensayo, y "José Lezama Lima", de poesía, a libros publicados en 2007 y 2008.
Esos reconocimientos recayeron en el narrador ecuatoriano Francisco Proaño, por "Tratado del amor clandestino"; la argentina Adriana Rodríguez, por el ensayo "Relatos de época: una cartografía de América Latina (1880-1920)", y el poeta panameño Manuel Orestes Nieto, por "El cristal entre la luz".
El jurado, que durante una semana deliberó en la ciudad central de Cienfuegos, estuvo integrado por intelectuales de Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Cuba, Ecuador, Perú, Venezuela y Reino Unido.
Como parte del Premio, Casa de las Américas también organizó exposiciones, conferencias sobre teatro latinoamericano actual y literatura caribeña y lecturas de poesías.
En 2009 esa institución cultural cubana celebró sus cinco décadas, y este año festeja el medio siglo de su Fondo Editorial, que surgió con el objetivo de publicar las obras premiadas en el concurso literario.
El Fondo, que tiene casi un millar de títulos, de ellos unos 400 galardonados con el premio, editará durante 2010 un catálogo histórico con los textos de sus diferentes colecciones.
Desde su creación en 1959, tras el triunfo de la revolución liderada por el ahora ex presidente cubano Fidel Castro, el Premio Casa de las Américas ha estimulado y difundido la actividad literaria de Latinoamérica, y es considerado uno de los galardones con mayor historia y prestigio en la región.
A lo largo de estos 50 años el reconocimiento ha recaído en figuras como el ecuatoriano Jorge Enrique Adoum, el argentino Ricardo Piglia, el salvadoreño Roque Dalton, el chileno Antonio Skármeta, el uruguayo Eduardo Galeano y la guatemalteca Rigoberta Menchú.

domingo, 24 de enero de 2010

Frutillas estrujadas

AMOR DE CIUDAD GRANDE

De gorja son y rapidez los tiempos.
Corre cual luz la voz; en alta aguja,
Cual nave despeñada en sirte horrenda,
Húndese el rayo, y en ligera barca
El hombre, como alado, el aire hiende.
¡Así el amor, sin pompa ni misterio
Muere, apenas nacido, de saciado!
Jaula es la villa de palomas muertas
Y ávidos cazadores!
Si los pechos
Se rompen de los hombres, y las carnes
Rotas por tierra ruedan, no han de verse
Dentro más que frutillas estrujadas!
Se ama de pie, en las calles, entre el polvo
De los salones y las plazas; muere
La flor el día en que nace. Aquella virgen
Trémula que antes a la muerte daba
La mano pura que a ignorado mozo;
El goce de temer; aquel salirse
Del pecho el corazón; el inefable
Placer de merecer; el grato susto
De caminar de prisa en derechura
Del hogar de la amada, y a sus puertas
Como un niño feliz romper en llanto;
Y aquel mirar, de nuestro amor al fuego,
Irse tiñendo de color las rosas,
Ea, que son patrañas! Pues ¿quién tiene
Tiempo de ser hidalgo? ¡Bien que sienta,
Cual áureo vaso o lienzo suntuoso,
Dama gentil en casa de magnate!
O si se tiene sed, se alarga el brazo
Y a la copa que pasa se la apura!
Luego, la copa turbia al polvo rueda,
Y el hábil catador-manchado el pecho
De una sangre invisible-sigue alegre
Coronado de mirtos, su camino!
No son los cuerpos ya sino desechos,
Y fosas, y jirones! Y las almas
No son como en el árbol fruta rica
En cuya blanda piel la almíbar dulce
En su sazón de madurez rebosa,
Sino fruta de plaza que a brutales
Golpes el rudo labrador madura!
¡La edad es ésta de los labios secos!
De las noches sin sueño! ¡De la vida
Estrujada en agraz! ¿Qué es lo que falta
Que la ventura falta? Como liebre
Azorada, el espíritu se esconde,
Trémulo huyendo al cazador que ríe,
Cual en soto selvoso, en nuestro pecho;
Y el deseo, de brazo de la fiebre,
Cual rico cazador recorre el soto.
¡Me espanta la ciudad! Toda está llena
De copas por vaciar, o huecas copas!
¡Tengo miedo ¡ay de mi! de que este vino
Tósigo sea, y en mis venas luego
Cual duende vengador los dientes clave!
¡Tengo sed; mas de un vino que en la tierra
No se sabe beber! ¡No he padecido
Bastante aún, para romper el muro
Que me aparta ¡oh dolor! de mi viñedo!
¡Tomad vosotros, catadores ruines
De vinillos humanos, esos vasos
Donde el jugo de lirio a grandes sorbos
Sin compasión y sin temor se bebe
!Tomad! Yo soy honrado, y tengo miedo!
(José Martí, a 157 años de su natalicio)