sábado, 25 de diciembre de 2010

#Sindegate O cómo EEUU creó la Ley Sinde contra la ciudadanía


TEXTOS E IMÁGENES TOMADAS DEL BLOG
http://sindegate.net/internet-sigue-siendo-libre/

El 21 de Diciembre debería de declararse día nacional de la SINDEpendencia del ciberespacio. La sociedad hizo valer sus derechos y sus razones frente a los lobbies del copyright, las injerencias de potencias extranjeras y la corrupción política. El Congreso en pleno, excepto el PSOE, dijo NO a una ley arbitraria, chapucera y antidemocrática.
 En este comunicado analizamos el contexto, la historia y el futuro de esta propuesta de ley y lo que significa y agradecemos a todas las personas que han hecho posible que se gane esta batalla. La lucha sigue.

Introducción

Si el resultado de la votación hubiera sido la aprobación de la Ley Sinde, los partidos políticos y lobbies que apoyan el ancien régime de la propiedad intelectual, pueden tener por seguro que para miles de personas ese episodio hubiera significado la ruptura radical con las pocas señas de identidad que todavía les mantienen en los límites del sistema. Se equivocan quienes desprecian Internet y las descargas como asuntos de jóvenes más o menos airados que dependen de sus padres. Hoy en día, los sectores más dinámicos de la sociedad organizan parte de sus vidas en torno a la creación y difusión libre de la cultura. Estamos empezando a articular un modelo social que los poderes niegan, temen y reprimen. La libertad de expresión, el acceso general a la cultura, el movimiento copyleft y el intercambio de archivos, significan una sociedad en autoorganización que dibuja una nueva economía productiva mucho más avanzada y real, que la de la borrosa Ley de Economía Sostenible. Hoy han fracasado, más que nunca, en su intento de reprimir ésta realidad.
Quienes han podido seguir la votación en directo han comprobado la tremenda distancia que separa a los llamados poderes públicos, los antiguos poderes públicos, de la ciudadanía. Los medios de presión del pueblo, la libre expresión y difusión de sus propuestas en la red, tratan de contraponerse a los amplios medios de persuasión de los que disponen los artistas españoles afincados en Miami o la embajada de EEUU. Aún con todo, la fuerza y el entusiasmo, de millones de personas hicieron lo posible para cambiar un sentido de la Historia contraria a los intereses de la ciudadanía. Es el eterno cuento de la Historia que no se detiene en el siglo XXI.
La democracia de las instituciones es una caricatura de la democracia tal como es practicada en el ciberespacio hoy. Los poderes están tan pervertidos que quedan ocultos detrás de una tecnocracia incomprensible y del mercadeo de intereses personales y de partido mientras que la red actúa desde los principios de consenso, libre determinación y comunicación transparente de todas sus acciones, incluso aquellas que limitan con la legalidad. Sin jerarquías, sin “negociadores”, sin que haya una cabeza que pueda ser cortada decapitando todo el movimiento. Un modelo espontáneo y libertario que demuestra su eficacia sobresaliente y que pronto se articulará en la defensa de otros derechos sociales.

Sinde Pírate

La ministra de cultura, como sus predecesores, ha demostrado ser la ministra de la ignorancia al servicio de los intereses de los privilegiados de una industria cultural que es antagonista del concepto mismo de bien cultural. Donde el sabio intenta hacer de la abstracción ideal norma y constumbre, el gobierno de la avaricia pretende reducirlo a ley y mercancía. Donde muchos vemos la posibilidad de mejorar la sociedad, la clase política sólo ve el beneficio cortoplacista del mercado. Donde la ética hacker del trabajo explica los valores de la descentralización, la acción directa y el mérito, los progres de ayer (hoy convertidos en viejos reaccionarios) sólo buscan vivir de las rentas al modo de los antiguos aristócratas que terminarían siendo guillotinados en la plaza pública de la Revolución Francesa.
González-Sinde ha demostrado el poco compromiso que tiene hacia su ministerio al haber estado a punto de aprobar una ley anti-Cultura impuesta por el Gobierno de Estados Unidos, y para beneficiar los intereses mercantiles de las grandes multinacionales en dicho país. Los documentos revelados por Wikileaks y traducidos en nuestra web, muestran las verdaderas motivaciones que se ocultaban por debajo de “la defensa de la cultura” que enarbolaba la ministra. Una ministra que diseña leyes a medida para contentar a gobiernos extranjeros y que no nos incluyan en el eje del mal de la piratería a través del famoso Informe 301. Lista que por cierto al final resultó ser más falsa que un euro de madera, mostrándonos de nuevo los intereses que impulsan la maquinaria legal de los gobiernos.

Es el logro de una nueva sociedad organizada en red

Han sido poco más de dos años de lucha de Hacktivistas.net (una lucha que compartimos con otras muchas asociaciones, periodistas, ciberactivistas, abogados y ciudadanos). Empezamos con una descarga pública P2P para demostrar que las descargas no son ilegales en este país. Pronto nos dimos cuenta de que el gobierno iría a presionar a las webs de enlaces y creamos Lalistadesinde.Net que cuenta ya con más de 1.500 páginas desobedientes a la Ley Sinde. Y en cuanto dicha ley empezó a tomar forma en la sombra, abrimos Xmailer (una herramienta de democracia directa que permitía a la ciudadanía ponerse en contacto directo con los parlamentarios por email). Desde entonces se han enviado más de millón y medio de correos electrónicos. En cuanto empezaron a conocerse las filtraciones de Wikileaks sobre la Ley Sinde, montamos Sindegate con todos los cables traducidos y un foro participativo.
No somos los únicos que han participado de esta batalla. Desde nuestra pequeña trinchera hemos puesto las herramientas que construíamos a disposición de muchos internautas y hemos colaborado en la medida de nuestras posibilidades de las inteligentes acciones que han llevado a cabo muchas otras agrupaciones en la red. Sin todas esas personas, hoy no estaríamos celebrando esta victoria y ellos lo saben.
Somos muchos más de los que creemos los que tienen intereses comunes en estas propuestas, porque la libertad, también la electrónica, da lugar a formas de organización y posicionamientos que parten de bases parecidas y objetivos compartidos. Sólo aquéllos a los que unen intereses y mentideros con los representantes de la vieja política pueden sentir la tentación de suplantar este movimiento y hacerlo fracasar por no estar a la altura de sus egos. La acción colectiva logra que esas voces acompañen a las multitudes y, afortunadamente, no las guíen como pastores de un rebaño.
Las y los internautas han demostrado que cuando se movilizan, y realmente lo han hecho en cantidad de cientos de miles en las últimas 48 horas, pueden poner de rodillas a cualquier gobierno tirando por los suelos lo que ellos, e imperios como EE UU, llevan años planeando. Ésta ha sido una movilización horizontal, desde las bases, sin el gregarismo a remolque de la expectativa de lo que dijeran, o hicieran, determinados líderes de opinión, como en otras ocasiones. La del 20 y 21 de Diciembre ha sido un sentir general, un espíritu colectivo, arrasador. Todos hemos de aprender que para transformar la sociedad es necesario este nivel de compromiso con la cosa pública, con lo nuestro, de forma cotidiana, permanente. La sociedad debe ser consciente de esto porque, de su empoderamiento y capacidad, depende que esta generación pueda re-evolucionar el mundo en un futuro inmediato o empeore respecto al de sus padres.

Peligros futuros y presentes

La Ley Sinde NO ha muerto. Ahora la Ley de Economía Sostenible (que incluía a la Ley Sinde como caballo de Troya), pasará al senado y podría ser reactivada.
Pero todo nos hace pensar que los lobbies pondrán todos sus esfuerzos en una reforma de la ley de propiedad intelectual. De hecho existe una comisión en el congreso que ha sido ninguneada por el PSOE, al igual que ha hecho con oposición y opinión pública.
Nuestro trabajo, ahora más diseminado en la sociedad, se centrará en vigilar este proceso. Tras haber comprobado nuestras fuerzas no permitiremos más recortes de derechos de copia, ni otro tipo de medidas excepcionales destinadas a apuntalar una industria caduca de intermediarios y monopolios, de las que esperamos más agresiones de toda calaña, pero ante las que estamos mejor y más preparados que nunca.
Al mismo tiempo recordamos que están en marchas otras iniciativas fuera de nuestras fronteras, que pueden entrar en la agenda de las legislaciones nacionales, comunitarias, o acuerdos internacionales, especial atención prestaremos al tratado ACTA y a los ataques a la neutralidad en la red.


EL SINDEGATE. Es el escándalo surgido a raíz de las filtraciones de WikiLeaks que muestran cómo la Ley Sinde fue diseñada por los EEUU.  La ley pretende crear una comisión censora en el Ministerio de Cultura con potestad para cerrar y bloquear webs sin las garantías de un juicio previo.
Ante las contundentes muestras de rechazo ciudadano, el Gobierno del PSOE pretende aprobar la ley el próximo martes 21 forzando un mecanismo rápido: votarla dentro de la Comisión de Economía, para no tener que pasar por el Pleno del Congreso de los Diputados ni enfrentarse a ninguna de las objecciones planteadas por otros partidos. Uno de los cables filtrados por Wikileaks cuenta como el Embajador de EEUU pidió a Ángeles González-Sinde que la ley saliera adelante sin enmiendas (10MADRID174).

LOS CABLES. Éstos son los famosos ‘cables’ de WikiLeaks que demuestran desde 2004 que la Ley Sinde es un invento norteamericano.
Wikileaks ha revelado una serie de cables de la embajada de EEUU en Madrid que explican cómo el gobierno norteamericano ha diseñado la Ley Sinde. Relatan como desde el año 2004 ha presionado al gobierno español y ha dictado una agenda represiva para que el Ministerio de Cultura acabe con la libertad en Internet en favor de la industria del entretenimiento. Como resultado, la Ley Sinde está a punto de votarse en el Congreso de los Diputados de España de forma exprés.

¿CON QUIÉN HABLA EE.UU.? Descubre quiénes son las personas que salen nombradas en los ‘cables’, cómplices de EEUU e impulsores de la Ley Sinde.
En los cables de la Embajada de Madrid se nombran numerosas reuniones de funcionarios de EEUU con personas del Gobierno de España, partidos políticos, lobbies y empresas del copyright. Según los cables, todas ellas se mostraron comprensivas con los deseos de injerencia estadounidense, dispuestas a colaborar y a facilitarles información privilegiada.


HOY EN EL PAÍS:

Ángeles González-Sinde: "Confío en que habrá una 'ley Sinde" Con la ley antidescargas que lleva su nombre en el aire, pendiente de su rescate en el Senado tras el sonoro batacazo en el Congreso, la ministra habla del proceso de negociación, de la revuelta digital y de la reacción de los creadores 

El PSOE considera que "desaparecería la mitad de la cultura" si no se regulan las descargas en Internet Marcelino Iglesias está convencido de que la llamada 'ley Sinde' será aprobada en el Senado

 

domingo, 28 de noviembre de 2010

John Banville, novelista

El hombre ilustrado

Después de ganar el Booker Prize con El mar en 2005, John Banville se tomó unas vacaciones bajo el nombre de Benjamin Black, autor de novelas policiales que salió mucho más indemne y contento de la experiencia de lo que podía imaginar a priori. El regreso con Infinitos es espléndido y vital, una novela protagonizada tanto por hombres (uno de ellos agonizante) como por dioses antiguos. En este diálogo que mantuvo con Rodrigo Fresán durante la presentación del libro en Madrid, se pasa revista a estos últimos años del autor irlandés que, atrapado entre Joyce y Beckett, supo llevar adelante su propio camino.

Por Rodrigo Fresán

Hace un tiempo le pregunté a John Banville qué estaba escribiendo. Por entonces, el escritor parecía poseído por su alter ego policial Benjamin Black: uno y dos y tres thrillers veloces y a quemarropa. Pero Banville (antes de la publicación de Elegy for April, otro caso para el patólogo Quirke by Black) acechaba en las sombras y ponía a punto a Infinitos, su primera obra estrictamente banvilleana desde El mar (ganadora de el Booker Prize). “Transcurre a lo largo de un día de verano, en una casa en el campo en la que un anciano en coma agoniza. Su familia se ha reunido para despedirlo y, con ellos, también acuden los dioses junto al lecho del moribundo. Espero, como mínimo, que sea una obra maestra, un éxito de ventas y que me lleve hasta las puertas del Nobel, ja”, me contestó por mail.

Lo que sigue es un fragmento de la transcripción de un diálogo en público en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, mientras Infinitos se presenta ahora en castellano y su autor –ya metido a fondo en su próximo desafío, donde convergerán personajes de novelas anteriores– entra y sale de libros y de librerías.

Una vez me dijiste que una de tus fantasías es entrar en una librería, chasquear los dedos y hacer desaparecer todos tus libros para poder empezar de nuevo.

–Sí, seguro que tú también conoces esa sensación. Odiamos a nuestros hijos, bizcos y desdentados; nos encerramos en una habitación durante uno o dos años haciendo estos objetos y, para cuando los acabamos, los detestamos por completo. Toda mi obra anterior está ahí como testimonio evidente de mi falta de talento, aunque también es cierto –lo he dicho muchas veces– que considero que mi obra es mejor que la de los demás, sólo que no es lo suficientemente buena para mí. Soy de esa clase de perfeccionistas. Y me atormenta no ser capaz de hacerlo bien. Una vez le preguntaron a Iris Murdoch por qué escribía tanto y respondió que pensaba que cada nueva novela la exculparía de todas las anteriores. Yo pienso lo mismo.

Pero al menos sentirás que hay algún tipo de mejora con cada libro... ¿O es sólo otro libro de John Banville?

–Siempre he envidiado a los poetas, que revisan su obra anterior con profundo placer. Tengo amigos que leen poemas que escribieron a los diecisiete, hace cincuenta años, y les encantan. Yo eso lo encuentro muy extraño. Parece que los poetas no mejoran; de hecho, la mayoría empeora. Uno puede hacer poesía excelente de joven, pero no creo que sea el caso de los novelistas. Supongo que uno aprende a usar el lenguaje de un modo más fluido y con más sensibilidad a medida que pasa el tiempo. Pero, por supuesto, nuestras ideas y nuestra ignorancia sobre el mundo son tan densas como siempre. De joven pensaba que cuando envejeciera me volvería más sabio, pero la edad no trae sabiduría, sólo confusión. Aunque a veces la confusión puede resultar interesante. Ahora dejo que en mis libros pase lo que tenga que pasar con mayor frecuencia que en los viejos tiempos; me gusta la idea del azar. Pero, ¿mejoro?

Me pregunto si parte del problema no tendrá que ver con ser un escritor irlandés. En cierta ocasión dijiste que sientes que todos tus antepasados son como “estatuas gigantes de la Isla de Pascua”.

–Sí, es difícil ser un novelista irlandés. Es un país pequeño con un número extraordinario de escritores de una estatura enorme. No parece que tengamos muchos escritores mediocres, sólo maravillosos o realmente horribles. Joyce lo metió todo, Beckett lo sacó todo, y los demás nos movemos en el terreno que dejaron en medio sin saber muy bien qué hacer. Mi amigo Neil Jordan, por ejemplo, decidió dedicarse al cine porque sentía que no podía competir con los escritores del pasado. Por mi parte, he tratado de forjar un nuevo tipo de ficción que es en buena medida un tanto pedestre... Se trata de buscar nuevos modos de avanzar. ¿Por qué sentimos que tenemos que hacerlo? No lo sé. Creo que uno de los peores consejos que se pueden dar es el de Ezra Pound: “Que sea nuevo”. Un buen día, cuando tenía unos cuarenta años, me pregunté: ¿por qué, qué hay de maravilloso en que algo sea nuevo? Lo que valoramos y apreciamos más en el arte es el elemento tradicional que contiene. De manera que me he transformado en un antivanguardista. Es decir, soy el líder de la retroguardia.

Has dicho que el libro que te abrió los ojos como novelista fue Dublineses, de James Joyce, y que, con los años, te has ido acercando mucho más a Beckett. Lo cual me extraña mucho. Sí reconozco en tu escritura una voz sonámbula en primera persona que intenta relatar el universo entero, pero en cuanto a la prosa me parece que estás mucho más cerca de un Proust, por ejemplo, en el aspecto sensorial.

–Sí, hay una distinción muy práctica, de mi propia cosecha, según la cual los escritores irlandeses de ficción pueden tomar dos caminos: el joyceano y el beckettiano, y supongo que en mi caso –en un sentido muy amplio– sigo el camino de Beckett, aunque no soy un escritor como él. Su proyecto era, desde el principio, un asalto al lenguaje, un esfuerzo por negarlo. En cambio, a mí el lenguaje me resulta peligrosamente atractivo. Gozo con él, aunque intento evitarlo.

Acabas de mencionar a Frank Kermode. ¿Qué te parece la crítica literaria? ¿Crees que los escritores tienen algo que aprender de los críticos académicos?

–George Steiner me dijo hace años que los especialistas son los carteros del futuro. Me parece una excelente justificación de su trabajo, pero lo cierto es que no suelo leer obras académicas. No es que no me gusten: es que no son para mí. No puedo leer textos sobre mi propia obra, al igual que no puedo leer mi propia obra. Me sorprendió un día, hace relativamente poco, darme cuenta de que la única persona que no puede leer mis libros soy yo. Porque ya los conozco, y conozco asimismo todas las versiones anteriores, y eso los ensucia. Mientras que para un lector que llega a ellos por primera vez, todo es nuevo. Un buen especialista siempre da la sensación de llegar al libro por primera vez. Por otro lado, quedan muy pocos críticos realmente estimulantes, como Edmund Wilson, personas que estaban fuera de la academia, pero también absolutamente comprometidas y eruditas. Y erudito, a mi parecer, suele ser algo completamente distinto de académico.

No contento con crear personajes, creaste un escritor de novelas policiales: Benjamin Black.

–Benjamin Black está a medio camino entre John Banville y el tipo de periodista literario que soy desde hace unos treinta o cuarenta años. Si yo me pongo a escribir un texto para The New York Review tardo un día, lo hago de un tirón. Benjamin Black también escribe de modo muy rápido, muy fluido. Mientras que el pobre Banville escribe como un caracol que cruza la página, dejando esa horrible baba... Así que son dos métodos de escritura completamente distintos. Empecé a ser Benjamin Black hace unos cinco años porque en aquel momento pensé que sería divertido, y que además podía ganar algo de dinero. Tenía un guión para la televisión que no se iba a hacer, así que decidí convertirlo en una novela. Pero, si lo pienso, ahora me doy cuenta de que me hacía falta: Banville necesitaba un empujón para salir del camino en el que se sentía encerrado.

Volviendo al tema del estilo y a la trama, una vez me comentaste que el estilo avanza con zancadas triunfantes mientras que la trama arrastra los pies.

–Sí, como somos novelistas, no nos podemos librar de la trama, una novela tiene que tener historia. Si no, no es ficción. Yo he tratado de trabajar dentro de las reglas y de la tradición de la ficción.

¿Y cómo relacionas la idea de la trama y la de estilo? Para mí, el párrafo más revelador de toda tu obra está en El libro de las pruebas, cuando Frederick Montgomery dice: “Nuestro destino no era estar en este planeta, esto es un error”. ¿Cómo te enfrentas a eso, a estar en el planeta equivocado y tratar de encontrar estilo y trama aquí?

–Se trata de un párrafo de El libro de las pruebas, que escribí hace veinte años, en el que un personaje dice: “Nunca me he acostumbrado a estar en esta Tierra. Siento que nuestra presencia aquí es un error cósmico, y que nuestro destino era otro planeta”. Y luego se pregunta cómo les irá a esos terrícolas delicados, a los que iban a venir aquí, en el otro lado del Universo, y se dice: “No, hace mucho que deben de haberse extinguido, cómo habrían podido sobrevivir los delicados terrícolas en un mundo hecho para contenernos a nosotros”. Y creo que es verdad. Me siento, como todos nosotros, un extraño en la Tierra. Este es un mundo absolutamente exquisito, no hay más que mirarlo, tan distinto de nosotros. Hemos adquirido un conocimiento que las otras criaturas no tienen, la conciencia de la muerte, y hemos pagado un precio enorme por ello; sólo hay que ir a cualquier sala de espera de un hospital psiquiátrico para entender el daño que la conciencia nos ha infligido. Se trata de un regalo muy valioso, pero también muy difícil. Un don que nos ha distanciado del mundo, de los animales, lo cual me consterna profundamente. ¿Sabes cómo nos miran los animales? No me refiero sólo a los animales domésticos sino también a los salvajes. Nos miran con perplejidad, y constantemente tratan de comprendernos. Como dice Nietzsche, los animales nos miran como el animal que ríe, el animal infeliz, el animal loco. Por eso, supongo, es por lo que escribo, a causa de esa sensación de distanciamiento, e intento encontrar el camino de vuelta al mundo mediante oraciones. No creo que sea algo excepcional, es lo que todos hacemos cuando hablamos, cuando tratamos de expresarnos ante un ser amado u odiado.

Tus libros están llenos de pintores y de cuadros. He leído que intentaste ser pintor, pero no te gustaba lo que pintabas. Dijiste al respecto algo muy interesante: que intentar pintar te enseñó mucho sobre la escritura y sobre la manera de mirar las cosas. Si alguien bajase del cielo, uno de los dioses de tu última novela, y te dijese que podrías pintar el cuadro que quisieras, ¿cuál sería?

–Cualquiera de la serie de La baigneuse del último Bonnard, de los estudios de su mujer en el baño, hay seis u ocho, cualquiera de ellos, sobre todo el último, uno de los mejores... Por cierto, las enseñanzas de la pintura también se pueden apreciar en la obra de John Updike, que tenía formación artística.

Sí, intentó hacer dibujos animados, con Walt Disney...

–... y estudió dibujo en Londres, en la Ruskin School. No diré que la pintura te haga percibir el mundo de una manera diferente, pero sí te proporciona una mirada más aguda, miras los detalles de otro modo, de una forma más minuciosa. ¡Desgraciadamente yo no tenía ningún talento! No sabía dibujar, no tenía sentido del color, ni conocimiento del oficio. Era un adolescente, y creo que intenté pintar porque las palabras me desesperaban, me parecían un medio demasiado difícil. Y aún me lo parecen. Una de las razones es que son la moneda común de nuestra vida diaria. Como ese personaje de Molière que descubre a los cincuenta años que lleva toda la vida hablando en prosa. El hecho de que hablemos un tipo de prosa no literaria hace doblemente difícil la renovación de este medio común para que parezca nuevo. La pintura me pareció, en aquella época, un medio simple. Estaba equivocado, desde luego.

En todos tus libros, el lenguaje es lo más importante y definitivo, pero también están llenos de ciencia; por ejemplo, los que escribiste sobre Kepler y Copérnico, incluso La carta de Newton y Mefisto. Y ahora, otra vez, la ciencia es parte importante de Infinitos. ¿Cómo llegaste a ello? ¿Has pensado alguna vez en volver al descubrimiento científico como tema literario?

–El protagonista de Infinitos es un matemático. Siempre me ha fascinado la ciencia. Creo que la ciencia del siglo XX ha producido algunas de las ideas, y hasta de las imágenes, más hermosas. Me parece mucho más interesante la física que la filosofía del siglo XX. Por supuesto, de ninguna manera soy un experto; como todo novelista, vergonzosamente, finjo saber cosas que no sé. En los años ‘70, en Copérnico y Kepler, escribí sobre ciencia como una forma de escribir sobre la creatividad sin escribir sobre el arte. Estoy convencido de que la ciencia y el arte surgen de la misma fuente interior. Adoptan formas muy diferentes –la ciencia tiene rigor y el arte no; uno no puede refutar un soneto, pero sí una teoría científica–, pero creo que el origen es el mismo. Ahora tengo sentimientos muy ambiguos hacia esos libros. Me hicieron perder mucho tiempo dedicándome un poco a la investigación. Hasta un poco de investigación, para un novelista, resulta completamente extenuante... Cuando escribí esos libros era joven, tenía veinte años, había una pequeña serie de libros de bolsillo en aquel tiempo, se llamaba Fontana Modern Masters y tenía cosas tipo George Steiner sobre Heidegger. Yo me imaginaba, en un futuro lejano, mi nombre en el lomo de uno de aquellos libros y el de algún crítico eminente que hubiera escrito sobre mí. Quería ser uno de los grandes novelistas europeos de ideas. Como digo, era joven.

¿Y esa inquietud no tenía que ver con la idea de que la ciencia es exacta y la literatura no?

–No, era más bien que me fascinaban las personas como Copérnico y Kepler. Copérnico sólo fue a ver estrellas tres veces en toda su vida; Kepler tenía doble visión, así que cuando miraba el cielo, lo veía todo doble. Realmente no les interesaban las cosas tal y como son, la realidad efectiva. Lo que querían era concebir un sistema que pudiese, como se decía, “salvar los fenómenos”. Era una forma totalmente distinta de hacer ciencia. Ni siquiera se llamaba ciencia, se llamaba filosofía natural. Pero me fascinaba, porque es de hecho lo que hace el artista: trata de imponer un sistema sobre una realidad incoherente.

Y con el ir y venir de tus libros, ¿crees que te estás acercando a una suerte de “teorema Banville”?

–(Risas) No, como he dicho, la edad sólo trae confusión.


(Tomado de Página 12)

martes, 27 de julio de 2010

sábado, 20 de febrero de 2010

Pintores de Haití

Artistas haitianos ahora pintan escenas del sismo
2 horas, 11 minutos
Por Pascal Fletcher
PUERTO PRINCIPE (Reuters) - Antes del terremoto en Haití del 12 de enero, el pintor Louis Saurel representaba las coloridas escenas de la vida rural que muchos turistas eligen como recuerdos de su visita al empobrecido país caribeño.
Ahora aplica su talento artístico para capturar los horrores que produjo el sismo, cuando el desastre natural más letal de la historia de Haití puso su vida patas arriba, junto a la de cientos de miles de sus compatriotas.
En una carpa improvisada donde ha vivido con su esposa y sus cinco hijos desde que su casa quedó reducida a escombros, Saurel, de 35 años, ha comenzado a pintar escenas de la devastación en la capital de Haití, Puerto Príncipe.
Usando los mismos colores encendidos y representaciones estilizadas que han hecho famoso al arte haitiano, Saurel y sus colegas pintores en la plaza St. Pierre, el distrito Petionville de la capital, ponen sobre el lienzo los edificios agrietados, los escombros amontonados y las víctimas horrorizadas del terremoto.
"Es una experiencia dolorosa, pero nosotros los artistas somos los testigos, pintamos el pasado, el presente y el futuro", afirmó a Reuters afuera de su tienda, parte de un caótico y extenso campamento de sobrevivientes que cubre St. Pierre y decenas de otros espacios abiertos de la ciudad.
"Los niños que ahora sólo tienen unos pocos meses, podrán ver qué ocurrió por medio de nuestras pinturas cuando crezcan y tengan 10 años", expresó.
El sismo causó la muerte de más de 200.000 personas y dejó a más de un millón sin hogar, y algunas personas piensan que pintar escenas del sismo es insensible e incluso cruel.
No es el caso de Napoleón Chery, de 52 años, otro de los pintores en la plaza St. Pierre.
"Esto es parte de la historia de nuestra nación y tenemos que contar con una producción artística que lo refleje", dijo.
Pero admite que hay un alejamiento de los temas tradicionales que los pintores de la plaza eligen para sus lienzos, que usualmente representan paisajes rurales o urbanos en vivos colores, escenas en el mercado que recuerdan el legado africano de Haití o símbolos usados por los habitantes indígenas de la isla La Española.
BUSCANDO PINTURA
En una representación de las secuelas del terremoto de otro artista, Elysee Francisco, una mujer delgadísima se lleva las manos a la cabeza por el horror que le produce contemplar los muertos y heridos que yacen entre los escombros y postes telegráficos derrumbados.
En su tienda, junto a marcos de madera y tarros de pintura, Saurel está empezando otra obra, una pintura de la deshecha Catedral Nacional y otros monumentos en el centro de Puerto Príncipe. Ya bosquejó en negro las irregulares fisuras que desgarraron los edificios por el sismo de magnitud 7.
"Acabo de empezar, agregaré los colores y las figuras y las montañas en el fondo", dijo, refiriéndose a las montañas asoleadas que encierran la ciudad.
Apoyado sobre su motocicleta está el último tarro medio lleno de pintura que ha conseguido.
"Es difícil encontrar pintura ahora, porque muchos comercios están destruidos, y las galerías de arte también", indicó Saurel.
Mediante su maltrecho teléfono Blackberry, que tiene la pantalla quebrada, ve imágenes de la devastación en Puerto Príncipe, usándolas como material para su obra.
"Con esto me gano la vida", dijo Saurel, agregando que pinta hace 13 años. Señala que las ventas iban lentas antes del sismo pero aumentaron desde que los ejércitos de trabajadores de ayuda, médicos y soldados extranjeros comenzaron a rotar por Puerto Príncipe.
Esta semana, los miembros de la Asociación Nacional de Artistas Haitianos realizaron una marcha, cantando canciones y portando velas encendidas, para rendir homenaje a los colegas artistas muertos en el sismo.
Marcharon el día de Mardi Gras, que normalmente es el día de Carnaval en Haití, pero las celebración fue cancelada este año para hacer el duelo por las víctimas del terremoto.
Pese a las pérdidas, han regresado signos del barullo de la vida normal a las calles de Puerto Príncipe, visibles en concurridos mercados callejeros, el enredo de transeúntes y el tráfico caótico y las ensordecedoras bocinas de los coloridos autobuses "tap-tap" repletos de pasajeros.
Y si a alguno de los vecinos de Saurel le molesta que use la pérdida y el sufrimiento infligido por el sismo para llenar sus lienzos, no lo manifiestan.
"Estamos con vida, gracias a Dios", dijo Shirley Floreal, mientras lava ropa en un balde en el campamento.
(Reporte adicional de Sebastian Rocandio y Herbert Villarraga; Editado en español por Marion Giraldo)

viernes, 19 de febrero de 2010

Estalinismo: vaya abuso de confianza

El infierno desde adentro

Por Juan Forn
En junio de 1956, Nikita Kruschev y el mariscal Tito se reunieron en un vagón especial del tren que unía Moscú con Kiev. No había intérprete, no habían llegado aún al momento de poner por escrito lo que se conversaba, pero ambos líderes estaban flanqueados por sus hombres de confianza. La agenda era amplia: no eran pocas las diferencias ideológicas acumuladas durante los ocho años del cisma yugoslavo de Moscú. En determinado momento, Tito le alcanzó a Kruschev por encima de la mesa una lista de nombres. “Son los 113 miembros del partido yugoslavo que nunca volvieron de la URSS. Nos gustaría saber qué ha sido de ellos.” Kruschev entregó la lista a uno de sus hombres sin mirarla y dijo: “Tendrá una respuesta en dos días”. Exactamente cuarenta y ocho horas después, mientras ambos líderes fumaban sendos cigarros y brindaban por el buen resultado de las negociaciones, Kruschev sacó aquel papel de su bolsillo y murmuró detrás de una nube de humo: “Cien de estos hombres están muertos”. El resto, agregó, podría volver a Yugoslavia en cuanto la maquinaria de la KGB los localizara, a lo largo y lo ancho del territorio soviético.
Kruschev se refería por supuesto a los gulags de Siberia, donde unos meses más tarde la KGB localizó entre los muertos vivos de Krasnoyarsk al austríaco nacionalizado yugoslavo Karlo Stajner, quien luego de cumplir veinte años de trabajo forzado había sido sentenciado a exilio interno de por vida en Siberia. Stajner aceptó la buena nueva de su liberación con la misma parsimonia de hierro con que llevaba resistiendo veinte años en el gulag. Pero creyó con ingenuidad que su liberación se debía a una carta que había escrito a su amigo Josip Broz once años antes, luego de asistir, junto al resto de los prisioneros del campo de Malakovo, a una función de cine (en realidad, de noticieros sobre el resultado de la guerra) durante la cual se mostraron breves imágenes de la liberación de Belgrado por la coalición de fuerzas partisanas y soviéticas encabezadas por el mariscal Tito, a quien Stajner conocía desde los tiempos en que ambos reclutaban voluntarios en París para ir a pelear a la Guerra Civil Española (de hecho, habían sido los republicanos españoles quienes bautizaron con ese nombre a Tito porque se trabucaban al pronunciar su verdadero nombre: Josip Broz).
La biografía de Stajner es la de muchos centroeuropeos que formaron parte del Komintern, o Internacional Comunista, ese brioso caballo de Troya que marchó mansamente a su autodestrucción en el aciago período entre la Guerra Civil Española y el pacto Hitler-Stalin. Stajner era austríaco, hijo de padres proletarios, ingresó en la adolescencia en las juventudes comunistas, cambió su nombre natal cuando se hizo yugoslavo (de Carl Steiner pasó a llamarse Karlo Stajner) y, a causa de su temeridad para realizar misiones secretas y sus habilidades como organizador de imprentas clandestinas, sufrió encarcelamiento en Viena, Berlín, París y Zagreb (los revolucionarios consideraban el paso por la prisión como sus años “de universidad”, ya que esos períodos de cautiverio les servían para que los más veteranos les enseñaran lo que ellos no habían tenido tiempo de aprender allá afuera). En 1936 Stajner logró llegar a Moscú, se reportó a las oficinas del Komintern y recibió un inesperado nombramiento como jefe de la rama balcánica de la Imprenta Internacional Comunista, donde se destacó por su trabajo sin descanso hasta que, una noche, fue arrancado del catre que tenía en su oficina por agentes de la NKVD, juzgado sumariamente como contrarrevolucionario y enviado a los gulags.
En el infierno de las islas heladas, Stajner se impuso a sí mismo una obligación: sobrevivir, resistir como fuese, “para dar algún día testimonio al mundo, en especial a mis camaradas de partido, de la terrible experiencia que me tocó vivir”. A su regreso a Yugoslavia se sentó a escribir y en menos de un año tuvo listo el manuscrito de Siete mil días en Siberia. A diferencia de Solzhenitzyn (que terminó su Archipiélago Gulag el mismo año en que nuestro personaje puso punto final a su manuscrito, en 1958), Stajner prohibió que su libro se publicara en Occidente antes de ver la luz en su país. Eso lo obligó a esperar otros catorce años, soportando sin perder la paciencia infinitas posposiciones y misteriosas pérdidas de su manuscrito en oficinas editoriales de Belgrado y de Zagreb. Había tenido la precaución de enviarle una copia a su hermano en Lyon pero, a lo largo de esos años, rechazó ofertas de Francia, Italia, Alemania e Inglaterra, por gratitud personal hacia Tito, el hombre que le había salvado la vida, y por disciplina hacia el partido del cual era miembro desde 1919.
Cuando Siete mil días en Siberia se publicó finalmente en Yugoslavia, en 1972, obtuvo, para sorpresa de muchos, el codiciado premio Kovacic al Libro del Año. Pero a Stajner lo tenían sin cuidado los honores literarios en la misma medida que las prebendas políticas: nunca pidió ni esperó nada del partido, nunca volvió a ver a Tito, ni intentó hacerlo, tal como en su libro había evitado toda deliberación ideológica. Sin embargo, cuando en la traducción norteamericana de Siete mil días en Siberia se eliminó aquella mención a “mis camaradas de partido” en el celebérrimo párrafo donde Stajner se imponía a sí mismo la obligación de sobrevivir al gulag para dar testimonio), fue como si le hubieran cercenado el centro neurálgico del libro y repudió la traducción.
Nadie pudo entender esa lealtad indeclinable de Stajner a Tito y al partido. Es improbable que creyera que el uno y el otro habían logrado dar a Yugoslavia aquello que soñaban en los tiempos juveniles en que todos ellos integraban esa cofradía utópica llamada Komintern. Era otra cosa, que el gran Danilo Kis (quien aseguró repetidas veces que habría sido incapaz de escribir su obra maestra, Una tumba para Boris Davidovich, sin la lectura de Siete mil días en Siberia) adivinó, cuando dijo que hay sólo dos libros que deberían ser lectura obligatoria si se pretende que la especie humana no vuelva a tocar el fondo moral que tocó en el siglo veinte: esos dos libros son Si esto es un hombre de Primo Levi y Siete mil días en Siberia de Stajner. Y, según Kis, lo que hace únicos a esos libros es que tanto el uno como el otro se abstienen de toda monserga ideológica en sus páginas: simplemente internan al lector, en el gulag y en Auschwitz, para que experimenten el infierno desde adentro y así aprendan eso que sólo puede entenderse con el cuerpo, con cada partícula del cuerpo, además de la mente, para que nos sirva de algo.

jueves, 18 de febrero de 2010

Monsiváis, cronista del "DeFectuoso" y del reality show

El escritor habla con La Jornada sobre Apocalipstick, su más reciente libro de crónicas

">Las recurrentes crisis “vuelven inocultables las diferencias” entre los rostros citadinos, dice
">“Vean la mojadera de pobres y entenderán por qué chotearlos ha dejado de tener sentido”, apunta

Mónica Mateos-Vega

Periódico La Jornada
Lunes 15 de febrero de 2010, p. a10
Las crónicas incluidas en Apocalipstick (editorial Debate), el libro más reciente que pone en nuestras manos Carlos Monsiváis, describen una ciudad de muchos rostros. Antagónicos, complementarios, al final de cuentas indispensables para comprender no sólo la naturaleza de una megaurbe, sino también de México.
En entrevista con La Jornada, el autor explica que el gran rostro oculto y visible del país ha sido el tamaño de la desigualdad: “Y eso se complementa con el tamaño de la impunidad, el otro nombre del capitalismo salvaje.”
El escritor añade que las galerías de rostros capitalinos “ya no se complementan como se decía otrora (ya nadie dice ‘otrora’ por miedo a que lo confundan con un diccionario), porque la crisis y la crisis anterior y la crisis próxima vuelven inocultables las diferencias. Se acabó el mito de la Unidad Nacional, a la que en vano convoca el gobierno federal los miércoles o los jueves, ya no recuerdo.
“En este festín de las desemejanzas, el ejercicio de la crónica me lleva a la certidumbre de la singularidad, de lo mucho que vale la pena localizar entre los polos de la vida y la mala vida: la vitalidad, la originalidad, los poderes creativos de minorías y mayorías.
“Y la unión, pese a todo, se quebranta cuando recuerdas las diferencias entre una revista de sociales y sus fotos de la felicidad, que apenas paga impuestos, con los viajeros de un vagón del Metro. Esta comparación de las diferencias ha dejado de ser un ‘argumento populista’ en la medida en que el desastre económico de casi todos le quita su filo a la burla clasista.
“Vean las fotos del desastre tan cultivado por la Comisión Nacional del Agua, vean la mojadera de pobres y se entenderá por qué chotearlos a ellos y a sus defensores ha dejado de tener sentido. Hoy a un ultra-rico lo ciñe un ejército de guaruras y vigilancias satelitales, y el argumento antipopulista sería alegar que le dan empleo a muchos guardaespaldas.”
–¿La ciudad le seduce o a fuerza de padecerla sólo la describe?
–La ciudad me seduce y me aplasta; es decir, vivo en ella. Las prisiones no tan efímeras del transporte me aplastan y me llevan a fraccionar mi mal humor; también, algunos espectáculos callejeros me maravillan.
–¿Quienes o qué son las grandes plagas de la urbe en estos días?
–Si queremos recurrir a las imágenes de los filmes de science fiction y hablamos de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis, tendríamos que seleccionar entre el desempleo, la violencia urbana, la violencia intradoméstica, el desastre escolar, el subempleo, la explotación salarial, el tiempo invertido en el transporte, la retirada del agua en la ciudad y en el país, la contaminación y, ni modo, la crasa estupidez de la derecha. No importa si se pasan de cuatro los jinetes, al cabo, y para perjudicar todavía más la metáfora, no tienen espacio donde cabalgar.
–¿Existe algún rincón, recoveco, ambiente o plaza mayor de la ciudad de México que se le antoje cronicar en estos días?
–Como nunca, todo es cronicable. Como nunca, un cronista sólo se puede concentrar en unos cuantos temas. Pero si algo me gustaría, sería acompañar a una peregrinación, para atestiguar los fenómenos de fervor, desamparo, entrega. No soy católico y me asombra el comportamiento de la jerarquía, pero la fe guadalupana es algo notable y es alentador que ya casi no se puede usar políticamente.
–¿Cómo hace para mantener impecable su capacidad de asombro?
–No sé si mantengo impecable mi capacidad de asombro, ni sé en qué estado se encuentra la susodicha; de lo que estoy seguro es de otra cosa: el que pierda su capacidad de asombro desiste de su contemplación de la realidad, o algo parecido, tal vez menos retórico, pero no menos intenso.
Proceso creativo
–¿Cómo fue el proceso de escritura de Apocalisptick? ¿Cómo seleccionó los temas? ¿Se quedó algo fuera?
–Un libro de fragmentos se hace a través de un tiempo largo. En mi caso, escribí las crónicas para rescribirlas y las rescribí para seguirlas rescribiendo. Los temas se imponen naturalmente. Te atraen como obsesión y, con frecuencia, para quitártelos de encima, tienes que hacer notas y escribir. Hago una primera versión después del acontecimiento del que fui testigo (personal, hemerográfico, televisivo).
“Luego ‘dejo reposar los músculos del alma’ por poco tiempo y vuelvo al texto para ver si lo escribió otra persona que usa mi nombre. El criterio de selección no te lo cuento, porque sinceramente no lo recuerdo, y sí, sí me quedaron temas, como el campamento de 2006 organizado por AMLO, que cronicó de modo excelente Elena Poniatowska, y ese delirio de los ricos que suponen que si ellos se divierten el país crecerá al 50 por ciento. Pero ya no quiero arrepentirme de lo que pudo haber sido y no fue.”
–¿Haría una crónica sobre el caso de Salvador Cabañas?
–No soy la persona indicada. Nunca lo vi jugar, y no sé entusiasmarme como los comentaristas deportivos por el uso del guaraní. Pero el fenómeno del after hours como sana diversión es interesantísimo, como lo es también el amor impresionante de la afición a un jugador que les ha entusiasmado.
“El caso Cabañas tiene todo: el milagro de su salvación, el milagro del viaje de la bala a través de su cerebro, el menú de asistentes al Bar-Bar, el robo del casquillo delator, la canallez del JJ (que tiene siete nombres, siete pasaportes y siete maneras de evadir a la policía), los factores de reality show que han concurrido, en fin. Pero esta crónica no se hizo para mí, porque jamás vi a Cabañas en plena posesión de la cancha.”

domingo, 7 de febrero de 2010

Unam: puro cuento

La Dirección de Literatura publicará anualmente un volumen de narraciones cortas

Será una muestra del “laboratorio” del género en Iberoamérica, dijo Rosa Beltrán, titular de la instancia
La idea surgió de la “desaparición de los espacios naturales que lo cobijaban”, explica

“¿Qué habría sido de Borges en una época como la nuestra?”, se pregunta Rosa Beltrán"
Foto Jesús Villaseca
Arturo Jiménez
Periódico La Jornada
Domingo 7 de febrero de 2010, p. 2
Un rito editorial anual, parecido al practicado desde hace al menos un siglo en tradiciones literarias como la anglosajona, podría estar surgiendo para todos los países de habla castellana desde México, en particular desde la Dirección de Literatura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). El proyecto, que se pretende de larga duración, es publicar cada año un tomo de una antología de cuentos escritos en lengua española.
El primer tomo ya está listo, se titula Sólo cuento, e incluye 30 autores de diversas generaciones, conocidos y no tanto, pero todos vivos, en plena producción, quienes permiten ver a los lectores una muestra del “laboratorio” de este género en Iberoamérica.
Rosa Beltrán, titular de dicha dependencia, cuentista ella misma, y quien se ubica entre los grupos “amantes del género” desperdigados por todos los países de habla hispana, comenta en entrevista sobre esta antología, de la que ella escribió el prólogo y Alberto Arriaga hizo la selección y las notas: “La propia idea de lo que es un cuento es cuestionada por quienes leen la antología. La estructura cerrada a la que se han referido tanto y que se basa en manifiestos de autores como Edgar Allan Poe o Julio Cortázar mismo, acerca de una estructura en paradoja con un final sorpresivo, es algo que es contrarrestado o contrastado en muchos de los cuentos que aparecen aquí. Ya desde varios autores de la tradición anglosajona el cuento obedece a una estructura distinta”.
Experiencia memorable
Además, precisa la importancia de este género en relación con otros: “El cuento es una experiencia memorable que debería ser uno de los bienes intangibles de la humanidad. Es narrar una experiencia y captar una situación que se queda con nosotros mediante una estructura cambiante y antigua”.
La poesía y el cuento, dice, son los géneros literarios más antiguos. “Y este último tiene la característica de compilar en él todos los géneros, del mismo modo en que lo hace la novela, aunque ésta casi siempre se concentra en el crecimiento o transformación de un personaje, mientras el cuento se avoca a narrar una situación o a captar un momento, pero adquiere formas distintas para hacerlo.”
Los 30 cuentos de los 30 cuentistas se organizaron en 10 rubros temáticos: Intervenciones, Hoguera de las vanidades, Hacia lo ignoto, Aeropuertos, Urbes fantásticas, Hospital, Negros, Sucios, Vida doméstica y Palimsestos.
Rosa Beltrán explica el porqué de editar una antología con estas características: dice que ante la desaparición de espacios que fueron el natural cobijo de un género tan importante en el mundo y en México, como el cuento, se hace necesario buscar los lugares donde puedan ser acogidas estas narraciones cortas.
La desaparición de revistas y suplementos literarios y la poca publicación de libros de cuentos, señala, hacen pensar que este género es una “especie en vías de extinción”, pero aclara que no es así, y comenta el caso de México: “En el siglo XIX y la primera mitad del XX, en el país se dieron cuentistas extraordinarios. No es que no los hubiera después, sino que poco a poco se fueron acortando los espacios. En las editoriales comerciales hay una predilección por la novela, y en cambio se ponen condiciones y muchas veces se rechaza a los autores que escriben exclusivamente cuento.
“Pero habría que pensar que el más grande autor en nuestra lengua, Jorge Luis Borges, consideraba al cuento como el género de géneros. ¿Qué habría sido de un autor como él en una época como la nuestra? En otras tradiciones, como la anglosajona, el cuento es leído y publicado continuamente. Un ejemplo es del poeta y dramaturgo Edward O’ Brien, quien desde 1915 inaugura una antología anual de cuento estadunidense, que sigue existiendo. Todavía estaba vivo John Updike cuando publicó Los mejores cuentos del siglo XX, libro no solamente paradigmático porque en él se encuentran los autores emblemáticos a lo largo de 100 años, sino porque también se volvió un bestseller.”
Siempre las mismas voces
Es decir, destaca, para que haya lectores de cuentos es necesario que éstos se publiquen. “En nuestra tradición, en lengua española, son las pequeñas editoriales marginales, todavía, las que se ocupan de publicarlos, pero el cuento se encuentra atomizado, es difícil saber qué están escribiendo los autores venezolanos, puertorriqueños, salvadoreños. Sabemos un poco más de los españoles y los argentinos, y sin embargo, de estos autores, de los que sabemos más, no tenemos un registro amplio. Son casi siempre las mismas voces las que vemos antologadas, y muchas veces se trata de autores no sólo canonizados, sino muertos.”
De los autores que aparecen en este primer volumen de Sólo cuento Beltrán menciona, entre otros, a “grandes maestros”, como Sergio Pitol y Vicente Leñero; a Clara Obligado, Juan Villoro, Luis Felipe Lomelí, Enrique Serna; a “muy jóvenes” como Antonio Ortuño; a “escritoras espléndidas”, aunque no tan conocidas, como Mayra Santos-Febres y Ana Lydia Vega.
Beltrán comparte que esta antología se “inspira” de otra que hizo Editorial Planeta de 2000 hasta 2006, cada año: Los mejores cuentos mexicanos. “Me tocó compilar la de 2006, la última. Tenía varios candados, como que sólo podían ser considerados los cuentos aparecidos en ese año y que tenían que ser publicados en papel, sin considerar las revistas por Internet. Y luego, el criterio ambiguo, resbaladizo y cuestionable sobre cuáles son los mejores y por qué lo son.”
Las antologías anuales de Sólo cuento, dice, pretenden convertirse en “un laboratorio donde se pueda tomar el pulso de lo que se escribe en cuento en las distintas generaciones, de la evolución del género, las nuevas formas que esté adoptando en lengua española”. Será, coincide, como una guía o un mapa para seguirle la pista al quehacer cuentístico en español. Con la antología, agrega, se podrá estudiar la evolución del cuento, por ejemplo, a nivel formal o temático.
Dice que están establecidos contactos con escritores y promotores del cuento de los países de habla española, que se subirá una versión digital de Sólo cuento a Internet y que espera que este rito anual continúe cuando ella ya no esté a cargo de la Dirección de Literatura, pues la institucionalidad y solidez de la UNAM garantiza esos proyectos de larga duración.

sábado, 6 de febrero de 2010

Control vs. Kaos: el zapatófono de Max al alcance de todos

Presentaron el libro Robinson tiene celular, de la investigadora Rosalía Winocur
Las nuevas tecnologías de la comunicación conllevan “usos destructivos”: García Canclini
Arturo Jiménez

Periódico La Jornada
Sábado 6 de febrero de 2010, p. 7
La investigadora Rosalía Winocur destacó una de las paradojas de las nuevas tecnologías de la comunicación: “Mientras más trascendemos, nos liberamos y tenemos posibilidades de ejercer nuestras individualidades, más socialmente nos vamos enganchando en redes de disciplinamiento social”.
Winocur habló durante la presentación de su libro Robinson Crusoe ya tiene celular (Siglo XXI Editores-UAM), realizada la noche del jueves en la librería Octavio Paz del Fondo de Cultura Económica, en la que participaron Néstor García Canclini, Rossana Reguillo, Guillermo Orozco y la autora, moderados por Ana Rosas Mantecón.
García Canclini comentó que el libro de Winocur parte de los aspectos más avanzados de los estudios comunicacionales y antropológicos, y que también es innovador porque considera al celular y a las computadoras como objetos que no vienen a sustituir a los otros, sino que los integra, junto con sus posibilidades.
El libro, agregó, es antropológico “porque se oyen las voces de los jóvenes, y están muy considerados los hábitos peculiares, la subjetividad de cada actor; hay una etnografía de las interacciones cara a cara, pese a tratarse de un medio que nos lleva a pensar en comunicaciones a distancia”.
El investigador dijo que quizá hizo falta a la autora abordar el asunto de la “economía de la comunicación”, lo cual podría dar una visión “un poco distinta” acerca de lo que hay de empoderamiento en la “expansión impresionante” de los celulares.
En torno a la afirmación de que las comunidades on line contribuyen a la democratización, la horizontalidad y la mayor tolerancia en las relaciones sociales, García Canclini planteó que estaba de acuerdo, pero que en las nuevas tecnologías de comunicación también hay “usos destructivos, disciplinantes y excluyentes”.
Metáfora poderosa
Rossana Reguillo, tras una divertida introducción en la que imaginó a Robinson Crusoe con celular y lap top tratando de comunicarse desde su naufragio en la isla, consideró que Winocur muestra capacidad para “articular cuatro elementos: el relato, el dato, la pregunta y el análisis”.
Luego de señalar que quizá la visión de la autora es “optimista” y de plantear que pudo haber hecho falta cierta “contundencia crítica”, Reguillo agregó que se trata de un libro “ampliamente disfrutable” y que, más allá de las relaciones personales y afectivas, deja enseñanzas sobre la posibilidad de una “construcción compartida del saber” mediante las nuevas tecnologías.
Guillermo Orozco señaló que el un libro “se lee casi como una telenovela”, en el que, con gran capacidad comunicativa, se entremezclan las voces de sus entrevistados y de la autora, quien pregunta, analiza, infiere y deduce.
Rosalía Winocur consideró que la metáfora basada en el título del libro de Daniel Defoe es “poderosa” y se entiende.
“Los nuevos solos, los nuevos aislados, no son los que no tienen nadie a su alrededor, sino los que están incomunicados. Robinson Crusoe tiene celular, ya no le importa si está Viernes al lado, y a Viernes tampoco le importa porque él tiene su propio celular.”
Habló de la importancia del “acompañamiento” en el presente incierto. “Es una necesidad de recrear los vínculos todo el tiempo, de estar conectados con los nuestros y encontrar en la propia biografía una fuente de sentido, y de reconstruirla y manipularla y alcanzar el control de mí mismo y de mis circunstancias, cuando todo alrededor pareciera indicar que no hay nada que nos permita tener el control de nada. Pero esto es una ilusión poderosa.
“Y es cierto que hay algunos que realmente, a través de Internet, controlan el mundo, pero para la mayoría de nosotros este control no deja de ser ilusorio, aunque desde el punto de vista simbólico es terriblemente eficaz, por eso lo necesitamos tanto.”
Rosalía Winocur coincidió en que el celular es una “nueva fuente de disciplinamiento social que pasa por detrás, por encima, por en medio del Estado, de la iniciativa privada”, pues junto con todas las posibilidades de trascendencia, autonomía y libertad, “nos vamos enganchando en esa fuente de certezas”.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Eliot Weinberger, novedades


Writer-essayist-translator Eliot Weinberger expounds on American contemporary politics, the occasions throughout history on which rhinos were presented as royal gifts and second century Taoist texts.








Reading Eliot Weinberger

Oranges and Peanuts for Sale. Eliot Weinberger. New Directions Publishing. 2009

by Greer Mansfield

sábado, 30 de enero de 2010

El legado de Howard Zinn


El autor de La otra historia de EU era articulista de La Jornada
Fallece el académico y dramaturgo Howard Zinn a los 87 años de un infarto

David Brooks
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 28 de enero de 2010, p. 21
Nueva York, 27 de enero. Howard Zinn, el historiador que narró la otra historia de Estados Unidos, desde el punto de vista de los de abajo, a lo largo de su carrera, falleció este miércoles a los 87 años de edad.
Autor de varios libros, entre ellos el texto de historia más vendido, La otra historia de Estados Unidos (A People’s History of the United States), ponente, articulista, dramaturgo (Marx en Soho y una obra sobre Emma Goldman) y colaborador de La Jornada, era profesor emérito de historia en la Universidad de Boston.
Una de las voces independientes de izquierda, fue uno de los intelectuales más admirados por veteranos de las luchas sociales de la posguerra como por jóvenes, por su vida de praxis: era pensamiento y acción. El problema no es la desobediencia civil, sino la obediencia civil, afirmó en un discurso en Baltimore en los años 60, durante un acto al cual acudió en lugar de presentarse ante un juez para ser sentenciado por sus acciones contra la guerra en Vietnam; después, cuando regresó a la Universidad de Boston, un par de policías lo esperaban para arrestarlo.
Veterano de la Segunda Guerra Mundial, donde participó en los bombardeos aéreos contra Alemania, Zinn regresó después del conflicto para ver la destrucción que se cometió desde 30 mil pies de altura. Al ver Dresden y otras ciudades, decidió que para siempre, sin excepción, tenía que oponerse a la guerra. Colocó sus medallas y documentos que recibió por su servicio militar en un sobre, lo cerró y lo rotuló nunca más, refirió Ap.
Nació en Nueva York en 1922, hijo de inmigrantes judíos que vivieron en una colonia de clase trabajadora en Brooklyn. Se educó en la Universidad de Nueva York y en la Universidad de Columbia, donde recibió su doctorado en historia. En 1956 se le ofreció una plaza en Spelman College, una universidad para mujeres afroestadunidenses, en lo que era entonces la ciudad racialmente segregada de Atlanta.
Ahí participó en los inicios del movimiento de derechos civiles, alentado a sus estudiantes a participar en él. Una de ellas era Alice Walker, autora de El color púrpura, quien se hizo amiga de toda la vida de Zinn. Despedido de Spelman por insubordinación, Zinn fue contratado como profesor por la Universidad de Boston, donde continuó su activismo, tanto en el movimiento de derechos civiles como contra la guerra en Vietnam (uno de los primeros intelectuales estadunidenses en hacerlo).
Se jubiló en 1988 y pasó su último día apoyando una huelga de enfermeras, pero nunca dejó de trabajar, y gozar, en la desobediencia al poder, a la imposición, a la guerra y al imperialismo. En numerosas entrevistas con La Jornada, donde también contribuyó con decenas de artículos a lo largo de los últimos años, este ser digno, humano y modesto nunca perdió el optimismo sobre la capacidad del ser humano para rescatar a la humanidad con la rebelión ante la opresión de todo tipo.
Preguntado porqué en Estados Unidos había tan pocas señales de un movimiento masivo progresista en la era de George W. Bush, respondió que había más vitalidad y expresión progresista que en los años 60, pero estaba fragmentada y más aislada de sí misma, aunque presente en casi todas las esquinas.
Recordó que los intelectuales izquierdistas lamentaban lo mismo en los 50 del macartismo, pero que en esos mismo momentos jóvenes en varios pueblos del sur del país realizaban los primeros actos de desobediencia civil contra la segregación racial, la que estallaría poco después en el gran movimiento de derechos civiles. Eso, seguramente, está ocurriendo ahora. Eso es lo que uno aprende de la historia, esas sorpresas que solamente se perciben después.
En lo que tal vez fue su última aportación a un medio, Zinn escribió unos párrafos para The Nation sobre el primer año de Barack Obama. No me ha decepcionado terriblemente porque no esperaba mucho de él. Esperaba que fuera un presidente demócrata tradicional. En política exterior, eso es poco diferente a un republicano: nacionalista, expansionista, imperial y bélico. La gente está apantallada por la retórica de Obama, y creo que ya debería empezar a entender que será un presidente mediocre, lo cual significa, en estos tiempos, un mandatario peligroso, a menos que se presente un movimiento nacional para empujarlo en una dirección mejor, escribió Zinn.
Entre sus admiradores estadunidenses están Bruce Springsteen (el historiador influyó, se dice, en algunas de sus canciones) y fue amigo de Matt Damon, quien incluyó una famosa referencia a su texto de historia en el guión de la película Good Will Hunting, donde su personaje le recomienda el libro a su sicólogo (Robin Williams). Pero desde los jóvenes de las batallas por la justicia global en Seattle hasta los veteranos activistas, Zinn siempre fue referencia.
Recientemente había realizado un teatro de lecturas en voz alta con diversos actores y músicos reconocidos (Tim Robbins, Damon, Springsteen), y otros de discursos, canciones, versos, cartas y más sobre figuras históricas, algunas famosas otras no, que reflejan la historia desde debajo de este país. Un documental sobre lo anterior fue grabado y trasmitido por el History Channel el mes pasado, y el video estará pronto a la venta. Los textos forman parte de Voices of a People’s History of the United States, un volumen de los materiales primarios que utilizó para su famoso texto de historia.
Zinn murió de un infarto mientras estaba de viaje en California. Su esposa falleció en 2008, con la cual tuvo dos hijos. El historiador seguirá vivo a través de los desobedientes que siempre celebró.


La obra del recién fallecido intelectual de EU, para invitar al pueblo a hacer historia
Rescatar las incontables pequeñas acciones de gente desconocida, la labor de Howard Zinn
Activista por la paz y la justicia social, escribió al menos 20 libros e incontables artículos y ensayos

Imagen de archivo del historiador desobediente durante una entrevista con La Jornada Foto David Brooks

David Brooks
Corresponsal/II y última
Periódico La Jornada

Sábado 30 de enero de 2010, p. 17
Nueva York, 29 de enero. Howard Zinn, historiador desobediente, obrero, veterano de guerra, intelectual disidente y participante en las luchas sociales estadunidenses e internacionales por la paz y la justicia social, además de colaborador de La Jornada, escribió al menos 20 libros y también incontables artículos, panfletos, ensayos y hasta obras de teatro, en donde abordó la historia desde abajo sobre los temas contemporáneos, pasando por asuntos como los artistas en tiempos de guerra hasta el anarquismo.
El intelectual, quien falleció esta semana a los 87 años, creó esta vasta obra con el propósito de invitar a sus alumnos y lectores a hacer historia, de participar en los cambios tan urgentes y necesarios para liberar al ser humano.
“Yo le decía a mis estudiantes, al inicio de mis clases: no puedes ser neutral en un tren en movimiento. Eso es el mundo y ya se está moviendo en ciertas direcciones, muchas de ellas aterradoras. Los niños están hambrientos, la gente se está muriendo en las guerras. Ser neutral ante tal situación es colaborar con todo este drama. La palabra ‘colaborador’ tenía un sentido mortal en la era nazi. Debería todavía tener ese significado”, escribió Zinn.
Aunque algunas de las luchas sociales se registran en la historia estadunidense aceptada con solamente los grandes eventos y líderes, Zinn decía que su objetivo como historiador era rescatar las incontables pequeñas acciones de gente desconocida que llevan a esos grandes momentos. Cuando entendemos esto, podemos ver que hasta las más pequeñas acciones de protesta en que participamos podrían convertirse en las raíces invisibles del cambio social.
Selección de su vasta obra
“Parto de la suposición de que el mundo está patas arriba, que las cosas están completamente mal, que las personas erróneas están en la cárcel y las personas erróneas están fuera de la cárcel, que las personas erróneas están en el poder y que las personas erróneas esta fuera del poder, de que la riqueza está distribuida en este país y en el mundo de tal manera que no se requiere alguna pequeña reforma sino una drástica redistribución de la riqueza… Y nuestro tema está patas arriba: la desobediencia civil. Tan pronto uno dice que el tema es la desobediencia civil, están diciendo que nuestro problema es la desobediencia civil. Ése no es nuestro problema… Nuestro problema es la obediencia civil… Nuestro problema es que la gente es obediente en todo el mundo ante la pobreza, la hambruna y la estupidez, y la guerra y la crueldad. Nuestro problema es que la gente es obediente cuando las cárceles están llenas de rateros pequeños mientras que los grandes rateros están a cargo del país. Ése es nuestro problema. (Discurso en un foro en Baltimore en 1970, al cual fue en lugar de presentarse ante un juez para ser sentenciado por un acto de desobediencia civil contra la guerra, y fue arrestado al regresar a Boston a dar su clase en la universidad)
Tener esperanza en tiempos difíciles no es sólo tontamente romántico. Está basado sobre el hecho de que la historia humana es una historia no sólo de crueldad, sino también de compasión, sacrificio, valentía, bondad. Lo que optemos por enfatizar en esta compleja historia determinará nuestras vidas. Si vemos sólo lo peor, eso destruye nuestra capacidad para actuar. Si recordamos esos tiempos y lugares, y hay muchos, donde la gente se ha comportado de manera magnífica, eso nos da la energía para actuar, y por lo menos la posibilidad de enviar este trompo de mundo a que gire en otra dirección. Y si actuamos, por más pequeña que sea la acción, no tenemos que esperar un gran futuro utópico. El futuro es una sucesión infinita de presentes, y vivir ahora tal como pensamos que deberían de vivir los seres humanos, en desafío de todo lo malo que nos rodea, es en sí un triunfo maravilloso. (You Can’t Be Neutral on a Moving Train, autobiografía del historiador y dramaturgo estadunidense)
El cambio revolucionario no llega como un momento cataclísmico (¡cuidado con tales momentos!), sino como una sucesión interminable de sorpresas, caminando de manera zigzagueante hacia una sociedad mas decente. No tenemos que participar en grandes acciones heroicas para participar en el proceso del cambio. Acciones pequeñas, multiplicadas por millones de personas, pueden transformar el mundo. (Autobiografía)
“La verdad es que el establishment depende mucho de la amnesia histórica, del hecho de que en este país la gente generalmente no conoce esta historia. No sólo no conoce lo que ocurrió a finales del siglo XIX o principios del XX; desconoce la historia de los últimos 15 o 20 años. Eso facilita que el gobierno diga al pueblo cosas que son inmediatamente aceptadas… Creo que es cierto que en América Latina y Europa los pueblos son más conscientes de la historia que el estadunidense.” (Entrevista con La Jornada).
“La palabra ‘anarquía’ perturba a la mayoría de la gente en el mundo occidental; sugiere desorden, violencia, incertidumbre. Tenemos buenas razones para tenerle miedo a estas condiciones, porque hemos estado viviendo en ellas por largo rato, no en sociedades anarquistas (nunca han existido), pero precisamente en esas sociedades más temerosas de la anarquía, los poderosos estados-nación de los tiempos modernos. En ningún momento en la historia humana ha existido tal caos social… Son estas condiciones las que los anarquistas desean anular, para traer un tipo de orden al mundo por primera vez.” (El arte de revolución, 1971, introducción al libro de Herbert Read Anarchy and Order)
El anarquista ve el cambio revolucionario como algo inmediato, algo que tenemos que hacer ahora mismo, donde estamos, donde vivimos, donde trabajamos. Implica empezar desde ahora mismo a deshacerse de las relaciones autoritarias y crueles, entre hombres y mujeres, entre padre e hijos, entre un tipo de trabajador y otro tipo. Tal acción revolucionaria no puede ser aplastada como una insurgencia armada. Ocurre en la vida cotidiana, en las esquinitas donde las manos poderosas pero torpes del poder estatal no pueden fácilmente alcanzar. No está centralizada o aislada, y por lo tanto no puede ser destruida por los ricos, la policía, los militares. Ocurre en 100 mil lugares al mismo tiempo, en familias, en las calles, en los barrios, en los lugares de trabajo. Suprimida en un lugar, reaparece en otro hasta que está en todas partes. Tal revolución es un arte. Eso es, requiere la valentía no sólo de la resistencia, sino de la imaginación. (El arte de revolución)
Hay un poder que se puede crear de la indignación acumulada, de la valentía, y la inspiración de una causa común, y si suficientes personas ponen sus mentes y sus cuerpos con esa causa, pueden ganar. Es un fenómeno registrado una y otra vez en la historia de los movimientos populares contra la injusticia por todo el mundo. (Autobiografía)
Si la izquierda va a tener fuerza, no creo que se dé en el campo electoral, sino que surgirá en las calles, básicamente como siempre ha sucedido en Estados Unidos. La izquierda estadunidense nunca ha logrado hacer mucho en la arena electoral, solamente ha logrado algo cuando genera conmoción nacional que ejerce presión contra quien esté en el poder, demócrata o republicano. (Entrevista con La Jornada)
Pero no creer en la posibilidad del cambio dramático es olvidar que las cosas han cambiado, no lo suficiente por supuesto, pero lo suficiente para demostrar lo que es posible. Nos hemos sorprendido antes en la historia. Podemos ser sorprendidos de nuevo. De hecho, podemos hacer la sorpresa. (Autobiografía).

AL, historia de la filosofía

El investigador y varios expertos documentan en un libro siete siglos de esa disciplina en AL
Por primera vez, la historia de la filosofía será mundial, afirma Enrique Dussel
A quienes aseveran que la región carece de pensamiento, que me refuten, pide el estudioso
En 20 o 30 años empezará un diálogo multicultural, no sólo con Kant, Hegel y Heidegger

Arturo García Hernández
Periódico La Jornada
Sábado 30 de enero de 2010, p. 5

El filósofo Enrique Dussel y un equipo internacional de especialistas acaban de publicar un libro que se espera que sea un parteaguas en la historia de las ideas en América Latina y que tendrá repercusión en todo el mundo. Se trata de El pensamiento filosófico latinoamericano, del Caribe y latino, que documenta siete siglos de filosofía en la región, del año 1300 al 2000.
“Muchos han dicho –habla Dussel en entrevista– que no hay filosofía en América Latina. Ahora con este libro yo les digo: refútenme esto, aquí hay tesis duras y probadas, escriban otro librito así (más de mil 100 páginas) para decirme que no la hay.”
El volumen, publicado por Siglo XXI, está dividido en cuatro partes: Historia, Corrientes, Temas y Filósofos. En la edición del proyecto Dussel contó con la colaboración de Eduardo Mendieta y Carmen Bohórquez; asimismo participaron los comités de Honor y Editor, integrados por especialistas de distintos países.
La primera parte empieza con “el pensamiento amerindio de los pueblos originarios, que es una de las novedades, porque cuando unos dicen que no hay filosofía, lo cual es un problema a debatir, yo les digo que hay grandes pensadores, hombres que aman la sabiduría, cumplen con la etimología en un sentido amplio.
Después tenemos grandes periodos en la época colonial, como la reacción ante la conquista, que es muy poco estudiada.
Un ejemplo que entusiasma al autor de Método para una filosofía de la liberación es el jesuita Antonio Rubio, un gran comentarista de Aristóteles, autor del libro Lógica mexicana, quien entre los siglos XVI y XVII tuvo gran reconocimiento en Europa: hizo escolástica moderna de muy alto nivel, fue profesor de la Universidad de México allá por 1590. Cuando Descartes entró al colegio jesuita Le Fleche, estudió su curso de lógica en Rubio, un filósofo mexicano.
Otro periodo registrado en la primera parte es la filosofía ante la edad madura, que comprende los siglos XVIII y XIX.
La segunda parte del volumen está dedicada a las corrientes filosóficas del siglo XX, 16 en total, entre los que Dussel destaca a los antipositivistas, los fenomenológicos, la filosofía cristiana, filosofía de la ciencia, filosofía analítica, filosofía de la revolución y marxista: “parto desde Martí, incluyo a los grandes marxistas, desde Mariátegui hasta Sánchez Vázquez.
Y no faltan el Che Guevara, el subcomandante Marcos y Evo Morales: Les va a dar el patatús a algunos, pero ellos también son grandes pensadores políticos y han hecho algún aporte.
Dussel alude así a los filósofos abstractos, quienes “dicen que la filosofía es lógica y no tiene nada que ver con la política; estudian a Hegel, Kant, Marx y los comentan, pero yo pienso que puedo estudiar a Hegel, Kant y Marx como un instrumento para pensar la realidad estética, política, antropológica, la que sea.
Yo tenía un maestro que decía: la filosofía no estudia a la filosofía, estudia la realidad, estudia la filosofía como instrumento pero no se queda en el método. Si yo tengo un cuchillo para cortar carne tengo que afilarlo, ese es el método, pero algunos se pasan afilando el cuchillo hasta que se lo terminan y nunca cortan carne.
Y entre las corrientes filosóficas latinoamericanas del siglo XX, se incluye otra novedad: los filósofos latinos en Estados Unidos.
La tercera parte de El pensamiento filosófico latinoamericano… se refiere a los grandes temas abordados por los pensadores de la región: la ética, la estética, la ontología, la religión, la economía, la pedagogía, filosofía para niños, filosofía intercultural, entre otros.

Enrique Dussel, colaborador de La Jornada y editor del libro El pensamiento filosófico latinoamericano, del Caribe y latino (1300-2000), ayer, antes de la presentación del volumen en la UNAMFoto Roberto García Ortiz

La cuarta parte está integrada por fichas de 200 filósofos latinoamericanos de todas las corrientes, elaboradas por especialistas, sintéticas, con una breve bibliografía de cada autor. Es una información que no existe en otra parte.
Fue una tarea complicada escoger sólo 200, cuando en Brasil, por ejemplo, se puede hablar de 300 filósofos; en México y Argentina, de 200 en cada uno: Grandes filósofos, que tienen obra, no son improvisados.
Una de las primeras consecuencias de tan ambicioso proyecto de Dussel, será precisamente propiciar el conocimiento mutuo entre filósofos de la región, porque actualmente sucede que aquí no se conoce nada de Brasil, ni allá de México o Argentina, Uruguay, Chile, Paraguay, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Centroamérica y el Caribe.

Por una visión de conjunto
Hace 40 años surgió en Enrique Dussel la idea de contar esta historia: No teníamos una visión de conjunto de nuestro pensamiento filosófico, de lo que se ha pensado en el continente; los estudiantes piensan que la filosofía es europea o estadunidense, ahora se van a dar cuenta de que siempre ha habido autores que desconocen y de los que hay que hacerse cargo.
El entrevistado sostiene: Estamos en una nueva edad de la historia de la filosofía. Por primera vez esa historia va a ser mundial, y en 20 o 30 años vamos a empezar a conocer a todos los grandes filósofos de todas las culturas, va a empezar un diálogo multicultural en el que no van a estar sólo Kant, Hegel y Heidegger, sino que vamos a empezar a conocer a los grandes filósofos japoneses, chinos, africanos, y vamos a darles igual dignidad a todos.
En ese sentido, El pensamiento filosófico latinoamericano… es para decirles a los latinoamericanos: nosotros también tenemos que entrarle a ese diálogo y esta es nuestra biografía.
Según el profesor del Departamento de Filosofía de la Universidad Autónoma Metropolitana, el impacto a escala mundial será mayor cuando aparezca la edición en inglés –actualmente en preparación– entonces, los africanos, los asiáticos, los europeos, van a poder leerlo y dirán: así que los latinoamericanos tenían una filosofía; va a ser un cañonazo.
Esto respaldará a los filósofos latinoamericanos como interlocutores de los estadunidenses y los europeos. Ilustra la afirmación con una anécdota: en octubre pasado fue invitado, junto con Eduardo Hurtado, a un diálogo con filósofos estadunidenses. Dussel les dijo: “Para dialogar entre nosotros, tenemos que conocernos; nosotros los conocemos a ustedes, pero ustedes no nos conocen a nosotros.
Me dediqué hora y media a hablar de la filosofía en Latinoamérica antes y después de la llegada de los Pilgrims (primeros colonizadores ingleses en llegar a lo que hoy es Estados Unidos).
Ignoraban eso, subraya el entrevistado, como ignoran que la primera universidad construida en el continente no es la de Harvard, sino la de Santo Domingo.
Al final del diálogo, un filósofo, profesor universitario, viejo como yo, se acercó y me dijo: hoy he aprendido muchísimo. Yo sabía que le había hecho un hueco. Entonces hay que decirles, sí, de acuerdo, somos pobres, pero en cuestión de cultura vamos a ver.

Presentaron en la UNAM el volumen con las tesis de pensadores del subcontinente
Deplora el académico el desdén en Estados Unidos por el pensamiento latinoamericano

Arturo García Hernández
Periódico La Jornada
Sábado 30 de enero de 2010, p. 5
Nezahualcóyotl, el rey poeta de Texcoco, escribió textos tan hermosos y profundos como lo hicieron Parménides o Heráclito. Si a éstos se les da el estatuto de filósofos, Nezahualcóyotl ciertamente fue un filósofo. Si etimológicamente la filosofía es amor a la sabiduría, Nezahualcóyotl amaba la sabiduría. Decir que filosofía sólo es la que se hizo en Grecia, e ignorar a la china, indostánica o latinoamericana es de un eurocentrismo inaceptable.
El filósofo Enrique Dussel sostuvo lo anterior durante la presentación del libro El pensamiento filosófico latinoamericano, del Caribe y latino (1300-2000), la tarde la jueves, como parte las actividades estelares del 15 Congreso Internacional de Filosofía que efectuó en la Coordinación de Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Luego de hacer una descripción del contenido de la obra, que contó con la participación de cien autores, Dussel habló de la importancia de elaborar una historia de la filosofía en Latinoamérica para contrarrestar la ignorancia que de ella se tiene en las metrópolis.
Contó el caso de Randal Collins, autor estadunidense de una obra muy hermosa que habla de la filosofía china, indostana, árabe, pero no dedica ni una línea a la de América Latina; Cuando presentó el libro en Chicago, un alumno nuestro que estaba ahí le preguntó por qué no había puesto nada de América Latina, aquel hombre que tiene miles de fichas dijo: ¿hay filosofía en América Latina?
Ahora que se publicó El pensamiento filosófico latinoamericano, del Caribe y latino (1300-200), Dussel le escribió: Le dije, hemos escrito un libro para llenar el vacío de su libro y me contestó: enviémelo.
También expuso que el índice de la obra le fue presentado para a una editorial estadunidense para su publicación en inglés, pero ésta lo rechazó. No obstante, aseguró, acaba de publicar un libro con el mismo índice que le entregamos, pero con autores diferentes.
En la presentación también participó Eduardo Mendieta, filósofo estadunidense, colaborador de Dussel, junto a Carmen Bohórquez, en la edición del volumen.
En respaldo de los testimonios de Dussel sobre la ignorancia y menosprecio que hay en Estados Unidos hacia el pensamiento latinoamericano, Mendieta relató las dificultades que enfrentó para abordar la filosofía latinoamericana en ámbitos académicos estadunidenses, donde no le fue permitido hacer su tesis sobre el tema.
No obstante, reconoció que eso ha empezado a cambiar y hay un interés creciente sobre el particular.