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domingo, 24 de enero de 2010

Escritores convertidos en personajes

Escritor alemán espió a la Nobel Herta Müller

Afp
Periódico La Jornada
Martes 12 de enero de 2010, p. 4
Berlín, 11 de enero. La escritora Herta Müller, premio Nobel de Literatura 2009, fue espiada por otro escritor por cuenta de la policía secreta rumana, la Securitate, en la década de 1980, afirmó el lunes el canal de televisión estatal alemán ARD.
El escritor Franz Thomas Schleich, quien como Müller es alemán de origen rumano y reside actualmente en Ludwigshafen (Alemania), colaboró con la Securitate con el seudónimo de Voicu, según el canal, que citó testigos de la época y documentos de los archivos de la antigua policía secreta rumana.
Schleich, quien inmigró a Alemania, donde se presentó como víctima del régimen comunista y donde trabaja hoy como portavoz de una fábrica de linóleo, denunció primeramente a Müller y después la espió por cuenta de la Securitate antes y después de haberse refugiado en Alemania.
Era su amigo
Contactado por ARD, Schleich respondió por email, negándose a comentar directamente las acusaciones, y afirmó que la Securitate tenía la costumbre de falsificar documentos.
Herta Müller, entrevistada por el canal, estimó que Voicu y Schleich, quien era uno de sus amigos, son, en efecto, la misma persona. La escritora pidió que se realizaran investigaciones sobre los antiguos informantes de la Securitate que residen hoy en Alemania.
Herta Müller, de 56 años de edad, rumana perteneciente a la minoría germanohablante, se exilió en Alemania en 1987.

Representación: El Tercer Reich, novela inédita


Obra inédita de Roberto Bolaño, próxima a publicarse en España
La novela pertenece a la primera etapa del autor, y aborda su última afición: los wargames
Es la historia del descenso de un hombre a una pesadilla, describieron sus representantes


Fabiola Palapa Quijas
Periódico La Jornada

Martes 12 de enero de 2010, p. 4
La editorial Anagrama publicará en días próximos la novela inédita de Roberto Bolaño (1953-2003) El Tercer Reich, que hace referencia a una época, mediados de los años 80, en la que el autor se sintió muy atraído por los juegos de mesa de estrategia, que practicaba asidua y apasionadamente con algunos compañeros de Blanes, en la provincia de Girona, Cataluña, donde vivía retirado, mientras iniciaba la cristalización de una vocación de años.
Andrew Wylie, uno de los agentes literarios más importantes del mundo, anunció el año pasado en la Feria del Libro de Francfort la existencia de una novela inédita de Bolaño: El Tercer Reich.
En 2009, medios españoles informaron que había otras dos novelas del chileno sin publicar, Diorama y Los sinsabores del verdadero policía o Asesinos de Sonora, luego de que se estudió su archivo; sin embargo, hasta el momento el único texto que será publicado es El Tercer Reich.
El archivo, de gran valor literario, incluye diarios que abarcan hasta 1980, momento en que Bolaño se trasladó de Barcelona a Girona y después a Blanes.
La obra, que saldrá en España en los próximos días, aborda el tema de los juegos de mesa de tópico bélico o wargames; en la obra, de clima ominoso –el cual solía plasmar muy bien el autor de 2666–, Udo Berger, experto jugador de esa modalidad, se enfrenta en un torneo con el campeón estadunidense, al tiempo que otro de los participantes desaparece.
Se trata de una novela completa, mecanografiada y meticulosamente corregida a mano, que Carolina López, viuda de Bolaño, envió a Andrew Wylie. Anteriormente los contratos relacionados con la obra del escritor chileno eran con la agencia de Carmen Balcells.

Los nuevos representantes de Bolaño describieron el libro como la historia del descenso de un hombre a una pesadilla, situado en las playas encantadas de la Costa Brava.
Según el extracto que facilitaron a los editores, el protagonista, el alemán Udo Berger, campeón de wargames, viaja con Ingeborg, su novia, a un hotel de la Costa Brava para preparar un torneo del juego El Tercer Reich.
De acuerdo con la prensa española, en sus últimos momentos el autor de Los detectives salvajes comenzó a transcribir en su computadora El Tercer Reich, escrita en 1990, por lo que el original que sirve de base a la edición de Anagrama es el mecanoscrito.
El Tercer Reich pertenece a la primera etapa de Bolaño y es considerada un hallazgo de ejercicio narrativo, donde el autor despliega algunos de sus grandes temas, como las extrañas formas del nazismo, o que la cultura –los juegos o la literatura– es la realidad.
Roberto Bolaño se ha convertido en un fenómeno de la literatura hispanoamericana de finales del siglo XX; sus libros han causado furor en Estados Unidos, Alemania, Gran Bretaña, Francia e Italia. Nació en Chile, creció en México y escribió la mayor parte de sus libros en España.
Además de Los detectives salvajes, entre su obra se encuentran los títulos Literatura nazi en América, Nocturno de Chile, Estrella distante, Los perros románticos, Putas asesinas y Amberes.

domingo, 10 de enero de 2010

Gelman, sobre el exilio

Bajo la lluvia ajena, de Juan Gelman y Carlos Alonso
Para investigar las valijas del alma
“Lo leo como si fuera de otro. Me reconozco en ellos, sin duda, pero tomé distancia”, señala hoy el poeta. Más allá de la inevitable distancia que impone el tiempo, el libro propone una sumatoria de letra y dibujo de intensidad apabullante.



“No debiera arrancarse a la gente de su tierra o país, no a la fuerza. La gente queda dolorida, la tierra queda dolorida”, escribió Gelman.


Por Silvina Friera
Un hombre cierra los ojos bajo un solcito romano que lastima. Los párpados pesan; el odio, el furor y la pena le taladran el corazón. Ya le informaron que su hijo y su nuera tuvieron una suerte nefasta y que una criatura nació en cautiverio. Ese hombre es Juan Gelman, replegado en Italia, el primer país donde se refugió, doblemente condenado a muerte, por la dictadura militar argentina y por Montoneros, bloqueado creativamente –lleva cuatro años sin escribir una línea–, con los tajos del pasado a flor de piel. Necesita exorcizar los fantasmas. Se pregunta en qué lengua podría hablar la soledad. No sabe, pero se propone averiguar. “No debiera arrancarse a la gente de su tierra o país, no a la fuerza. La gente queda dolorida, la tierra queda dolorida”, escribe conjurando la parálisis. “Nacemos y nos cortan el cordón umbilical. Nos destierran y nadie nos corta la memoria, la lengua, los calores.” Poco a poco fue componiendo un mosaico de lúcidas reflexiones sobre la ausencia, el dolor, el exilio. Bajo la lluvia ajena, publicado originalmente en 1984, se acaba de reeditar por Libros del Zorro Rojo y Fundación Nuevo Mundo, ilustrado con las aguafuertes que Carlos Alonso realizó durante su exilio, también en Roma, que permanecieron inéditas durante treinta y cinco años. La combinación resulta magistral: son veintiséis fragmentos de una intensidad apabullante, a caballo entre la prosa y el poema, con doce maravillas visuales desgarradoras.
Ríos de la congoja
El cerebro detrás de esta cumbre de figuras capitales de la cultura latinoamericana es el escritor y editor argentino Alejandro García Schnetzer, residente en Barcelona. En el prólogo compara las vidas de Alonso y Gelman como “dos ríos que paralelamente discurren; han compartido y comparten verdades, convicciones, voluntades; han conocido persecuciones, tragedias, exilios”. Ciertamente, como añade a continuación, “a su modo, cada cual supo integrar esas experiencias al orbe de sus creaciones”. Paloma y Marcelo, sus hijos, fueron víctimas de la dictadura militar. Los caminos apenas se bifurcan: el poeta pudo recuperar el cadáver de su hijo; el pintor aún no sabe dónde está el cuerpo de Paloma. Ambos desgranaron una y mil veces “la negra pena” en el destierro en Italia. Ni siquiera se cruzaron por esas callecitas romanas que abruman con tanta belleza a cada paso que se da. Sortearon la parálisis, el silencio y volvieron a escribir y a pintar. “Ante cosas como ésas, hay una pérdida de confianza en la humanidad”, afirmó Alonso. “Un poeta decía: ‘El asesino desequilibra la naturaleza’, y es así, desequilibra la propia naturaleza y lo que uno entiende como equilibrio general del comportamiento.” Cuando emprendió el viaje de vuelta a la Argentina, se dedicó a pintar paisajes. “Mi quiebre fue con las personas, hacía árboles porque no quería siquiera bocetar la figura humana. Sentía en verdad que se me había quebrado el mundo.”
A Gelman le tocó también remontar cuatro años en Roma sin poder escribir: “El exilio produce una honda sensación de desamparo, de vivir a la intemperie”. Bajo la lluvia ajena, subtitulado Notas al pie de la derrota, representa el regreso a la palabra. Alonso se negó a ilustrar el texto en tiempo presente con nuevos trabajos. “Muchas cosas deberían cambiar para tratar de nuevo el pasado”, explicó. “Pero al mismo tiempo siento que el texto está ilustrado por mí, especialmente ilustrado por mí, pero ilustrado en el mismo momento en que fue escrito, porque las preocupaciones, el sentimiento, incluso las metáforas que yo trabajaba entonces, eran coincidentes con las de Juan.” El 5 de marzo de 2009 llovía en Buenos Aires. Alonso y Gelman compartieron la tarde, conversaron sobre la obra y las aguafuertes que la integrarían. Cuando Gelman las vio, dijo: “No son ilustraciones, Carlos, son mucho más”.
Las valijas del alma
“Es difícil reconstruir lo que pasó –se lee en el primer texto del libro–, la verdad de la memoria lucha contra la memoria de la verdad. Han pasado años, los muertos y los odios se amontonan, el exilio es una vaca que puede dar leche envenenada, algunos parecen alimentarse así.” En este viaje introspectivo, el poeta bucea en las sensaciones cotidianas, luego de haber sido arrancado de la Argentina, lejos de su propio hijo, su nuera y sus amigos desaparecidos. La ropita de los exiliados está en el ropero, pero no han deshecho las valijas del alma. La primera reacción es negar el país donde se está, negar su gente, su idioma; rechazarlos como testigos concretos de una mutilación. Ni el cielo ni el sol son los mismos. “Las voces del rocío se parecen a las voces del rocío. Una pequeña lengua lame y las diferencia, las distancia. Mi rocío del sur o cabellera o cristalina madrugada sobre los pechos del combate. No rocía lo mismo sobre el Mercado Común Europeo, el más común de los mercados.”
Los pies de Alonso, como los de Gelman, se arrastran “en ríos de sangre seca”, pisan otras tierras; “la cosa es que viva yo en otras tierras sin mentirme, sin mentir”, advierte el poeta. Duele la derrota, pero entre los deberes del exilio está, en primer lugar, no olvidar el exilio, como subraya en uno de los poemas: (...) y vos / corazoncito que mirás / cualquier mañana como olvido / no te olvides de olvidar olvidarte /. Roma recibió a un poeta y un pintor heridos y hambrientos de justicia. ¿Hasta dónde este exilio exterior coincide con otro más profundo, interior, anterior? Las preguntas brotan como si fueran yuyos imposibles de extirpar de la tierra. “Hierven los argenguayos, urulenos, chilentinos, paraguayos, están tirando de la noche sudamericana, rechinan de almas en silencio, su verdadero trabajar”, describe el poeta esa Babel sudaca a la intemperie. A veces el tono se eleva por el fuego de la bronca y despotrica contra los “profesores del exilio, sociólogos, poetas del exilio, llorones del exilio, alumnos del exilio, buenas almas con una balancita en la mano pesando el más el menos, el residuo, la división de las distancias, el 2 x 2 de esta miseria”.
El dolor de la palabra
Hasta cuando recuerda a su padre ucraniano, que huyó a la Argentina para no cumplir con los veinticuatro años de servicio militar que le tocaron por sorteo –y que “por obra y gracia del zar” se convirtieron en veinticinco–, emergen los pies. Como si recién arrancado de cuajo de la tierra, descubriera, repentinamente, esa parte que es una de las más olvidadas del cuerpo. Su padre llegó a América con una mano atrás y otra adelante, para tener bien alto el pantalón. “Yo vine a Europa con una alma atrás y otra adelante, para tener bien alto el pantalón. Hay diferencias, sin embargo: él fue a quedarse, yo vine para volver”, compara Gelman. “Nunca te olvidaré, en la oscuridad del comedor, vuelto hacia la claridad de tus comienzos. Hablabas con tu tierra. En realidad, nunca te sacaste esa tierra de los pies del alma. Pieses lleno de tierra como silencio enorme, plomo o luz.”
En los primeros años de su exilio, Gelman se reunía con los líderes principales de la socialdemocracia europea para conseguir una condena a la dictadura militar argentina. El poeta volvió clandestinamente a Buenos Aires en mayo de 1978, caminó por el centro y por los sitios que solía frecuentar. Leyó los diarios de la época como La Opinión, donde alguna vez trabajó y que alguna vez fundó, y descubrió que un compañero intelectual de la izquierda (ex compañero o ex izquierda) sumaba su vocecita paga a la propaganda de la dictadura militar. “Hago esfuerzos y no alcanzo a recordar su nombre. Era cuentista, o algo así, como su mujer, que se cagaba en Rosa Luxemburgo desde posiciones de izquierda. Tenía un ano de izquierda que no le habrá impedido evacuar la pitanza militar”, ironiza el poeta en el texto XIX. Luego regresaría a Roma y un año después se desataría el vendaval de la Contraofensiva montonera, tragedia que marcó el final de la organización.
Hay un texto dedicado a César Fernández Moreno y una carta para el “querido Paco” (Urondo), en la que recuerda la casita de Ciudad de la Paz, donde comieron y chuparon bien, y la casa clandestina de Constitución, donde Paco le anunció que la organización lo enviaba a Gelman a Europa. “Sigo pensando, hace años que lo pienso –¿cuatro?, ¿cinco?–, que era mejor que te mandaran a Roma a vos. Ahora estarías haciéndote de comer en tu casita, recordándolo al Moro, recordándome, lejos, cerca”, confiesa el poeta en la crónica más extraordinaria del libro. “No me quiero morir en lugar tuyo, aunque a veces quisiera estar en tu lugar. Lo que pasa es que una vez me dijiste que ibas a vivir ochenta años y yo te creí. Y todavía te creo.” La equivalencia visual se potencia. En la ilustración de Alonso que complementa esta carta hay dos manos con dedos gruesos, nudosos, agrietados, sufrientes; en una se apretuja un cigarrillo, en la otra se sostiene una pluma que está a punto de deslizarse sobre un papel. ¿Qué quiere garabatear esa mano? Un dibujo, acaso la fisonomía de la hija desaparecida, o una carta al amigo asesinado, o el inventario de víctimas, consignar sus nombres para no olvidarlas. Al ver esta imagen viene a la mente una frase patentada por Gelman: “La poesía nace del dolor de la palabra”. La poesía de Alonso, amasada en el exilio y la derrota, también surge del dolor.
La reedición de Bajo la lluvia ajena enfrenta a Gelman con ese puñado de textos. “Me he alejado de eso, han transcurrido treinta años y los sentimientos se modifican y se entrelazan con nuevas visiones y circunstancias de la vida. Lo leo como si fuera de otro. Me reconozco en ellos, sin duda, pero tomé distancia”, aclara. “Porque no se puede vivir en el pasado, eso trae mala suerte.” A pesar de la distancia, siempre sana y necesaria, los pormenores de su exilio, la memoria y la sensación de derrota lo visitan de vez en cuando, aunque sean experiencias archivadas en su pasado. Pero algunas “máximas” resuenan como si fueran ecos de los tiempos inmemoriales de la humanidad: “Quien contempla el exilio es absorbido por él”, “Lo que me duele es la derrota” o “Los exiliados son inquilinos de la soledad”. A diferencia de otros “inquilinos” que han abandonado el barco de los ideales por los que supieron luchar, el poeta nunca fue carne de cañón del arrepentimiento. Ha seguido escribiendo y conquistando premios –el Cervantes lo ha coronado como el mejor poeta en lengua española–, encontró a su nieta y ya no le importa que las musas lo abandonen. Nadie –ni esas ingratas muchachas, en caso de dejarlo– podrá amputarle la memoria, ni cortarle la lengua.
Textual
Del espesor de la experiencia. Hay discursos que rozan determinado espesor, parecen expresarlo, pero un despegue, una distancia, una nota no falsa pero distraída los distingue. La amenidad de esos discursos –cualquiera sea su universal aceptación– certifica de nuevo esta perra soledad.
¿Será la soledad, que no tiene discursos? ¿Perra que ladra a al luna, sorda de su derrota, satélite o muertita?
¿En qué lengua podría hablar la soledad? El que perdió sus hijos, sus másvida, ¿qué piedras escupiera por la boca? ¿Y quién las iba a recoger como señal de amor, o a entender, aceptar, recibir, aunque sea sentir en la ventana?
La soledad de la palabra. La lluvia barre los países del alma. Una palabra va por el camino, aterida, temblando, no sabe a dónde. Sólo sabe de dónde: tanta sangre camina ahora bajo la lluvia nueva, limpia, fresca, ignorante.
* En Bajo la lluvia ajena (Libros del zorro rojo).

domingo, 25 de octubre de 2009

Algo sobre la dictadura en Honduras






La hondureña Indyra Mendoza, de Feministas en Resistencia, viajó a la Argentina y expuso la situación de un país jaqueado por la nueva dictadura latinoamericana en el Encuentro de Mujeres de Tucumán. Ella contó que la resistencia al golpe de Estado está protagonizada por mujeres que, además, sufren en la calle y dentro de sus hogares las consecuencias del golpe de Estado, con el aumento de la violencia de género y los femicidios.

Por Luciana Peker
“Ni golpes de Estado ni golpes a las mujeres”, es el lema de Feministas en Resistencia, de Honduras, que pudieron conjugar en una frase una lucha que se volvió muchas y que las llevó a la calle a defender no sólo los problemas de género –como la violencia hacia las mujeres– sino la democracia. Indyra Mendoza es una de las activistas de esa agrupación que lleva en el pecho, encarnada en remera, la resistencia. Y la risa, multiplicada en hormigas de curiosidades, preguntas y denuncias que la revolotean no por extrañar una patria cercada por un golpe de Estado, sino por sentirse en falta cuando falta de la lucha por el regreso de la democracia en su patria.
Ella vino invitada por la agrupación Feministas Inconvenientes a la Argentina y también participó del Encuentro de Mujeres en Tucumán donde relató la situación por la que está pasando su país –en el que fue derrocado el presidente democrático Manuel Zelaya y las negociaciones por el final de un régimen de facto se encuentran estancadas, según admitió la OEA– y para advertir que Honduras puede servir de caso testigo para voltear a otras democracias endebles o incómodas de la región. Pero la geopolítica también impacta adentro. Adentro del cuerpo y las casas, ya que el autoritarismo impuesto por la dictadura empeoró gravemente la situación de las mujeres.
“A partir del golpe se dispararon totalmente los femicidios. Hubo 51 asesinatos de mujeres en el último mes porque ahora la violencia doméstica está más descontrolada, a partir de la falta de justicia y de seguridad pública y los varones violentos están más violentos encerrados en sus hogares y con las mujeres sin poder salir a la calle. Además, las fuerzas de seguridad reprimen a todos y todas las que marchamos pero hay violencia sexual específica contra las mujeres. Ya hubo dos violaciones por parte de la policía y, además, a las mujeres nos pegan en las nalgas, la vagina y en los pechos con el cachiporro, que ya pasó de ser de plástico a estar cubierto en metal y duele cada vez más. Pero eso no es todo: también aumentaron las violaciones a los niños”, le cuenta Indyra a Las12, mientras para de marchar y hablar –en Tucumán– para almorzar una salsa ligeramente picantita que le recuerda a su país, al que extrañar, anhela. Desea. Y por eso, quiere volver, volver para luchar por el regreso de la democracia.
Indyra tiene una brujita colgada de su pecho como símbolo de las primeras feministas demonizadas por la historia y sabias naturales quemadas en la hoguera de la Inquisición. Indyra lleva una remera negra que no la deja desnudarse de su compromiso con la resistencia. Y una sonrisa que tamiza la dureza de su relato con la garra y la pasión de poner el cuerpo para que Honduras no se vuelva un mal ejemplo –no sólo político sino también del avasallamiento político hacia las 1001 Indyras latinoamericanas–. “La dictadura está usando el cuerpo de las mujeres”, dice ella. Dice y denuncia. Dice y es dura. Dice y se expone a las cachiporras que la amenazan. Dice y alza la voz. Dice y la filma. Dice una de las promotoras que posibilitó que, desde Honduras, se puedan escuchar otras voces. Ella es documentalista y autora de los videos que han mostrado la violencia política y sexual en Honduras a través de YouTube. En realidad, Indyra es quien se muestra y quien guarda, una mujer que engloba todas las luchas en una o las muchas luchas de las mujeres hondureñas de hoy. Tiene 41 años, es economista de profesión pero ahora –aunque el ahora en Honduras se ha convertido en un tiempo sin tiempo ni reglas– es investigadora en derechos humanos de las mujeres y en el ojo avizor de la represión y la resistencia y también integra la comunidad de Lesbianas, Gays, Travestis, Transexuales, Bisexuales e Intersex (Lgttbi).
Indyra es una de las pocas que pudo salir para contar algo más que las noticias. Que ve y que repite. Para que Honduras no sólo regrese a la democracia y que el presidente electo Manuel Zelaya (desde hace más de un mes refugiado en la Embajada de Brasil) pueda volver a estar al frente del Poder Ejecutivo, sino que también frene el efecto dominó de cambiar votos por botas. Otra vez. Y, otra vez, silenciando, golpeando, violando, apresando y matando a mujeres. Por eso, ella y las feministas en resistencia, resisten. Resisten no encerrándose. Ni en sus casas. Ni en las palabras. Resisten mientras la información dice que las negociaciones con el dictador Roberto Micheletti están estancadas y Zelaya advierte: “Se puede morir en cualquier momento”. Por eso, la voz de Indyra, su voz y sus imágenes son un eco que destraba el miedo impuesto desde el golpe de Estado del 28 de junio y que muestra la necesidad de una solidaridad activa con Honduras desde un país que ya dijo “Nunca más” y que ahora ve cómo hay más golpes, algunos también, sobre el cuerpo de Indyra que vino a la Argentina a pelear, que es como decir, por sus mujeres, las 1001 Indyras.

¿Cómo sentiste la solidaridad argentina hacia Honduras y por qué decidiste venir al Encuentro de Mujeres de Tucumán?
–Las feministas de Argentina han estado, desde el primer día del golpe, en solidaridad con nosotras. Ha sido el movimiento feminista que más fuerte se ha pronunciado contra la dictadura junto con Costa Rica y Guatemala. Pero cuando nos invitaron al Encuentro en Tucumán para hablar sobre el golpe de Estado y la realidad de las mujeres en Honduras sentí que era una oportunidad de hablar sobre lo que está pasando.
¿Cuál es la actual situación en Honduras?
–Tenemos más de 100 días de resistencia, desde el 28 de junio. Ahorita Manuel Zelaya está de vuelta en el país, pero prisionero en la Embajada de Brasil y el gobierno de facto sigue mandando. Ahora estamos en la etapa de negociación, pero que no es negociación. Porque el primer punto es la vuelta a la constitucionalidad y eso significa que el presidente vuelva a ser presidente. Pero cómo eso no se va a lograr no se puede seguir negociando. ¿Qué piden desde la resistencia al golpe de Estado como contracara de los eufemismos del dictador Roberto Micheletti para decir que su golpe de Estado no es un golpe de Estado?
–El Frente Nacional contra el golpe de Estado pide que se retorne a la constitucionalidad (que vuelva el presidente Zelaya), que se forme una constituyente y que haya pena para los golpistas. No vamos a aceptar una amnistía. ¿Ustedes apoyaban al presidente Manuel Zelaya antes del golpe de Estado?
–No. Las feministas no somos melistas (seguidoras de Mel Zelaya) sino que estamos defendiendo el estado de derecho y la constitucionalidad.
¿Cuál era la política de Zelaya hacia los derechos de las mujeres?
–Las feministas siempre somos feministas y no oficialistas. Pero, de hecho, en el último año, él estaba muy abierto. En el Congreso nacional se hizo una ley, el 1º de abril del 2009, propuesta por Martha Lorena Casco –-de la oposición a Zelaya y cabeza de los llamados grupos “pro vida” que, después, fue nombrada vicecanciller del gobierno de facto de Micheletti–- que penalizaba y prohibía la anticoncepción oral de emergencia. Las feministas dimos una gran batalla contra esa ley y logramos un veto presidencial que fue histórico porque Zelaya dijo que esa norma del Congreso iba, explícitamente, en contra de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.
Zelaya generó un pequeño avance para las mujeres...
–Nosotras no somos melistas ni estamos siguiendo a un caudillo. Pero sí es verdad que hubo un pequeño avance... y a los dos meses vino el golpe. Por supuesto, hay muchas razones políticas, internacionales y económicas para un golpe de Estado.
¿Pero creés que también pesó en el derrocamiento de Zelaya que se haya opuesto a los grupos conservadores con la defensa de la anticoncepción de emergencia como símbolo de la defensa de derechos sexuales de las mujeres?
–Sí. La diputada Martha Lorena Casco, que es opusdeísta (del Opus Dei), es ahora la vicecanciller del golpe. Eso es un signo. Y el presidente del Consejo Médico de Honduras, Mario Noé Villafranca, que hizo un dictamen contra la anticoncepción de emergencia (tildándola de “microabortiva” cuando se trata de la misma anticoncepción oral pero para utilizar hasta 72 horas después de una relación sexual sin protección) es ahora el ministro de Salud de la dictadura. La esposa de Zelaya, Xiomara Castro, también respaldaba a las mujeres con VIH, en una demostración de su postura sobre salud sexual, y denunció ser intimidada por los golpistas.
–Claro, era la presidenta de la Coalición de América Latina y el Caribe de Mujeres en Lucha contra el VIH. De hecho, nosotras como feministas y lesbianas teníamos un pacto con ella para el avance y la incorporación de las mujeres VIH positivo en la agenda política y del Estado. De verdad, ella trabaja mucho el tema.
¿También aumentaron los femicidios contra las mujeres a partir del golpe?
–Ahora Honduras es un paraíso femicida. Hay una gran impunidad. Antes, en Centroamérica, estábamos detrás de Guatemala y El Salvador, pero ahora no sé. Solamente en julio se incrementaron un 60 por ciento los asesinatos contra las mujeres.
¿Por qué la llegada de la dictadura incrementó la violencia hacia las mujeres?
–Porque la policía estaba reprimiendo la resistencia y no cuidando a la población. Además, que haya estado de sitio –no hay libertad de expresión, la policía puede hacer allanamientos sin orden judicial, cualquiera puede ir preso por 24 horas y no se permite que se reúnan más de veinte personas en ningún lado– y toque de queda –que se impone sólo en algunos momentos en los que absolutamente nadie puede salir de la calle– hizo que se promoviera más la violencia doméstica. Hubo un momento en que la gente no tenía ni leche ni agua por cuatro días seguidos de toque de queda: una aberración. Por eso, las mujeres no podían pedir ayuda en la calle ni en la policía, que es la que ahora está violentando los derechos humanos. ¿Cómo vas a ir a buscar ayuda con alguien que te puede poner presa porque estás en la calle?
¿Cuáles son las formas de resistencia de las mujeres?
–La parte más visible es estar en las calles: el 75 por ciento de las marchas están compuestas por mujeres. Las Feministas en Resistencia nos organizamos desde el principio, pero ahora hay abogadas en resistencia, amas de casa en resistencia, trabajadoras sexuales en resistencia, sindicalistas en resistencia. Estamos poniendo comités de resistencia en los barrios y el efecto multiplicador se produce a través de las mujeres y, muy especialmente, entre las jóvenes.
¿Hillary Clinton, a cargo de las relaciones exteriores de Estados Unidos, va a ayudar al regreso de la democracia en Honduras?
–No, definitivamente nos dimos cuenta de que ella no ayudó mucho. De hecho, a (Barack) Obama le puede pasar lo mismo que le pasó a Zelaya en Honduras porque no tiene el poder absoluto.
¿Qué esperás llevarte de la Argentina?
–Mantener la solidaridad y que no nos olviden.
¿El golpe de Honduras puede ser un ejemplo para otros países latinoamericanos?
–El golpe de Honduras de hoy, es el de ustedes ayer. La sangre derramada no tiene que ser olvidada. No nos puede suceder. Y ya se está pensando que otros países pueden ser los siguientes –como Paraguay y Ecuador– y, por eso, es necesario que se frene la estrategia golpista de Honduras.